Análisis/Opinión
«Quien no conoce la historia está destinado a repetir viejos y nuevos errores.»
Marisel Flores Patton
Presidenta ProSol-UTIER Capítulo ICP
Se piensa que el proyecto de digitalización, inaugurado con tanta pompa, olé y vítores por la administración del Archivo General de Puerto Rico y el Instituto de Cultura Puertorriqueña, es una iniciativa sin precedentes. Sin embargo, esta administración ignoró la existencia de proyectos anteriores.
El primer proyecto de digitalización del Archivo General de Puerto Rico data de 1991 y consistió en la digitalización de los planos de la Serie Puentes del Fondo de Obras Públicas. Además, el Archivo de Imágenes en Movimiento y el Archivo de Música y Sonido ya habían comenzado un catálogo en línea en sus primeros años.
Años después, se desarrolló una base de datos para el Archivo Fotográfico a iniciativa de la propia archivera a cargo de la sala. Desde entonces, se han utilizado metadatos, aunque algunos han querido presentarlos como una novedad para justificar contrataciones a nivel técnico con mejores salarios que los empleados de carrera. Sin embargo, los metadatos no son más que la descripción archivística que siempre han hecho los profesionales de la disciplina.
En aquellos tiempos, el Archivo no disponía de grandes presupuestos ni de una administración con amplio conocimiento tecnológico. Incluso podría decirse que la inversión en esta área era tímida. El problema radicaba en que el Instituto de Cultura Puertorriqueña limitaba el escaso presupuesto a la conservación de colecciones y mejoras del edificio.
Hoy, la administración actual ha sepultado esa memoria y ha querido presentar su proyecto como algo completamente innovador. Sin embargo, careció de la experiencia y la capacidad de aceptar que el Instituto de Cultura Puertorriqueña no cuenta con una oficina de sistemas de información que pueda sostener un esfuerzo de esta magnitud. Actualmente, solo dispone de un personal limitado y de técnicos contratados cuya función principal es apagar incendios diariamente.
La directora del Archivo asumió el reto de demostrar que el proyecto era posible, y lo logró. Sin embargo, surgen grandes interrogantes: ¿Cómo se garantizará la continuidad de un proyecto para el cual no se ha asegurado un presupuesto recurrente? ¿Cómo se mantendrá si el personal contratado no tiene estabilidad laboral? Un proyecto de esta envergadura necesita su propia oficina de tecnología, algo con lo que no se cuenta. Toda la memoria del proyecto parece estar en la cabeza de los contratados o en la de la propia directora, quien, por razones desconocidas, no confió en el personal de carrera ni supo delegar. Tal vez porque este es su proyecto más ambicioso y su carta de presentación para futuras oportunidades.
Lamentablemente, esta administración ha sido la que peor ha manejado el recurso humano. Se les advirtió y se les ofreció apoyo. Si realmente hubieran querido garantizar la continuidad de un proyecto tan necesario como la digitalización, habrían asegurado la capacitación y participación del personal de carrera. En cambio, la misma administración que intenta justificar su permanencia argumentando que solo ellos pueden sacar adelante el proyecto, es la que lo ha gestionado de manera que su éxito dependa exclusivamente de ellos.
No se puede hablar de compromiso con la digitalización cuando no se tomaron las medidas necesarias para que el conocimiento y la experiencia quedaran dentro de la institución y no desaparecieran con los inevitables cambios administrativos que se avecinan.


Al PNP no le interesa el Archivo, ni la documentación, ni las fotos ni los libros, ni el Instituto, ni la cultura ni lo puertorriqueño… Motoras, bacalaítos y disney, nada más. ¡MUERA LA INTELIGENCIA!
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