La autonomía utópica e idealizada de la Universidad de Puerto Rico

Por Rhina M. Jiménez MS

Especial para Prensa sin censura

Duele decirlo, pero la Universidad de Puerto Rico no es autónoma, eso es solo una ilusión. En la práctica no hay absolutamente nada a estas alturas que se pueda señalar como ejemplo de “autonomía universitaria”.

Hay sistemas establecidos como controles para salvaguardar la creencia de que la autonomía existe y funciona. Pero hasta ahí ha penetrado el gran mal que ha destrozado a la Universidad: la politización de la administración. La Universidad, aún pregonando su autonomía, ha permitido la entrada y el dominio de acciones o pensamientos políticos que responden al gobierno de turno.

Desafortunadamente esto ha estado ocurriendo desde hace décadas, no ha sido culpa de los recientes eventos como la imposición de una Junta Fiscal, los huracanes, terremotos o la pandemia. Mucho antes de eso, cuando la Universidad era lo mejor que pudo ser, ya estaba infestada por los insectos politiqueros.

¿Cómo se llegó hasta este punto? Permitiendo actos corruptos, anti éticos, discriminatorios, ilegales y en detrimento de un ambiente educativo y profesional seguro. Podemos mencionar ejemplos sencillos, tales como: abrir convocatorias y no escoger a los candidatos por sus méritos, nombrar puestos de confianza (o crearlos de la nada) para asegurar que las decisiones se tomen unilateralmente, menospreciar el poder que tienen los estudiantes y empleados a la hora de exigir sus derechos o simplemente la dejadez visceral de la comunidad universitaria hacia dar el máximo sin tener casi nada a cambio. Nada de esto ocurre de un día para otro. 

Y así pasamos de tener la mejor Universidad del país, a tener un paciente en estado crítico al cual el gobierno insiste en matar. La Universidad está controlada totalmente por un gobierno quepoco le importa su futuro. Aparentemente, el gobernador de turno pretende como parte de su “obra”, terminar de destrozar lo que queda de la universidad y echarla a “pérdida”. Tal y como él dice: “hacer que las cosas pasen”, así está haciendo que ocurra el fin de la Universidad. La está echando a pérdida como si fuese una de las muchas cuentas sin pagar que tenemos como pueblo. Ha contribuido a crear una imagen de la Universidad como si fuese una carga social, un gasto que no vale la pena. Obviamente, un pueblo si educación es un pueblo altamente manipulable y fácil de controlar.

Mientras tanto, empleados, docentes y estudiantes tratan de hacer de tripas corazones con los pocos recursos que tienen. Empleados con sueldos por debajo del mínimo, docentes que llevan años por contrato de servicios viendo como le otorgan plazas a quienes menos méritos tienen, estudiantes que tienen que pagar el triple de matrícula por una fracción en la calidad de servicios. Tiempo lectivo perdido por huelgas o paros que se pudiesen evitar si hubiese un diálogo entre la administración y las otras partes. No se puede atraer a estudiantes de nuevo ingreso, cuando la Universidad esta en una situación delicada, inestable y moribunda. Todo por causa de la maldita politiquería que controla todo y a todos.

Hoy hay un paro en el principal y más importante recinto de la UPR, el Recinto de Ciencias Médicas. Muy difícil de escribir esta oración, ya que como egresada de la institución, encuentro disonante el concepto de “paro en el RCM”. No es el primero ni ha de ser el último, pero la causa del paro de hoy es bochornosa. Sin entrar en los detalles que ya todos sabemos, la comunidad universitaria del RCM está pidiendo algo sencillo: la destitución de la rectora Ilka Ríos. La rectora fue destituida previamente por el mismo presidente que recién la nombró. Esto como claro ejemplo de la falta de autonomía universitaria y la tiranía que perspira desde la misma presidencia de la universidad. El presidente Dr. Luis Ferrao se debe al gobierno de turno y al gobernador, en vez de a la comunidad universitaria a la cual representa y dirige. Los señalamientos e investigaciones en contra de la Dra. Ríos son serios. No hay manera de justificar la violación de reglamentos establecidos para garantizar la calidad de la educación y los derechos de todos los estudiantes.

La intransigencia de la Dra. Ríos de aferrarse a la rectoría como si fuese el anillo del “Señor de los Anillos” denota su sed de poder, el menosprecio a los deseos y necesidades de la comunidad universitaria y la certeza de que el poder político la va a mantener en su trono.

Yo soy producto de la UPR Cayey y de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas. Me duele ver que un recinto intocable e invaluable esté pasando por tal drama innecesario. Es una desgracia que por esto se puedan afectar sus acreditaciones y el servicio que brindan al Pueblo de Puerto Rico y a todo el Caribe. Sin los programas de residencias y las prácticas de los diferentes profesionales de la salud, el Centro Médico no puede subsistir. No nos podemos dar el lujo de inutilizar el Centro Médico cuando tenemos una crisis en servicios de salud a nivel general. Ya ni los hospitales privados sirven, tampoco tener un plan médico asegura la prestación de servicios. En esa línea, vale resaltar que las clínicas externas del RCM brindan servicios a pacientes que no tienen acceso justo a servicios médicos de calidad para atender condiciones de salud serias.

Es imperativo que la Universidad como sistema institucional y en todos sus recintos, reclame y luche por una verdadera autonomía. Basta ya de ver como juegan con posiciones de poder como si fuese el juego de la sillita que cuando termina la música, el que se quede sentado es el que gana. De esa forma perdemos todos. Si hay un recinto de la Universidad de Puerto Rico que se tiene que salvar, a toda costa, es el Recinto de Ciencias Médicas. No nos podemos dar el lujo de que los politiqueros lo desestabilicen en su afán de cumplir con sus caprichos y agendas personales. La salud y seguridad del Pueblo de Puerto Rico y de todo el Caribe, depende de la estabilidad del Recinto de Ciencias Médicas.

Foto/suministrada

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