Verjas invisibles en las líneas de piquete de la UPR Cayey

Educación

Por Rhina M. Jiménez

Para Prensa Sin Censura

Este viernes acaba octubre y los estudiantes de la UPR en Cayey han tomado clases solamente uno de los cuatro lunes de este mes. Tuvieron un lunes feriado, otro sin energía eléctrica y ayer, nuevamente, se encontraron con los portones cerrados.

Tal y como ocurrió durante su primer día de clases en agosto, el Sindicato de Trabajadores de la UPR en Cayey, convocó a un paro cerrando portones del campus. Su reclamo principal en ambas ocasiones fue pedir la renuncia de un supervisor, tal como se observa en las pancartas colocadas frente al portón principal. 

Según las expresiones de ayer a los medios, la rectora interina Rochellie Martínez Vivas indicó que la situación es obrero patronal y la misma se encuentra bajo evaluación e investigación institucional. También activó el plan de contingencia docente, solicitando a los profesores a que ofrezcan sus cursos en línea para darle continuidad al proceso de aprendizaje sin interrupciones. Añadió que su objetivo es mantener la estabilidad operacional del recinto y buscar soluciones que no afecten las labores académicas ni los derechos de los empleados.

Sin embargo, hay profesores que han informado a los estudiantes que no ofrecerán sus cursos en línea ya que “sería cruzar una línea de piquete”. De igual forma, el Consejo General de Estudiantes reafirmó en un comunicado de parte de su presidente, Raymond Rodríguez Burgos, que “toda actividad legítima debe realizarse sin incurrir en actos que vulneren los derechos de otros miembros de la comunidad, incluyendo el no rompimiento de líneas de piquete”. 

Cabe señalar que desde el 2022, varios recintos han acudido a los tribunales y se les han otorgado mandatos para que ninguna manifestación impida la entrada a los estudiantes y demás personal a la UPR. Reconociendo, tanto el derecho de los manifestantes como el derecho de los estudiantes y del personal de continuar con sus labores académicas y administrativas.

El paro de la UPR Cayey ocurre por la oposición del Sindicato a la restitución de un supervisor y tal como indicó la rectora, el asunto es uno obrero patronal.

Resulta interesante analizar el contexto de “cruzar líneas de piquete” desde nuestra realidad actual. Una “línea de piquete” se refiere a un grupo de personas que ejercen su libertad de expresión frente a su lugar de trabajo, con el propósito de llamar la atención y disuadir a otros para que no entren en solidaridad con su causa. Sin embargo, disuadir no es lo mismo que imponer u obligar a las personas a renunciar a su derecho de continuar con sus labores. En general se espera que otros sindicatos o grupos se mantengan en solidaridad con los que hacen un piquete, cuando hay una huelga en curso. Validando a su vez, el derecho de huelga que tienen todos los trabajadores. El acto de “cruzar líneas de piquete” se refiere a trabajar en un lugar donde hay huelga, lo cual debilitaría la posición o los reclamos de los huelguistas. Reclamos, que generalmente, afectan a la mayoría de los trabajadores. Pero hasta el momento, en la UPR Cayey no hay huelga ni receso académico decretado.

El paro de la UPR Cayey ocurre por la oposición del Sindicato a la restitución de un supervisor y tal como indicó la rectora, el asunto es uno obrero patronal. Por lo tanto, no debería afectar al resto de la comunidad universitaria. Resulta entonces difícil entender las razones por las cuales el Sindicato decidió bloquear el acceso vehicular cerrando los portones del campus, en vez de agotar otros recursos legales. Bloquear los portones en teoría es inconsecuente, ya que el campus de la UPR Cayey no tiene verjas que impidan el acceso peatonal. Desde el paso del huracán María el campus está abierto y los portones solo controlan el flujo vehicular, al igual que muchas universidades en otros países.  

En este contexto resulta poco probable que el Sindicato logre simpatía o solidaridad de parte del resto de la comunidad universitaria, dado que la “línea de piquete” resulta impráctica y poco efectiva. Impráctica porque en efecto, cualquiera puede entrar al campus a través de una franja de acceso peatonal que se extiende aproximadamente un cuarto de milla, paralelo a la carretera #14. Poco efectiva porque en tiempos post pandémicos se puede continuar ofreciendo los cursos, aunque de manera limitada, utilizando la modalidad en línea.

Actualmente hay aproximadamente 1,800 estudiantes y 200 facultativos que están a merced de lo que suceda en la “línea de piquete”.

A pesar de las expresiones del presidente del CGE, los estudiantes tienen derecho a entrar al campus para retomar sus clases de manera presencial. Pedirles solidaridad para no cruzar la “línea de piquete” sobre un asunto obrero patronal específico, no parece disuasivo sino obligatorio. Muchos podrían cuestionar la validez de dicho apoyo, ya que la restitución o destitución de un solo empleado no debería afectar los servicios educativos por los cuales pagaron una matrícula. Sobre todo, las experiencias de los laboratorios de ciencias naturales, de clases o investigación, que difícilmente pueden sustituirse por experiencias virtuales.

Aunque los profesores investigadores tengan acceso limitado a sus laboratorios para labores esenciales, los días perdidos fuera del calendario equivalen a semanas de trabajo perdidas. Precisamente, en un campus cuyos logros recaen en las investigaciones científicas e interdisciplinarias a nivel sub graduado.

En la última década hemos vivido dos eventos históricos que afectaron significativamente la educación de nuestros niños y jóvenes: el huracán María y la pandemia.

Los estudiantes que hoy cursan estudios universitarios, estuvieron en escuela intermedia durante el huracán y en escuela superior durante la pandemia. Inclusive, muchos de los universitarios candidatos a graduación, empezaron sus estudios en línea o híbridos por las extensas medidas pandémicas. Si le sumamos a eso, los días de clases perdidos por falta de energía eléctrica y los paros por cuestiones obrero patronales, estudiar en la UPR Cayey es un acto casi heroico. Mas aun cuando el concepto de educación universitaria gratis, barata o accesible ya no existe. El simplehecho de no transferirse de la UPR a una universidad privada, es algo patriótico.

En tiempos en que la UPR colapsa, no se puede subestimar el efecto que tienen los “portones cerrados”. Incluyendo el pensamiento ilusorio de que no se puede entrar físicamente a un campus que no tiene verjas, solo barreras mentalmente impuestas a una comunidad universitaria que entrega susderechos sin cuestionamientos de justicia. 

Una vez se derriben esas barreras, serán capaces de salvar la universidad, aunque sea entrando a pie.

Recinto de Cayey de la Universidad de Puerto Rico. Foto/Rhina M. Jiménez

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