Por Carlos Montalvo-Mont
Arbolista Paisajista
Un Ser Arbóreo Viviente es un poderoso símbolo de crecimiento y fuerza, con sus raíces profundas que se mantienen firmes en el suelo y sus ramas extendidas muy por encima de nosotros.
Puede resistir con resiliencia la turbulencia y la adversidad, ofreciendo solidez y seguridad, representando el conocimiento y la sabiduría. La imagen de un árbol irradia paz y alude a la eternidad, transmitiendo tanto una vejez de espíritu como una novedad de vida.
Aristóteles, filósofo y científico de la Antigua Grecia y el padre de la biología, describió las raíces de los árboles que crecen en la tierra para buscar agua y nutrientes, junto con las hojas que se nutren del aire mismo. Las plantas y los árboles, junto con todos los demás seres vivos, están formados por una combinación de materia y forma.
Es decir, la materia que constituye los rasgos físicos del organismo (como su color, tamaño y forma) y la forma que determina su propósito. Aristóteles argumentó que las plantas y los árboles estaban dotados de una forma única, específicamente con el propósito de crecer y reproducirse. Por lo tanto, los vio como entidades autónomas que, al igual que otros seres vivos, podían entenderse en términos de sus componentes esenciales.
Aristóteles distinguió cuatro tipos diferentes de plantas y árboles. Se refirió al primer tipo de planta como “anual”, una planta que crece y muere en una sola estación. Se refirió a los árboles y plantas que siguen creciendo durante muchos años y tienen una presencia sólida y permanente en el medio ambiente.
Después de eso, su acercamiento a las plantas y los árboles varió según la riqueza de su suelo: ya sea en un área de alta o baja fertilidad. En suelos de alta fertilidad, Aristóteles discutió las plantas que denominó «perennifolias», que tienden a tener períodos de crecimiento prolongados.
En suelos de baja fertilidad, habló de plantas a las que se refirió como arbustos, que eran mucho más efímeras. Por último, habló sobre el papel de los árboles para brindar estabilidad al medio ambiente y cómo ayudan a crear hogares para otras criaturas.
Aristóteles, hizo distinciones entre las partes de la planta que ayudan en el crecimiento vegetativo, como las células madre, y las que ayudan en el crecimiento reproductivo, como los órganos reproductivos. Las células madre, según Aristóteles, eran únicas porque podían extenderse y formar así las raíces de la planta.
La visión holística de las plantas y los árboles de Aristóteles nos ayudó a comprender su relevancia desde varias perspectivas. En lugar de examinar las partes individuales de la planta y el árbol, su enfoque se centró en el organismo vivo como un todo.
Al comprender la ciencia y el arte de la arboricultura, podemos administrar y proteger mejor nuestros árboles y arbustos, al mismo tiempo que preservamos la belleza de nuestro entorno natural.
