(Nota del Editor: Último de cuatro artículos sobre la decadencia de Estados Unidos.)
Antonio Camacho
“La violencia y degradación a que el colonizador somete al colonizado repercute en la psiquis del colonizador,” Franz Fanón.
No es accidental que la sociedad norteamericana sea la mayor consumidora de drogas y en la que ocurren los actos más dramáticos y continuos de violencia en el mundo. Sin lugar a duda, la expansión geopolítica por medio de la guerra –conquistas, matanzas, chantajes, desinformación y calumnias–, que Estados Unidos ha impulsado consistentemente en otros países inducen a la degradación del ser humano en el interior mismo de la sociedad norteamericana. Lo vemos todos los días en los asesinatos viciosos de afrodescendientes por parte de la policía y en las constantes masacres que sufre la población, particularmente niños y adolescentes en las escuelas del país. ¿Qué mejor prueba de la degradación a que aludimos que la masacre en Illinois en la celebración del Día de la de la Independencia?
Es cuestionable plantear que Estados Unidos es una nación homogénea. Es más bien un país compuesto por muchos grupos étnicos que de una manera u otra siguen atados cultural y emocionalmente a sus países de origen. Rememoremos una estrofa de la poesía del Poeta Nacional Juan Antonio Corretjer: “Yo sería borincano aunque naciera en la luna.” La cohesión social en la nación estadounidense está estrechamente atada a la estabilidad del dólar. Cuando la economía entra en crisis y cae en un largo periodo de recesión e inflación y se debilita el valor del dólar como sucede en la actualidad, se agudizan las contradicciones: No es casual la amenaza separatista de Texas, la proliferación de grupos neo nazis o que se disparen las cifras de gente sin hogar. New York, Chicago, Los Ángeles y Miami ya no saben que hacer con los deambulantes. Inclusive, le pagan el pasaje para que emigren a otros lugares. Hasta Puerto Rico ha recibido su cuota.
Al mismo tiempo que el encarecimiento de la vivienda empuja a la calle a decenas de miles de personas, crecen proporcionalmente todos los demás males sociales. Aumenta el número de suicidios (En la juventud es la tercera causa de muerte.); el uso de estupefacientes legales e ilegales (Más de 100 mil estadounidenses murieron por sobredosis de drogas en el 2021 y otros 100,000 por la violencia armada); aumento de las enfermedades mentales,delitos contra la persona, la propiedad, violencia doméstica y prostitución infantil….
A este cúmulo de males sociales hay que sumarle el encarecimiento y deterioro de los servicios médicos. Se estima que en Estados Unidos, en el pasado año, 28 millones de personas no tenían seguro médico.
Otro aspecto que debemos señalar y que juega un rol fundamental en la decadencia social de Estados Unidos, es el mediático. La dictadura informática está dirigida a acondicionar las mentes y en cierta medida a atrofiarlas para que no se vea la realidad y el pueblo no se rebele contra el sistema imperante. Toda la información está dirigida a entretener, confundir e idiotizar y muy poca o nada al desarrollo intelectual de la población. Ya nos lo señaló el papa Francisco al denunciar la desinformación, la calumnia, la difamación y la coprofilia como los 4 “pecados” dentro del periodismo. La película satírica, No Mires Arriba, escrita, producida y dirigida por Adam Mckay y con Leonardo DiCaprio como protagonista principal, presenta una imagen fehaciente de lo que describimos.
Diez mega corporaciones poseen o controlan los grandes medios de información de Estados Unidos: prensa, radio y televisión. Esa decena de imperios controla, además, el vasto negocio del entretenimiento y la cultura de masas, que abarca el mundo editorial, música, cine, producción y distribución de contenidos de televisión, salas de teatro, Internet y parques tipo Disneyworld, no sólo en el país del norte sino en América Latina y el resto del mundo… El discurso dominante de los diez grandes imperios comunicacionales ofrece propaganda política, crea opinión pública y persuade en favor de la ideología conservadora dominante; justificó las invasiones imperiales de Irak y Afganistán y, en general, moldea las mentes y lava los cerebros de una población que además paga por estar «informada», ya sea a través del mecanismo de la publicidad de los productos que consume o mediante suscripción directa del cable. Por lo tanto, ‘informar’ también es un pingüe negocio para estas corporaciones–. (Agenpress)
Sin embargo, a pesar de la dictadura mediática impuesta por los medios occidentales sobre la población de nuestro continente y en Europa, en los últimos 40 años los medios alternativos han venido rompiendo, de forma lenta pero eficaz, con el monopolio informativo. Las redes sociales y medios como Rusia Today, Hispan tv, Sputnik, AlJazeera, Telesur, Democracia Ahora, Rebelión entre otros, nos dan una visión mucho más objetiva del mundo. Muy diferente a la que nos presenta el imperio de la amoralidad informática a través sus medios en los que predomina los cuatro pecados del periodismo que nos señala el papa Francisco. No debe extrañarnos el porqué ante la cobertura de los medios alternativos sobre la situación en Ucrania, hayan tratado de callarlos.
