Alexis Morales-Cales
Ante la baja en la matrícula de la UPR, se está considerando flexibilizar los requisitos de entrada a la universidad. Hasta se habla de eliminar el requisito del College Board. Quien no conozca el sistema universitario, podría verlo como facilitar el acceso a los desventajados en términos económicos y sociales. Un examen a fondo de la educación en Puerto Rico nos lleva en otra dirección.
Tanto la universidad del estado, como las privadas, se nutren mayoritariamente del sistema escolar público. Ambos sistemas universitarios, público y privado, reciben el producto de 13 años (k-12) de instrucción en escuelas públicas. Esto era así aún cuando llegaron a haber 1,200 colegios privados en la Isla. Cuánto más ahora que los colegios privados han ido cerrando por razones económicas. Podemos entender, entonces, que la calidad de los estudiantes de nuevo ingreso a la UPR es la calidad que se haya logrado en los 13 años del sistema escolar.
¿Cuánta calidad vemos en ese sistema público? Los resultados de las pruebas anuales, del College Board y exámenes de entrada a recintos nos dicen claramente. La actual generación de estudiantes no domina las destrezas básicas. Hay dos razones básicas para ese fracaso académico. Comencemos por decir que el mismo Departamento de Educación ha eliminado el desarrollo de destrezas importantes. Años atrás, se exigía el dominio de la lectura e interpretación, y esto era parte importante de las pruebas anuales. La forma de desarrollar esas destrezas era por medio de tener lecturas obligadas, sobre todo de los grados 7-12. En las clases de español e inglés había que leer unos libros y tomar exámenes sobre esas lecturas. Además de unos informes orales de lecturas escogidas por los mismos estudiantes. Desde Marianela hasta El Quijote, los estudiantes se veían inmersos en un mundo de lectura del cual no podían despegarse si querían terminar la escuela.
En los años ochenta, comenzó el sistema a dar marcha atrás. Para ilustrarlo el 7 de marzo de 1987 la empresa National Insurance dedicó una actividad en Arroyo a don Abelardo Díaz Alfaro. La actividad se llevó a cabo en el barrio Yaurel, a unos pasos de la escuela donde don Abelardo inició sus labores profesionales. Ese día se le iba a hacer un regalo valioso a don Abelardo aparte del reconocimiento. El reconocimiento se le daría también en forma musical, con Tony Croatto y su Grupo. Don Abelardo no llegó, y se acordó enviarle el regalo y la placa de reconocimiento a su casa. Tuve el privilegio de participar en esa gestión. Cuando por fin pude hablar con don Abelardo, le expresé la preocupación de los organizadores, pues se había confirmado su asistencia.
Me dijo estas palabras: “Yo estaba lo más contento y me preparaba para encontrarme con ustedes en el barrio donde escribí mis historias. Pero en ese momento me llegó una carta del Departamento de Hacienda, cobrándome $10,000 de contribuciones, cantidad que yo nunca me llegué a ganar con el gobierno”.
Por si fuera poco, don Abelardo recibió la noticia de que sus obras eran sacadas del currículo del Departamento de Educación por considerarse obsoletas. Así de raro como parezca, así fue. Los libros de don Abelardo decomisados, al igual que grabaciones de sus programas en WIPR, fueron llevados al vertedero de San Juan.
Lo mismo hicieron con los de Enrique Laguerre y otros autores puertorriqueños. A los maestros se les indicó que se eliminaban las lecturas obligadas porque no se podía obligar a los estudiantes a leer. Así de increíble como pueda sonar.
Así el Departamento de Educación bajó grandemente sus estándares, en detrimento de la calidad de lo que se suponía propulsara la agencia. Posteriormente se flexibilizaron los requisitos de entrada a la UPR, en los años noventa. Ni los maestros del DE ni los profesores de la UPR han tenido culpa de ello.
El resultado de bajar los estándares, tanto a nivel escolar como universitario, se ve en un estudio publicado en 2009 en el periódico PRIMERA HORA. Un informe de la organización FONDOS UNIDOS mostraba algo alarmante. El 10% de los niños no culmina el primer grado. El 40% no se gradúa de escuela superior y el 70% de los universitarios no se gradúa. Estos datos nos obligan a ahondar para ver la raíz de esa anomalía intelectual de la juventud puertorriqueña.
Sin hacer un estudio muy profundo, vemos la causa conversando con los maestros de escuelas públicas, y con los mismos estudiantes. Una maestra joven me dice: “Es frustrante. Los estudiantes no tienen interés en nada. Van a la escuela para que su familia no pierda las ayudas sociales. No tienen disciplina porque cualquier intento de poner orden pone al maestro ante cargos de maltrato en el Departamento de la Familia.”
Se le pregunta a los estudiantes, por qué no se esfuerzan por tener el mínimo aceptable en las clases. Respuesta común: “¿Estudiar para qué? Mis abuelos y mis papás no estudiaron nada, y el gobierno les ha dado todo. Un tío mío estudió y consiguió un trabajo y no le dan nada. ”
Es una realidad. Los estudiantes han visto que lo que funciona es la canción de El Gran Combo, cuyo estribillo versa: “qué bueno es vivir así comiendo sin trabajar”.
Si eso afecta el aprovechamiento escolar y la permanencia de los estudiantes en las escuelas, cuánto más afectará al sistema universitario. Para tener las ayudas sociales no hay que ir a la universidad. Por más que se cambien los estándares y los requisitos de entrada a la universidad, predomina la cultura del no hago más ná.
Comparemos con el acontecer en el Recinto Universitario de Mayaguez, con altos estándares y requisitos para los estudiantes. Egresados del RUM son seleccionados para trabajar en proyectos importantes, entre los cuales se destacan los de la NASA. La más reciente muestra es la aún estudiante del RUM, Karla Denisse Troche Vargas. Seleccionada para trabajar en el sistema de hardware de las nuevas misiones de viajes espaciales. No es nacida y criada en vecindario de acceso controlado. Es del Poblado Rosario, en las montañas entre San Germán y Maricao. Su entorno familiar incluye un tío y dos primos ingenieros especializados en la Autoridad de Acueductos y en empresas importantes, también egresados del RUM.
Ahí vemos el principio de lo que se debe atender, antes de pensar en bajar estándares en la universidad. Hay que revisar el sistema social. El gobierno debe dejar de ser hacedor y mantenedor, y estimular el trabajo y en consecuencia el estudio. No todos los estudiantes podrán entrar a la universidad, porque hay profesiones y oficios para distintos talentos y habilidades, fuera de la universidad, sin que esto represente menor capacidad intelectual.
Así las cosas, no pensemos en bajar los estándares de la UPR. Más bien pensemos en subir los estándares de la sociedad.
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