La Biblioteca de Agüeybaná, la herencia de Juana Morales y la ‘historia’ oficial de Ricardo Alegría

Por Alexis Morales – Cales

Folclorista e Historiador

Hace 140 años comenzó una historia intrigante. La historia por su contenido ha sido puesto en pausa y han tratado de borrarla pero ha permanecido y estamos cerca de una sorprendente conclusión,

Todo comenzó con una mujer conocida como la India Juana. Era Juana Morales, de Guayanilla, esposa del hacendado Felipe Fraticelli con quien tuvo 18 hijos. A Juana se le atribuía ser la última descendiente directa del Cacique Agueybaná.

Para ese tiempo llegó a Guayanilla el sacerdote José María Nazario y Cancel. Este, además de sacerdote, era arqueólogo y estudioso de lenguas ancestrales. El sacerdote hisrtoriador visitó a la India Juana para hacer una investigación sobre la cultura taína. La India Juana le reveló la existencia de lo que llamó «los libros de Agüeybaná”. Le indicó el lugar donde se guardaba ese Tesoro histórico. Según la tradición familiar el lugar señalado era un llano entre los ríos Guayanilla y Macaná, cerca de un manantial.

El sacerdote investigador exploró el lugar indicado. Allí encontró cientos de piedras con escrituras extrañas. Conocedor de lenguajes antiguos, comenzó a tratar de descifrarlos, una tarea que entendía no podia realizar solo. Pidió ayuda a otros historiadores. Pero la Iglesia Católica detuvo la investigación y confinó al sacerdote en un cuarto de un monasterio en San Juan, donde cayó en depresión, lejos de Guayanilla y las piedras que estudiaba. Sin embargo, las piedras fueron conservadas por 80 años, cuando la Iglesia Católica española perdió su poder. ¿Por qué tal oposición?

En primer lugar, las piedras evidenciaban un origen hebreo – caldaico, remontándonos a civilizaciones del Mediterráneo. Eso le quitaría a Cristóbal Colón el título de descubridor de América. Además, desmentía el argumento de que los taínos eran una civilización primitiva que no tenía escritura.

La Iglesia vinculada al imperio español quería ocultar el hecho de que había destruido una gran civilización. Pero se añade el cuestionamiento de la herencia genética de la India Juana. La historia oficial decía que los taínos se extinguieron rápidamente pues eran muy débiles y vagos, y no aguantaron el tener que trabajar. Si Juana de verdad era taína, entonces hubo esa herencia por siglos.

En 1979 y a petición del Director de Arqueología del Instituto de Cultura, José Ortiz Aguilú, el ICP reinició el estudio de las piedras de la India Juana. Como parte del estudio se enviaron muestras de las piedras a científicos bien reputados en laboratorios especiales en California, Alemania y Checoslovaquia.

Por separado, los expertos dieron la misma conclusión: las piedras eran auténticas y propias de una civilizacion del Mediterráneo. Con esa autenticidad confirmada, el ICP continuó la investigacion. En 1982 el Dr. Pedro Escabí, director del Centro de Estudios Etnográficos de la UPR, visitó un punto en la zona rural de Guayanilla que era señalada por la tradición como el lugar donde fueron halladas las piedras históricas.

En esa investigación el Dr. Escabí encontró la ubicación de un gran yacimiento que aparentaba relacionarse con el Guaynía de Agüeybaná.

El entonces director de la Oficina de Arqueología del ICP, José Juan Ortiz Aguilú, certificó el hallazgo de otras piezas arqueológicas halladas en la expedición del Dr. Escabí. Se hizo un plan para una exploración arqueológica más a fondo.