Es necesario señalar, además, el aspecto educativo. El sistema de enseñanza de una nación es la columna vertebral de su desarrollo, evolución y crecimiento, pero también un gran medidor de su decadencia. En los Estados Unidos, la educación dejó de ser un bien común para convertirse en un negocio, por tanto, tiene como fin principal el lucro, no la calidad educativa.
En la medida que la economía se contrae y aumenta la deuda estatal y municipal, menos fondos se invierten en el sistema educativo, particularmente en las zonas más pobres. Se cierran o privatizan escuelas, aumenta el número de alumnos en el salón de clase, se contratan docentes sin la debida preparación académica y se limitan los materiales educativos. Como resultado la calidad de la educación desmerece y los currículos se alejan cada vez más de los estudios superiores y del mercado de trabajo.
Pero aún hay más, la educación universitaria es tan costosa que en términos generales, es inaccesible para gran parte de la juventud norteamericana. Aquellos (as) estudiantes que aceptan el reto, se obligan a cargar con una deuda económica y mental, en muchos casos, por toda la vida.
Debemos mencionar también que la dictadura mediática tiene un efecto nocivo sobre el intelecto de la población. Como si se tratara de una regresión al oscurantismo religioso, acondiciona el pensamiento con información uniformemente enlatada para arrastrar al ser humano a creer sin cuestionar y dar todo por sentado. Naturalmente, este acondicionamiento de la credulidad pública destruye la curiosidad, el cuestionamiento, la capacidad crítica y por tanto el espíritu científico. Sus efectos anquilosantes en la tecnología, la innovación, la investigación científica y demás áreas del saber y del crecimiento de la sociedad en su conjunto es notable. No es mera coincidencia, según datos estadísticos, que un tercio de la generación Z (los nacidos de 1995 al 2000), cree que Estados Unidos celebra el 4 de julio por su independencia de los indígenas.
Conclusión
Estamos en las postrimerías de un imperio unipolar en decadencia donde se tambalea el sistema económico que lo sostiene, el capitalismo depredador, lo que da margen al surgimiento de un mundo multipolar. El resquebrajamiento de la hegemonía de Estados Unidos, la insostenibilidad de su gigantismo militar, el debilitamiento del dólar como divisa internacional, la pérdida de credibilidad en los líderes y en la propaganda oficial por parte del pueblo norteamericano, la hiperinflación, el endeudamiento insostenible, el incremento de la pobreza, la descomposición social y el convencimiento de la e la población adulta estadounidense de que ya no hay retroceso en la decadencia nacional, son algunos de los signos que veremos incrementarse aceleradamente en los próximos años.
Las sanciones contra China y Rusia, como ya mencionamos, aunque de una manera u otra afectan al mundo en su totalidad, a mediano y largo plazo a quienes verdaderamente perjudicarán es a los mismos ciudadanos estadounidenses y europeos. Las mismas disparan la inflación y se convierten en el detonante de la burbuja inmobiliaria, alimentaria, de los mercados de valores y de la deuda corporativa, estudiantil y municipal. De seguro, será portadora de una crisis mucho mayor en la que la ganadora será China.
Sin temor a que me tilden de alarmista, me atrevo asegurar que antes de finalizar la década, las protestas masivas por todo Estados Unidos serán de tal magnitud que el gobierno apelará a medidas represivas de corte fascista para tratar de controlarlas. Una situación que precipitará aún más su decadencia.
Es irónico, pero los seres humanos temen al cambio y no abandonan su zona de bienestar hasta tanto las circunstancias se transforman radicalmente y no les deja otra alternativa. En otras palabras, necesitamos del caos para modificar nuestra forma de pensar, ver e interpretar la realidad. Cuando la situación se haga insostenible veremos muchas cosas derrumbarse; no sólo la estatua de Juan Ponce de León en el Viejo San Juan y las de los Presidentes, sino también nuestra cosmovisión, por consiguiente, esa confianza ciega e irracional sobre las virtudes de la tan cacareada democracia representativa en la cual los votantes son meros instrumentos. Como mencioné en otro artículo, el voto es un cheque en blanco para que el político elegido haga lo que el sistema espera de él: apoyar los grandes intereses en detrimento del pueblo trabajador y de los más necesitados. Al fin de cuentas no les importa que el pueblo se fastidie. ¡Despertemos! La crisis sistémica nos conduce al caos. La etapa neoliberal en que el gran capital despojó a las naciones del mundo de sus activos corporativos para mantener sus márgenes de ganancia, llegó a su fin. Las ganancias ya no son suficientes para mantenerlo a flote y los gobiernos una vez se desprendieron de una buena parte de su financiamiento al entregar las corporaciones públicas, se ven obligados a reducir los programas sociales y a incrementar las contribuciones y arbitrios, aumentando con ello el costo de la vida y por tanto de la pobreza.
Ante esta realidad, el sistema capitalista y la democracia representativa que le da sostén no podrán perdurar por muchos años más. Su inminente derrumbe por la lucha de los contrarios está escrito en las tablas de la dialéctica histórica. El alud humano a nivel mundial demandando reivindicaciones sociales, políticas y económicas, se nos viene encima. Las protestas en Ecuador, Chile, Panamá, Sri Lanka, Haití, Colombia, Argentina, Italia, Argelia, Egipto, Francia… son solamente el preludio de lo que se avecina. ¡Que no nos coja desprevenidos!
