Dra. Martha Quiñones Domínguez
Economista, Planificadora y Catedrática UPR-Arecibo
Justo cuando la desigualdad, la pobreza y la desesperanza se apoderan del País y la corrupción se evidencia en cada acto, llega otro huracán.
Con el huracán llegan las acciones corruptas. Escuchamos al Gobernador diciendo que no venga ayuda desde la diáspora, porque estamos preparados. ¡Preparados!
Preparados para que las ayudas no lleguen y comiencen los diversos esquemas de saqueo. El esquema se ha perfeccionado desde el huracán María, con los temblores y el COVID-19.
Saben que deben dirigir las ayudas a grupos de organizaciones que puedan controlar. Así obtienen algo de ese dinero, tienes la foto para decir que hicieron y la corrupción no se ve.
El Gobernador dice que son organizaciones sin fines de lucro (ONG) y de base de fe las que van a repartir las ayudas y recibir los fondos.
ÑEn un poquito de historia, las ONGs existen desde antes de la Guerra Fría, llegaban con sus fondos, sus proyectos y a la vez eran parte del operativo de inteligencia que consistía en “campañas de propaganda emprendidas principalmente por los Estados Unidos”.
Después de la Guerra Fría persisten para mantener el capitalismo, el imperialismo, fomentar el neoliberalismo y hacer que las cosas no cambien. De igual forma surgen los llamados tanques de ideas o Think Tank para las opciones políticas e ideológicas.
Los principales patrocinadores financieros del sector de las ONG a escala mundial son las corporaciones, los gobiernos y las organizaciones religiosas, en Puerto Rico existen las tres formas de auspicio. La pregunta es ¿a qué intereses sirven y cuál es su papel en la sociedad?
Se supone que una Organización No Gubernamental (ONG) es una entidad de iniciativa social y con fines humanitarios, que son independientes de la administración pública y que no tienen afán lucrativo. Pero la contradicción es cuando son auspiciadas con fondos públicos, entonces dejan de ser independientes de la administración pública y su función es según los fondos que le asignan. Y cuando son auspiciados por empresas sucede lo mismo. Su papel en la sociedad es hacer algo que le delegan porque el Estado deja de hacerlo.
Desde hace años investigamos las organizaciones sin fines de lucro (ONGs) que van surgiendo y cambiando el discurso de lucha. En especial comenzamos a sospechar de ellas luego del huracán María, que llegaron desde Estados Unidos a Puerto Rico para ayudar. Llegaron con sus grupos de voluntarios y en algunos casos repartían dinero o ayudas, pero no sabíamos bien de donde surgían y quiénes las financiaban.
Luego vimos cómo los que financiaban y algunos de los voluntarios de esas ONGs llegaban a comprar propiedades y fincas bajo Ley 22 de 2016.
Existen distintos tipos de ONGs y aclaro que hay organizaciones en Puerto Rico que llevan años ofreciendo excelentes servicios y después del huracán las vimos en la calle ayudando, hoy todavía lo hacen.
También después del huracán llegaron algunas que cumplieron su función social de ayuda muy bien y se fueron. No hablamos de esas.
Hablamos de las que se establecen con mucho dinero, montan todo un andamiaje, controlan los fondos y los discursos, las vemos con los políticos y en las galas de la alta sociedad.
Son de diversos tipos y se manifiestan como filantropía pero reciben fondos del gobierno o de una empresa, su fin humanitario no está claro y parece que tienen afán de lucro.
Las mismas funcionan exitosamente y están económicamente muy bien, y siempre tienen contratos del Gobierno, escriben columnas de opinión, están en debates públicos y en los medios. Se reproducen por todos lados, son religiosas, culturales, ambientales, de emprendimientos, de organización y planificación y algunas veces sociales.
Con el cambio de la Ley 22 a Ley 60 de 2019 y el cuestionamiento a estos inversores, se enmienda la ley y les exigen que deben aportar fondos para crear ONGs. Y claro que ven el negocio que le ofrecen, pueden pasar sus ganancias por ONGs que ellos controlan, no pagar impuestos y decir que están ayudando, creando empleos y reconstruyendo el país.
