La increíble edificación en la Cueva de las Golondrinas

Jaime Torres Torres

Editorial

Había que llegar a Aguadilla para ser testigos de los absurdos caprichos del capital.

Hace tres años Prensa sin censura acompañó en una lancha a Eliezer Molina para ser testigos oculares del inicio de una construcción sobre la Cueva de las Golondrinas en plena zona marítimo terrestre.

En meses recientes los tribunales ordenaron la demolición de las estructuras construidas por Aguadilla Pier Corp., empresa propiedad de Carlos R. Román González y Juan M. López Vicente.

Con una vista espectacular al Atlántico y el Mar Caribe, las edificaciones sobre un mogote de piedra caliza y barro contradicen la lógica y el sentido común: a billete limpio parece que los aludidos pretendían salirse con la suya y en su momento recibieron la bendición del entonces secretario del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), Rafael Machargo y de su predecesora Tania Vázquez.

En mayo pasado la hoy secretaria en propiedad Anais Rodríguez ordenó la demolición en o antes de 30 días. Pero ya van casi 90 y no se divisan señales de que finalmente lo hagan.

Ahora que es secretaria oficial da una hipócrita reversa y aduce que le corresponde a los tribunales ordenar la fecha de demolición.

Mientras la información en manos de Prensa sin censura apunta a que Carlos R. Román González y Juan M. López Vicente, presuntos donantes del PNP, cabildean desesperadamente para salvar lo insalvable y defender lo indefendible: usurpar un bien de dominio público en plena zona marítimo terrestre, donde construyeron sin los permisos correspondientes y en violaciones al derecho ambiental, tanto federal como estatal.

Ayer Prensa sin censura transmitió en vivo durante casi una hora. Fue una odisea llegar a la Cueva de las Golondrinas. Estacionamos en Crashboat y abordamos una de varias lanchas que transportaron a decenas de manifestantes al antiguo muelle de azúcar, aledaño a la Playa Tamarindo.

Es increíble cómo Carlos R. Román González y Juan M. López Vicente adquirieron la finca y edificaron a pocos metros del acantilado y sobre la Cueva de las Golondrinas. Observamos que el terreno cede por erosión y por la maquinaria pesada que ha removido corteza en el lugar.

Un sismo de magnitud mediana podría echar risco abajo las edificaciones. El lugar no es seguro y la construcción amenaza a la propia caverna y a especies como el pelícano pardo y la golondrina.

Ayer la Policía arrestó a varios manifestantes porque, según dijo a este medio independiente el teniente I. Lorenzo, ocasionaron daños a la propiedad, específicamente a una verja de madera, que a decir verdad es susceptible a las ráfagas que soplan allí.

Un contingente de agentes de la Policía intentó disuadir con su presencia a los manifestantes, en su mayor parte mujeres.

Lo que ocurrió ayer en la Cueva de las Golondrinas fue el evento noticioso de mayor visibilidad local e internacional. Y no porque la prensa corporativa lo cubriera, sino por la convergencia de medios alternativos como Prensa sin censura, León Fiscalizador, José Luis y Prensa Comunitaria, El Urbanista y Movimiento de Conciencia, cuya cobertura en tiempo real impactó [y aún impacta] a alrededor de medio millón de cibernautas.

En síntesis, la construcción sobre la Cueva de las Golondrinas en Aguadilla es un soberano disparate que confirma que el capital es sucio, vil insaciable, glotón e irresponsable.

Ahora, tras la manifestación de ayer, se espera que la secretaria del DRNA, Anais Rodríguez anuncie junto al Departamento de Justicia la fecha de la demolición y fije multas por daños irreparables e irreversibles al lugar a los señores Carlos R. Román González y Juan M. López Vicente, de Aguadilla Pier Corp.

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