Jaime Torres Torres
Como Neurocoach e historiador de la Salsa, he de recordar que las organizaciones feministas de los años 70 repudiaron canciones como “Las mujeres son” de la Orchestra Harlow con Ismael Miranda y el éxito “Se me fue” que Perín Vázquez compuso para El Gran Combo.
Llovían llamadas a las emisoras cada vez que se escuchaba a Ismael Rivera cantar “Si te cojo” de Bobby Capó (“si te cojo coqueteándole a otro un piñazo en un ojo te vo’a dar… Pau, pau, pau… ¡Te voy a dar!) o a Héctor Lavoe interpretar “Bandolera” de Víctor Cavalli (“y como llegaste a mí, aléjate bandolera… te voy a dar, te voy a dar pa’ que aprendas…”) que aparece en su álbum “Comedia” de 1978.
La Salsa también, como se ve, tiene sus sombras, no hay duda.
Una de las canciones que más indignación provocó fue “Que me castigue Dios” de Roberto Roena y su Apollo Sound. Particularmente por el soneo/rap que Rubén Blades escribió y cantó al final de la composición de Marcelo Salazar que, en un arreglo de Luis ‘Perico’ Ortiz, interpreta Sammy ‘El Rolo’ González en el álbum “Lucky 7” editado por Fania Internacional en 1976.
Versa así:
“Que se me seque la boca si yo te vuelvo a besar…
Y si te vuelvo a mirar, que se me nuble la vista…
Me cansó tu mal aliento que nunca te reproché…
También te huelen los pies… fo… Y sé que ni los gusanos contigo meterían mano el día que tú te mueras…
Tu eres una vaca cualquiera y yo un caballo con clase…
Ojalá y un truck te pase por encima de la cabeza…
Pa’ que salga la sucieza con que tú a mí me trataste…”
Contrario a los textos de Bad Bunny, a Roena “Que me castigue Dios” le mereció el repudio de la comunidad feminista de la época…
Hoy muchas callan y si se pronuncian es para glorificar al Conejo… Y ahora que tronó contra LUMA y el gobernador Pedro Pierluisi mucho más intocable es su discurso.
Resulta evidente que, si no es hipocresía, es desconocimiento de la historia musical, simplemente la opción más fácil de subirse a la ola o ignorar que la música forja carácter.
La presente ola de feminicidios también responde al machismo alambrado en el subconsciente a través de la información (palabras, versos, textos. soneos, etc.) que varias generaciones masculinas recibieron a través de sus filtros perceptuales.
Aquel cine mexicano macharrán, que se alambró por los ojos, y tanta canción aberrante que se calibró a través del sentido de la audición…
Baby Boomers, no pocos lamentablemente, que aprendieron a repartir palos al son de Lavoe y Maelo… Milenials que gracias al Conejo Malo sólo pensarán en sexo y darle tabla a multiplicidad de parejas…
El impacto de la procaz prosa del Conejo ya se ve y los estragos que causa, tarde o temprano, serán sentidos. Bad Bunny no promueve la violencia doméstica, pero sí la explotación de la mujer como objeto de placer sexual y eso también es violencia.
Nunca se deben subestimar las letras que, acompañadas de un denbow pegajoso, se alambran en el subconsciente, disparando cuando menos se espera conductas peligrosas y comportamientos de alto riesgo…
Si opta por reaccionar a lo leído no me ataque a mí, sino debata y rebata con argumentos serios, como el contenido de esta columna de opinión.

Aunque Bad Bunny no fomenta la violencia de género, con sus canciones, si promueve y exalta sentimientos violentos y dañinos hacia la mujer, tal como la canción “ Odio”
….
Que me perdone Dios, pero te Odio.
…
Si quieres te lo meto, pero con odio.
Creo que ese tipo de letra tiene un efecto muy nocivo para alguien que la escuche constantemente. El odio es violencia.
El Conejo Malo es un referente importante para millones, así que muchos lo emulan. Creo que como dice el escritor, se verán en el futuro la secuela de lo que hoy ya es un estilo de vida, seguir a Bad Bunny
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