Tienen la oportunidad para fortalecer su dominio social, juegan con el esquema de la corrupción del gobierno al recibir fondos para ciertas actividades y desviar algo para la campaña del político.
Estas que se organizan para “ayudar” suelen surgir en torno al desastre donde organizan diversos actos y manifestaciones públicas y se insertan en la reconstrucción. Este tipo de organización trata de dirigir el discurso, buscan un lema como “Puerto Rico se levanta” por ejemplo, y dirigen el enfado hacia las actividades institucionales, al tiempo que se erige como mediador entre el gobierno y las demandas de las personas.
Esta vez no deben venir como dice el Gobernador, ya que están en Puerto Rico. Son los inversionistas de Ley 22, que vinieron, vieron la oportunidad en donde invertir su dinero y comprar propiedades. Ahora montan su ONG para volver a “ayudar”, seguir extendiendo su poder y comprar tierras y propiedades.
Parecen críticas del gobierno, tienen un discurso progresista, pero no confrontan al gobierno o al capitalismo. En su forma de no atacar el problema principal -que es la desigualdad provocada por el sistema capitalista, por las políticas de ajustes, la deuda pública y los bajos salarios-, apoyan el sistema y la explotación.
Van desmontando el discurso de lucha y resistencia, nos llevan por la vía de la dependencia y ofrecen talleres de cómo conseguir fondos (buscar fondos para mantenernos con pequeñas tareas) y en sus análisis nunca tocan el problema, aunque ofrecerán alguna solución. Contratan a los jóvenes prometedores de la Isla y los envuelven en sus políticas y tareas.
¿Cuál es el objetivo? Su tarea principal es fragmentar el accionar político, dominar el discurso y dirigir la agenda económica en tareas que no cuestionen el capitalismo.
Entonces llega el huracán Fiona y de repente los accionistas de la Ley 22 ahora Ley 60 aparecen con sus ONGs, socios y empleados voluntarios, para ayudar a limpiar y a la vez administrar fondos federales de reconstrucción.
La gente de Utuado los vio recientemente, junto al alcalde que agradeció la ayuda. Cuando la maestra de Utuado, Astrid Cruz investiga quiénes eran estos resulta que son personas auspiciadas por los ricos de los bitcoin que llegaron a la Isla por Ley 22.
Utilizan estas ONGs, envían a sus trabajadores como voluntarios para ayudar y ver por dónde pueden seguir invirtiendo y conocer qué propiedades pueden comprar.
Hacen doble trabajo, dan una pequeña ayuda, pero se llevan los fondos y mucha información valiosa de cómo controlar y comprar nuestros activos. A la vez se insertan en el discurso, hacen páginas de internet bonitas y llamativas donde explican lo que hacen y así manipulan a las personas.
Tal vez pueden auspiciar a algún político, es su aportación a cambio de seguir viviendo de la explotación, el saqueo, de la gentrificación y sin pagar impuestos.
Es la nueva forma de corrupción en un capítulo más del capitalismo-colonial del desastre. No nos dejemos engañar, si buscas donar hay organizaciones que conocemos y que hemos visto trabajar por nosotros.

Excelente artículo. Por esa amolitud del concepto ONG, prefiero categorizar a organizaciones como ASPIRA Puerto Rico, la cual tuve el honor de dirigir durante 12 años, bajo el concepto de organizaciones de base comunitaria.
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Debe decir “amplitud”.
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Genial como siempre la Dra. Martha Quiñones. Todavía no he visto una ONG que exista para erradicar la pobreza: todas se esmeran en mantenerla, «ayudando» a los pobres. Los negreros también «ayudaban» a los esclavos…
¿Por qué no se investiga quiénes son los buitres que han creado ONGs, para publicar los nombres de esas empresas?
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Gracias por su comentario!
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Felicito a la Dra. Quiñones Domínguez. Me enteré de ella en LinkedIn y la invité a intercambiar. Con este artículo cierro un “Bucle abierto” – como lo describió David Allen en su libro “Organízate con Eficacia.”
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