Pero los cambios políticos volvieron a poner en pausa la historia. El ICP cayó bajo el control de hispanófilos, que no querían que se le quitara la fama y el prestigio de descubridor a Cristóbal Colón. Tampoco querían que se reconociera a los taínos como personas muy inteligentes y oprimidas por los invasores. Entre estas figuras se destacan los nombres de Ricardo Alegría y Ovidio Davila. Este último dirigió la Oficina de Arqueología tras el cambio político y detuvo todas las investigaciones. ¿Cuáles eran los argumentos de los hispanófilos? Según ellos, las marcas en cientos de piedras fueron hechas por el sacerdote con un machete. Cuando se les confrontaba con la evidencia de los cientificos, Alegría y Davila, junto al grupo de hispanófilos, decían que esos científicos eran amigos del historiador Aurelio Tío y redactaron esos informes por encargo.

En esa imputación incluyeron al Dr. Barry Fell, máxima autoridad a nivel mundial en lenguas antiguas. Juzguen ustedes mismos la validez de esos argumentos,

Pero nueva evidencia llegó en contra de los hispanófilos. El Dr. Luis Chanlate, arqueólogo y director del Museo de la UPR, presenta estudios que demostraban que los famosos indios Caribes nunca existieron. Fueron un invento de los europeos para justificar sus masacres y su tiranía. Y para ocultar el bochornoso hecho de que los taínos les infligían grandes derrotas y les destruían sus poblados, atribuyéndoles esos ataques certeros a los inexistentes Caribes.

En cuanto a la herencia genética de la India Juana, estudios genéticos han demostrado que prevalece un alto contenido genético taíno entre los puertorriqueños aún en el siglo XXI, por lo cual tenían que haber taínos puros en el siglo XIX y principios del XX.

Con toda esa evidencia, la investigación de las piedras de la India Juana coge nueva fuerza. El arqueólogo Reniel Rodríguez encabeza una investigación científica para determinar el origen de las piedras, ya que se ha demostrado su autenticidad.

La pregunta a contestar es: ¿fueron escritas en la Isla o fueron traídas desde otro lugar? Para contestar esa pregunta, el arqueólogo Dr. Reniel Rodríguez llevó una muestra de las piedras al laboratorio especializado de la Universidad de Tel Aviv, centro que es la máxima autoridad en estudios científicos sobre la arqueología.

El informe final: las piedras son auténticas, son de una civilización aún no estudiada y fueron escritas en Guayanilla hace 3 mil años. Ya los hispanófilos se han quedado sin argumentos.

Aún así continúa una resistencia entre hispanófilos que dominan el Instituto de Cultura, que siguen insistiendo que cuando a sus playas llegó Colón exclamó lleno de admiración. Porque de entrada las llamadas Piedras del Padre Nazario, o Biblioteca de Agueybaná, demuestran que mucho antes que vinieran los europeos, ya otras civilizaciones se habían establecido en Puerto Rico. Y que los taínos tenían una civilización mucho más avanzada de lo que decían los libros de historia. Esa es parte de la resistencia: la Biblioteca de Agueybaná obliga a reescribir la historia. Hay que descartar los libros que hablan de los caribes que nunca existieron, de la imaginaria historia de Guanina y Sotomayor y otros mitos hispanófilos presentados como historia.

Hay que ser objetivos. Al Dr. Ricardo Alegría hay que adjudicarle un gran trabajo en la formación del Instituto de Cultura Puertorriqueña, los centros culturales y otras grandes aportaciones, como el Instituto de Estudios Avanzados y del Caribe, que ha permitido la formación de nuevos profesionales en el estudio de la historia. Como atribuir perfección a las figuras públicas crea suspicacia, vamos a admitir que el Dr. Alegría cometió el error de minimizar la historia pre colombina para ensalzar a la que consideraba su Madre Patria.

Reducir el legado taíno a Caguanas de Utuado y ocultar 105 parques ceremoniales en toda la Isla fue privar al país de lo que aparte de ser herencia cultural, hubiera sido atractivo turístico. Y hay que decir que el arqueólogo de confianza de Alegría, Ovidio Dávila, ha entorpecido en distintas ocasiones la investigación de las Piedras del Padre Nazario y de toda la historia precolombina, también por su espíritu hispanófilo.

La historia escrita en piedra ya no está en pausa. (continuará.)

Ricardo Alegría.
Foto/Facebook (END)

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