Por Auda Ortíz Monge, madre del menor Jaaziel Ayala Ortíz
Mi hijo Jaaziel Ayala Ortíz es un niño con discapacidad e impedimentos que saltan a la vista, él mismo cuenta con un perro de servicios, cuyo nombre es Tucson.
El pasado, 29 de enero del 2022 visitamos, (un grupo de personas, mi esposo e hijo) el restaurante Olive Garden, ubicado en Parque Escorial Shopping Village, en Carolina, Puerto Rico.
El anfitrión pregunta; ¿quién es el encargado del niño? Le respondo que era yo, su madre. El anfitrión me solicita una identificación del perro (para corroborar que es un perro de servicio), le respondo que el perro cuenta con una carta donde certifica su entrenamiento y le explico que es un perro de servicio y que los perros de servicios NO Tienen una IDENTIFICACIÓN , y no es requerido por la ley (ADA) Americans With Deshabilites Actidentificación.
Le explico que la ley ADA es una ley federal que protege a las personas con discapacidad y que puede encontrar mayor información en la internet además de que el desconocimiento de la misma no los exime de cumplir con la ley.
Le exhorté llamar a un supervisor que lo pudiera orientar al respecto y revisar en la internet si la información que les estaba brindando era correcta y que me permitiera entrar al restaurante.
El anfitrión fue a la parte posterior, y regresó con el encargado, quien me dijo: “EL PERRO NO VA A ENTRAR PORQUE MUCHA GENTE DICEN QUE SON PERROS DE SERVICIOS Y NO LO SON”.
Le respondí: “el impedimento del menor es evidente, el patrón de ambulación es completamente irregular”. Y lo podía notar. También le digo: “si en algún momento el perro tiene una mala conducta, pueden proceder a solicitarnos que abandonemos el restaurante”.
Insisto y le solicito nuevamente que revisara la ley ADA, que observara el menor y que nos permitiera la entrada, que nos estaba haciendo pasar una humillación, un mal rato, un desacierto innecesario por ignorar o no conocer dicha ley.
El anfitrión se reía y el encargado respondió “no van a entrar si el perro no tiene una identificación”, por lo cual procedimos a retirarnos del restaurante.
No todo está resumido en esta columna, pero pueden ver los videos divulgados por Prensa sin censura.

El menosprecio hacia personas con discapacidad es monumental en este país. Si uno no es capaz de atenderlas, búsquese alguien que tenga la paciencia, la destreza o el conocimiento para darles el trato que merecen. La opción de la señora -sáquenos si el perro no se comporta- era aceptable, pero la brutalidad prevaleció. Una buena razón para no volver a Olive Garden…
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