Jaime Torres Torres
Prensa sin censura
En días en que se deforesta el humedal de Luquillo es inminente que los caimanes que abundan allí se desplacen a las comunidades por la proliferación de esta especie en los cuerpos de agua de la región Este de Puerto Rico.
“En Tortuguero se llevaba control de mortandad pero aquí no. Aquí no se hace. Hay tantos caimanes, como changos, en Luquillo, Río Grande, Loíza y Canóvanas”, dijo a Prensa sin censura, un biólogo del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), destacado en San Juan, que solicitó no ser identificado por temor a represalias.
“Nos llegaron las fotos de uno que se capturó en uno de los canales que van hacia St Regis Bahía Beach Resort y se han capturado en el Río Herrera que pasa detrás del cementerio de Río Grande, en Miñi Miñi en Loíza y en la playa de Río Herrera”, sostuvo.
Se recomiendan discreción y precaución al salir de pesca o paseo porque la especie podría atacar si sus nidos se ven amenazados. En Puerto Rico hay tantos caimanes como iguanas o gallinas de palo, que como se sabe se reproducen dramáticamente.
“Mejor es tener precaución porque cualquier animal salvaje te podría morder si se ve amenazado”, señaló el biólogo.
Abundan, continuó diciendo, en el Río Canovanillas que bordea la Urbanización Loíza Valley y en las quebradas y afluentes del Río Espíritu Santo en Río Grande. También en el humedal de Luquillo, en zonas pantanosas de yerba enea abundante.
“Eso puede estar en cualquier sitio. Hay que aprender a vivir con ellos. En otros países la gente vive normal. El caimán tiene más de 60 años en Puerto Rico. Los trajeron los militares a la Reserva de Tortuguero en Manatí y también durante muchos los vendían en las tiendas Woolworths al igual que serpientes boas y otras especies exóticas”.
