Por Alexis Morales – Cales
En el año 2018 dos reconocidos intelectuales sorprendieron al país usando el término “parcelera” en forma despectiva para referirse a una mujer que en ese momento estaba en medio de una controversia pública.
Eduardo Lalo llamó parcelera a Julia Keleher para describir su labor en el gobierno. Cuando otros cuestionaron y muchos se sintieron ofendidos por esas declaraciones, el dramaturgo Roberto Ramos Perea respaldó el uso despectivo de la palabra “parcelero”. Ambos usaron ese término como símbolo de lo más bajo de la sociedad y de la política baja. Miles se ofendieron, incluyéndome a mí. Había visto y escuchado esa forma de expresión anteriormente, pero lo atribuía a personas de poca formación intelectual. Ver como dos figuras de alto relieve en la literatura y la cultura hicieran lo mismo me sorprendió.
Me indigna que se usen esas palabras como insulto. En Puerto Rico, el concepto parcelas se aplicó a tres proyectos: TÍTULO QUINTO: Comunidades de parcelas residenciales de 700 metros en promedio. Se repartieron 125,000 en todo Puerto Rico. TÍTULO SEXTO: Conglomerados de parcelas agrícolas de ocho cuerdas en promedio. Se distribuyeron alrededor de 5,000 en la zona cafetalera. AYUDA MUTUA: Proyectos de viviendas a construirse en las parcelas. Consistía en un plan de trabajo comunal. El plan de trabajo era el siguiente. Se unían los vecinos en grupos de 15 familias. Un ingeniero del Departamento de Vivienda les traía un plano. Bajo la dirección del ingeniero, los vecinos trabajaban. Cada vecino tenía que trabajar en la construcción de su vivienda, y en las viviendas de sus vecinos, en ciclos de dos semanas. Un miembro de la familia servía de obrero. Los muchachos de más de 14 años servían de ayudantes. Los varones menores cargaban agua y otros materiales. Las niñas ayudaban a las madres a cocinar para todos los vecinos. Así todos trabajaban para todos. Como dijera el Dr. Salvador Arana Soto: “Una parcela es una vivienda y una familia y es la unidad o célula esencial de cada comunidad rural”. (DICCIONARIO GEOGRÁFICO DE PUERTO RICO, 1978).
Con ese modelo de trabajo, en cuestión de año y medio, los parceleros convertían un barrio pobre en una urbanización. A eso se le conocía como AYUDA MUTUA Y ESFUERZO PROPIO. Una experiencia que unía a las comunidades. Un ejemplo histórico, que permitió que 140,000 familias pobres dejaran de ser “arrimaos” en miserables casuchas para ser propietarios de modernas casas de cemento con baño dentro de la casa. Así se lograba que un picador de caña con un ingreso mensual de $15 tuviera una casa con el tamaño y elegancia de una casa de una urbanización pagando $1.50 mensuales al gobierno por los materiales. Para comparar, en ese momento las casas de urbanización pagaban $80 y 125 mensuales. Los proyectos de parcelas elevaban el nivel de vida sin elevar los ingresos, pero sin dar nada regalado. De esa forma se fomentaba una cultura de trabajo y unidad comunal.
Desde 1950 hasta 1973 los proyectos de parcelas fueron el modelo exitoso para resolver el problema de vivienda. Se formaron así 250 poblados que han usado el nombre “parcelas”. Y sepa usted que dos Miss Universe han salido de parcelas. Dayanara (1993) y Zuleyka (2006)
Al proliferar los llamados cupones de alimentos, se perdió el interés en la agricultura de sustento, y las fincas familiares de sustento propio fueron las primeras en decaer. El golpe de gracia a los proyectos de parcelas se lo dio el Plan Ocho. Con ese plan, las familias no tenían que sudar construyendo su casa, porque el gobierno alquilaba casas para que esas familias vivieran de gratis. Los últimos proyectos de parcelas con el mencionado sistema se construyeron a mediados de los ’70. Se dio el fenómeno de que el gobierno promovía los proyectos y cuando les decían a los solicitantes que tenían que trabajar en la construcción de su propio hogar, y pagar una mensualidad de $20, perdían el interés. El Plan Ocho era más atractivo. El lema de muchos puertorriqueños lo resumía el Gran Combo en una canción: “Qué bueno es vivir así, comiendo y sin trabajar”. Esa es la diferencia entre el parcelero y el mantenido.
Pero ¿saben algo? Todo el mundo es parcelero. La definición de PARCELA es: “Predio de terreno segregado de una extensión de terreno más grande. Todo lo que se segrega es una parcela. Todo solar, grande o pequeño es una parcela. Cada solar en una urbanización es una parcela. Un condominio ubica en una parcela. Incluso la Alcaldía de cada pueblo está en una parcela. Una funeraria ubica en una parcela. Y el pedazo de tierra donde ubica una tumba, está identificado como una parcela, con su número de localización. Entonces, pues, la gente nace en una parcela. Crece en parcelas, lo velan en una parcela y lo entierran en una parcela. Todo el mundo es parcelero desde el nacimiento hasta la muerte, y después de muerto sigue siendo parcelero. Espero pues, que Eduardo Lalo y Ramos Perea hayan revisado sus conceptos, siendo ellos parceleros de renombre en la cultura. Así pues, los términos “parcela” y “parcelero” debían ser motivo de orgullo, no un insulto.
(El autor es parcelero certificado de la Calle 3 #47 de Parcelas Magas en Guayanilla).
