Jaime Torres Torres
Imagínese que alguien parodie la letra de “Lamento borincano” de Rafael Hernández. Y que lo haga para invitar al sexo desenfrenado o al uso de sustancias.
De seguro, los herederos y custodios de la obra del insigne compositor aguadillano acudirían a los tribunales porque hay leyes estatales y federales que protegen los derechos de autor.
Una cosa es solicitar los permisos correspondientes para utilizar una melodía o un arreglo, como hacen los Rayos Gamma, y otra es de manera irreverente utilizar una letra navideña concebida con un propósito para desvirtuar su contenido y adelantar agendas financieras en portales como Spotify.
Eso es lo que en la presente Navidad ha sucedido con los estándares “Caminan las nubes” (“Yo me voy pa’l punto”) de Vicente Carattini y Los Cantores de San Juan y “Alegre vengo de la montaña” del ponceño José Antonio Silvanoli Nieves.
Lo que ha hecho Ñejo (Carlos Daniel Crespo Planas) es literalmente una profanación de dos canciones emblemáticas del cancionero navideño. “Alegre vengo de la montaña” fue escrita en 1920 y es parte del cancionero popular ya casi como dominio público al transcurrir poco más de un siglo de su creación.
Me aseguran, alegadamente, que su equipo de trabajo gestionó permisos para grabar ambas canciones y otras [no debe sorprender tratándose de un artista urbano del standing de Ñejo) que incluye en un concepto que promueve a todo vapor por Spotify y que se remonta, lea bien, a 2018.
Pero lo que, al menos, Prensa sin censura no aplaude es la modificación de sus versos para la joda.
La Me cuentan que en esta Navidad el Playlist de no pocos incluye a Ñejo & Jamsha, cuyo atrevido ‘flow’ los medios corporativos ignoran y con su silencio son cómplices de esta poca vergüenza cultural.



La gente que tiene poca chispa (o ninguna) suele hacer estupideces como esta. Y la estupidez no tiene cura.
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