Carlos Montalvo-Mont
Para Prensa sin censura
En un estado de aturdimiento e inconsciencia empleados de un agente de bienes raíces talaron y destruyeron decenas de arbolitos que fueron sembrados a orillas de una ladera del Río Mavilla en el bosque Oubao-moin en el barrio Palmarejo, de la ciudad de Corozal, Puerto Rico.
Es la segunda ocasión que talan los árboles plantados por el activista ecológico, Ramón Rodríguez de Jesús, conocido como El Lórax de Corozal, que lleva varios años protegiendo este bosque y plantando nuevos Seres Arbóreos Vivientes en ese terreno donde existe un ecosistema que es refugio de distintas especies de aves como la Yaboa Violeta Nocturna, el Pájaro Bobo y el San Pedrito.
El Lórax de Corozal ha radicado querellas en el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) pero como siempre esa agencia se hace de la vista larga y no defiende a los Seres Arbóreos.
Los árboles han sido plantados en terrenos inundables para evitar la erosión de una ladera donde se pretende construir varias residencias por parte del realtor Juan Morales. Los árboles están siendo los grandes perdedores en las decisiones de planificación. En demasiadas ocasiones los tienen en cuenta tan solo como un elemento más que puede ser eliminado sin más en el mejor de los casos.
El odio, la antipatía o el rencor hacia los árboles se sustenta en la incapacidad para entender la complejidad de la relación de los árboles con nuestro paisaje.
Esta tala de los árboles comienza a deteriorar la presencia de la biodiversidad en este barrio, porque estos son las casas donde viven muchas de las especies que encuentran en ellos y ofrecen las condiciones para hacer sus nidos, esperar el nacimiento de sus crías, realizar la polinización de las flores, obtener el alimento y el refugio necesario para seguir cumpliendo sus funciones dentro de los ecosistemas.
Cuando este desarrollador siga con su proyecto de construir residencias a orillas del Río Mavilla la erosión va a desestabilizar las capas freáticas o la acumulación de aguas subterráneas en la medida en que si no hay árboles arruina la cobertura vegetal, y se presenta un desgaste y transporte de los suelos como sucedió en algunos pueblos con el Huracán Fiona.
