JAIME TORRES TORRES
Reside en un condominio privado de la Calle de Diego en Río Piedras y desde la instalación de una luminaria azul el dolor de cabeza, las palpitaciones y los desvelos son frecuentes.
Mantiene una bitácora de llamadas a LUMA Energy preguntando, observando y querellándose sobre la siniestra iluminación ultravioleta y las respuestas, aparte de contradictorias e incongruentes, no la convencen.
Eso no es todo: más abajo en la Calle de Diego, cerca del sector Sabana Llana y a pocos metros del Hospital San Francisco, zona en la que residen en su mayor parte ancianos, hay otra luz azul prendida 24/7 que alegadamente emite frecuencias y radiación, identificada como propiedad de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). En el poste que la sostiene, irónicamente, hay un letrero que versa “No matarás” (Éxodo 20: 13).
“Esta luminaria preocupa porque está en una zona residencial de personas de edad avanzada y estamos a pocos pasos del Hospital San Francisco y eso es muy preocupante. La situación cuando paso por aquí es alarmante porque me genera palpitaciones, me siento cansada y llego a mi casa sintiéndome extraña. Y eso que no estoy vacunada. Entiendo que estas luces no solo son para hacerle daño a los inoculados, sino a los que no lo estamos”, dijo en exclusiva para Prensa sin censura la señora María Isabel Figueroa, enfermera veterinaria hoy desempleada por rehusar acceder a las vacunas Covid.
Se percató de la situación dos o tres meses atrás, luego de que su hija le hiciera la observación. Nadie le ha hablado sobre los efectos de la exposición a la luz ultravioleta, pero Figueroa ha experimentado daños en su salud.
“En el que está cerca de mi residencia, desde hace tres meses estoy presentando palpitaciones e insomnio. No duermo. Vengo a conciliar el sueño a las 6 de la mañana, lo cual no es normal. Me siento a veces aturdida, con pensamientos desorganizados y esto es a consecuencia de esta luminaria”.
Como ciudadana responsable, en varias ocasiones Figueroa se ha comunicado con LUMA Energy. “He recibido diferentes respuestas. Me han dicho que es como consecuencia de que se fundieron las luces por los continuos apagones y que están fundidas y harán la querella para cambiarlas. Otros me dicen que es una orden de LUMA para control ambiental, cosa que me preocupó. Cuando les pregunto a qué se refieren, me pregunta si resido en zona costera y le respondo que no. Me explica lo del proyecto de luminarias rojas para las tortugas. Las versiones varían. No me permiten hablar con supervisores. Incluso, dicen que no están autorizados a dar sus nombres y apellidos, excepto sus números de empleados por motivos de seguridad”.
A estas alturas, a nivel mundial circula muchísima información sobre la optogenética y cómo la iluminación ultravioleta incide en el cDNA que codifica proteínas sensibles a la luz (como la Arnm de las vacunas Covid) que a su vez afectan la melatonina, que es la hormona que regula el sueño. De ahí, el insomnio que experimenta mucha gente, como la señora Figueroa, quien ha documentado todas sus gestiones en aras del bienestar del pueblo.
“Todo lo he documentado. Tengo querellas sobre las bombillas azules”, sostuvo.
A la pregunta de si ha visitado una sala de emergencias o a su médico de cabecera para que la examine, la señora Figueroa respondió en la afirmativa, pero con dejos de frustración.
“Le conté la situación a mi médico y puse en perspectiva lo que me sucede frente a mi residencia y a esta área por la que tengo que pasar cuando salgo a mis diligencias. El doctor me dice que las luminarias no tienen absolutamente nada que ver. He terminado tomando medicamentos para la ansiedad porque esto me ha desatado una serie de síntomas desagradables, como palpitaciones, dolores de cabeza, problemas de memoria e insomnio”, concluyó la mujer de 50 años.

