Editorial
Jaime Torres Torres
Prensa Sin Censura
La intención, según la opinión editorial de Prensa Sin Censura, es malsana y mezquina.
La obstinación del presidente senatorial Thomas Rivera Schatz con la estadidad lo mueve a negar su abolengo y herencia cultural, de la que ha sido custodio en parte como aficionado del paso fino.
Pero primero es su obsesión con la anexión. Al inicio del tercer cuatrienio consecutivo del Partido Nuevo Progresista en el poder, TRS ha sido diligente para imponer una política anti puertorriqueña, con su blanco más reciente: el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP).
Tras el pandémico cuatrienio de Ricky Rosselló y Wanda Vázquez y los cuatro años de Pedro Pierluisi, las edificaciones históricas custodiadas por el ICP, incluidas el Archivo General y la Biblioteca Nacional, se descuidaron al extremo de su deterioro y abandono, como se evidencia en la Casa del Libro, el Museo Casa Blanca y el Fuerte San Jerónimo.
El PNP, en evidente pero fingido contubernio con la Junta de Control Fiscal, ha empobrecido al ICP, prácticamente inexistente en los centros culturales de los municipios, con recortes presupuestarios a diestra y siniestra, sin que su director Carlos Ruiz Cortés lo haya combatido porque era más cómodo para él promover las 3B que indisponerse con sus superiores.
El ICP corre la misma suerte que el Departamento de Educación y la Universidad de Puerto Rico. Destruir la educación de un pueblo es sentenciarlo a la ignorancia. Destruir su cultura es condenarlo a la pobreza de espíritu. Educación y cultura son fuerza que empodera en el libre y crítico pensamiento. Nos quieren brutos e ignorantes, parece.
Ahora, como tenebrosa y sucia baraja escondida bajo la manga, el presidente senatorial desvergonzadamente presenta el P. del S. 273 y lo refiere a la Comisión de Turismo, Recursos Naturales y Ambientales cuya presidencia asignó a su leal y fiel sierva Marissa Jiménez, vicepresidenta del Senado.
El fin es derogar la Ley Núm. 89 del 21 de junio de 1955 que creó el ICP y transferir las funciones de conservar, custodiar, restaurar y estudiar los bienes muebles e inmuebles, los activos y funciones de custodias de arte que se encontraban bajo la custodia del Instituto de Cultura Puertorriqueña al Departamento de Desarrollo Económico y Comercio.
“La riqueza de nuestra cultura no debe ser patrimonio exclusivo de un sector, sino un recurso compartido por toda la ciudadanía y ser una pieza importante en el desarrollo económico y social de Puerto Rico. Mediante esta ley buscamos proteger, promover y aprovechar el patrimonio histórico, cultural y artístico de nuestra Isla como un recurso esencial para el desarrollo económico sostenible”, versa la exposición de motivos del proyecto 273 de la autoría de Thomas Rivera Schatz.
Añade [atención al énfasis]: “Nuestra cultura, refleja el carácter único de Puerto Rico como parte de los Estados Unidos de América, integrando de manera armoniosa elementos culturales anglosajones con sus raíces indígenas, africanas y europeas”.
Y abunda: “[…] con el paso del tiempo, su estructura se ha vuelto obsoleta e incapaz de responder a las necesidades contemporáneas del sector cultural y del desarrollo económico. La falta de modernización, sumada a una creciente burocracia han generado redundancias y obstáculos que han limitado su impacto y su relevancia frente a las prioridades actuales de Puerto Rico”.
Además, el Proyecto del Senado 273, de la autoría de Rivera Schatz, detalla que “la reorganización del Instituto de Cultura Puertorriqueña bajo el Departamento de Desarrollo Económico y Comercio tiene como objetivo maximizar la eficiencia administrativa, garantizar el uso adecuado de los recursos y fomentar oportunidades que conecten nuestras expresiones culturales con los sectores económicos clave”.
Y lo más absurdo: “Todos los activos, personal, contratos, bienes muebles e inmuebles, pertenecientes al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), serán transferidos al Departamento de Desarrollo Económico (DDEC). El presupuesto remanente del Instituto de Cultura a la fecha de entrada en vigor de esta ley será transferido íntegramente al Departamento de Desarrollo Económico, a los fines de asegurar la continuidad de las operaciones y la implementación de las disposiciones establecidas en esta Ley”.
De manera aplastante y expedita se espera que la mayoría del PNP lo apruebe, incluso sin vistas públicas. El País está distraído con la política migratoria de Donald Trump, la errática gobernanza de Jenniffer González y con la pretensión de Luis A. Ferrao de desmantelar la UPR.
Ahora le corresponde a los intelectuales y personalidades culturales del País [los amigos del Ateneo Puertorriqueño, de Humanidades Puerto Rico, de la Fundación Nacional para la Cultura Popular y otras ONG] salir de la zona de confort para combatir en la calle la destrucción del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Con su disolución en el Departamento de Desarrollo Económico y Comercio se terminarán de hipotecar el patrimonio cultural y la memoria de la Nación, gracias a la traición de Thomas Rivera Schatz, a juicio de Prensa Sin Censura, el enemigo más peligroso del alma de Puerto Rico.


Puerto Rico, según los llamados Casos Insulares de 1902, «pertenece a, pero no es parte de» los EE.UU. Rivera Schatz no puede ignorar esa frase; por tanto, es un CÍNICO de primer orden.
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