Editorial
Jaime Torres Torres
No es lo mismo un PEDIATRA comprometido con la salud de la niñez que mil pediatra$$$$ cegados por el capital.
A pocos días de que en Puerto Rico comience la vacunación de los infantes entre seis meses de nacidos y los cuatro años de edad, las autoridades llamadas a defender sus derechos están calladitas.
Silencio escandaloso en momentos en que la ciencia médica confirma la relación entre la espiga del Covid-19 presente en la vacuna experimental y la hepatitis infantil aguda y otras condiciones.
No basta la documentación en VAERS de los efectos adversos de la inoculación en ancianos, adultos y jóvenes, la destrucción del sistema inmunológico de los vacunados, la exacerbación de condiciones y las muertes súbitas asociadas directa e indirectamente a la inyección de Pfizer y Moderna.
La prensa corporativa de Puerto Rico oculta información, proyectándose más como fotuto y portavoz oficial de la propaganda de los emporios farmacéuticos y de un sistema gubernamental que no encuentra otro ardid al cual acudir para persuadir a la minoría que aún no se ha vacunado, amén de los millones que recibe.
En vísperas del inicio de la vacunación precisamente en el sector más saludable y con mayor protección inmunológica de la población, callan los pediatras, callan las iglesias y callan los medios.
Las palabras mesiánicas, que versan ‘Dejad que los niños vengan a mí’ (Mateo 19; 14) resuenan fuerte conciencia adentro, pero más ensordecedora e interpelante es la sentencia evangélica que afirma: ‘Pobre de aquel que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno y que se ahogara en lo profundo del mar’ (Mateo 18; 6).
No extraña de un gobierno corrupto, al que le importa más el capital que la gente, su insistencia en una vacuna que no protege contra la infección del presumiblemente verdadero Covid-19 y que condena a los ya vacunados a tres y cuatro dosis, con refuerzos que se ha demostrado debilitan las defensas de gente saludable previo a la inoculación.
Desde hepatitis, enfermedades de la piel, abortos, miocarditis, hipertensión, problemas renales y diabetes, la lista de los efectos adversos documentados en el documento que Pfizer pretendió mantener oculto por varias décadas y que un tribunal ordenó revelara en diciembre pasado, confirma que la vacuna experimental es eso: un experimento que ha multiplicado las arcas de las multinacionales farmacéuticas y que mantiene al mundo en jaque, aferrado a mascarillas que también enferman a las personas.
Ahora se meten con los menores de cuatro años. Y nadie dice nada. La Iglesia Católica ha sido cómplice de este genocidio. Y su propia Doctrina Social interpela y desenmascara su hipocresía.
En el octavo capitulo, titulado “La Comunidad Política”, el # 399 de la Doctrina Social de la Iglesia establece:
“El ciudadano no está obligado en conciencia a seguir las prescripciones de las autoridades civiles si éstas son contrarias a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio”.
El documento cita palabras de Juan Pablo II y su Encíclica Evangelio vitae así: “Quien recurre a la objeción de conciencia debe estar a salvo no sólo de sanciones penales, sino también de cualquier daño en el plano legal, disciplinar, económico y profesional”.
Amparado en la objeción de conciencia, el destituido obispo de Arecibo, Daniel Fernández Torres, defendió la salud y la vida de sus fieles, orientándoles sobre la nocividad de la vacuna Covid-19 a su salud y relevándoles de las presiones de la Santa Sede y la Conferencia Episcopal Puertorriqueña para que se vacunaran.
Daniel padece hoy el martirio de su coherencia con la Doctrina Social de la Iglesia mientras sus homólogos callan.
¿Qué dirán ante los menores de cuatro años que sus padres acercan a la pila bautismal para ser sellados con el sacramento de Vida en abundancia y de otro lado serán condenados a la enfermedad en la pila de la vacuna experimental?
¿No es una contradicción? ¿No es un pecado eclesial? ¿No es hipocresía institucional? ¿No es traición? Interesante, en su momento será conocer cuánto han recibido las iglesias por persuadir a sus fieles a vacunarse como ovejas llevadas al matadero.
Que no se olviden de la sentencia mesiánica: ‘Pobre de aquel que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno y que se ahogara en lo profundo del mar’.
Compartamos.

Inyección experimental que ya ha hecho daño a jovenes y adultos puertorriqueños llevandolo a infartos del miocardio,accidentes cerebrovasculares,pericarditis,trombos en piernas, dolores pelvicos ,sangramiento vaginal, abortos, problemas neurológicos,anafilaxia,reacciones alergicas,culebrilla , cancer, sincopes,convulsiones y muertes .Es una barbaridad inyectarle esto a bebés y niños que le ocasionará daño a su sistema inmunológico.Cuando ellos pueden combatir el virus.Se les puede ayudar con vit C y NAC.Padres prótejan a sus hijos no lossometan a este experimento.Dios les guie por el camino de la verdad.
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Es increíble el ver como las iglesias son partícipes de todo esto y muy triste como los Doctores callán. Mi corazón ya solo pide oración por los niños del mundo y por los padres que puedan ya despertar.
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