Por Alexis Morales – Cales
En los últimos diciembres de lo que va de siglo, se repite la estampa pueblerina. A la espera del Especial del Banco Popular, decepción y quejas después del especial. Para hablar del tema, debo plantear varios puntos.
Primero, no puedo ser totalmente objetivo, por haber sido empleado del Banco Popular y amigo de su difunto ex presidente Héctor Ledesma. Segundo, como compositor y músico tengo unos criterios que no son totalmente los del público común, que al final de cuentas es al que van dirigidos los especiales del Banco Popular.
Sin embargo, por esas mismas razones, conozco al público al que va dirigido cada año el especial. Que no es para los musicólogos ni los estudiosos.
Para entender el rol y la importancia de ese especial esperado cada año, hay que ver al Banco Popular más allá de su rol como empresa comercial poderosa. Tenemos que saber que fue el primer banco totalmente puertorriqueño y el único sobreviviente de alrededor de 40 bancos que han pasado por la Isla. Es, por ese hecho, parte vital de la historia económica del país. Ha recibido el embate de los mismos cambios políticos, de los huracanes, terremotos y demás fenómenos naturales que ha sufrido el archipiélago borinqueño en los últimos 130 años.
De hecho, fundado apenas mes y medio después del azote del huracán San Roque. La fundación del banco se realizó tras un siglo de intentos fallidos de crear una sociedad bancaria en la Isla. El Banco Popular nació en lo que hoy se conoce como la Plaza de Armas, lo que crea otro vínculo con la historia. Su creación coincidió con la presentación pública de la danza Mis Amores, del mayagüezano Simón Madera. Dicho sea de paso, el 17 de agosto de 1985 se inauguró la oficina regional del Banco Popular en Mayagüez, a unos pasos de la casa donde nació Simón Madera. Y en su 90 aniversario, el mismo banco auspició la presentación de la música inédita de Simón Madera en el Museo de Arte de Ponce.
Esos datos históricos nos ayudan a enlazar el banco con la cultura puertorriqueña, y en un rincón especial con la música nacional. Ese vínculo se acentuó, aunque no en forma públicamente conocida, por la amistad entre el compositor Rafael Hernández y don Rafael Carrión Pacheco, presidente del banco desde los comienzos de la carrera musical de Rafael Hernández hasta su muerte, un año antes de la muerte del compositor.
Por esa relación, confirmada por Rafael Hernández en su lecho de muerte, fue muy acertada la decisión de hacer el primer especial del Banco Popular en honor al compositor, justo en sus últimos días en 1965.
Me contaba don Fernando Castromán, quien fuera vicepresidente del banco, que el primer especial del banco se hizo en forma urgente y a toda prisa, al enterarse de que el compositor amigo de los Carrión no saldría con vida del hospital y que era imprevisible la hora de su muerte. Se hizo una coordinación difícil de explicar dado que hace 57 años no había internet, ni fax, ni ningún medio de comunicación rápido fuera del teléfono y las comunicaciones militares.
En 48 horas se logró contactar y coordinar con TODOS los canales de televisión y TODAS las emisoras de radio existentes en la Isla. Se buscaron cantantes, orquestas y arreglistas para la realización de una transmisión especial.
En ese programa el pueblo de Puerto Rico se despediría de su gran compositor, y este se despediría de su pueblo desde el hospital. Se logró el especial urgente el 13 de noviembre de 1965 a las 7:30 pm, producido por Billy Carrión, primer relacionista profesional del banco, también músico y compositor. Padre de Alberto y Camille.
Gracias a ese esfuerzo, Rafael Hernández recibió el cariño de su pueblo, al cual respondió con sus últimas palabras escuchadas públicamente, que concluyeron con la frase que hizo llorar a decenas de miles: “HASTA SIEMPRE, MIS JÍBAROS.”
Ese primer especial del Banco Popular estremeció los corazones de los adultos que ya conocían a Rafael Hernández, y explicaron a los más jóvenes quién era esa figura que estaba en su lecho de muerte. Así pues, la mañana en que las emisoras de radio comenzaron su programación con el Lamento Borincano, los oyentes sintieron que habían podido despedir a su admirado autor y que este pudo comprobar el cariño de su gente.
Y durante 57 años ese especial ha sido un documento histórico y patrimonio nacional.
Durante los años siguientes no hubo especiales de ese tipo, pero la entidad que hizo posible aquella despedida no dejó de relacionarse con la cultura y las artes. Muestra de ello lo fue la presentación en radio de la música inédita de Simón Madera.
Durante 90 años las canciones del compositor mayagüezano y radicado en Guayama estuvieron en un misterioso escondite que solo su familia conocía. Madera había decidido mantenerlas sin publicar hasta que se dieran las condiciones propicias para su divulgación, cosa que facilitó el Banco Popular. El caso es que al cumplir su primer siglo de existencia, en 1993, el Banco Popular reanudó la producción de sus especiales, transmitiéndose cada diciembre. Podemos decir que la primera década de esa reanudación de especiales fue muy exitosa. La audiencia de varias generaciones, desde los que conocieron a los grandes autores y cantantes en vida, hasta los menores que conocían más el rock y la salsa, disfrutaron esas producciones.
Un nuevo especial de Rafael Hernández, junto a los dedicados a Bobby Capó, Pedro Flores, etc. Después de esa primera década, los especiales del Banco Popular no han tenido el mismo impacto, con excepción de ACHILIPÚ (2010) con el GRAN COMBO. ¿Qué ha hecho la diferencia entre la aclamación y la indiferencia del público?
No puedo ser categórico. Solo puedo decir lo que veo desde mi perspectiva como compositor e investigador cultural. Los especiales exitosos han logrado enlazar música – tiempo – lugar – gente. Los otros han sido producciones al estilo del programa Noche de Gala. Junte de buenos cantantes. Creo que es urgente una consulta de la entidad bancaria con su gente, el pueblo. Desde los que depositan su seguro social en el banco, hasta historiadores, folcloristas y todo aquél que pueda aportar ideas. Poniendo en práctica el CREDO DEL BANCO POPULAR, redactado por don Rafael Carrión Pacheco, abuelo de Richard Carrión en 1928. Que entre otras cosas indica que la misión del banco es contribuir al bienestar social de Puerto Rico. Así se podría lograr un especial con el impacto de aquél del 13 de noviembre de 1965, cuando Rafael Hernández estremeció al país con sus palabras: HASTA SIEMPRE, MIS JÍBAROS.

