EDITORIAL
JAIME TORRES TORRES
PRENSA SIN CENSURA
El 19 de abril de 2017 fue un día histórico: el Arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves entregó su anillo episcopal a la entonces incipiente Comisionada Residente en Washington, Jennifer González.
Cinco meses después el huracán María arrasó en Puerto Rico y con el desastre natural el desprecio del presidente Donald Trump a los políticos de Puerto Rico, incluida Jennifer.
En enero de 2001 el arzobispo hizo lo propio con el comisionado residente Aníbal Acevedo Vilá. Entonces tildaron al religioso de simpatizante del Partido Popular Democrático.
La entrega del anillo entraña para el portador, dicho por el propio arzobispo, el compromiso de proteger y sostener los derechos de sus compatriotas puertorriqueños.
La entrega del anillo, 16 años después, pudiera interpretarse como una estrategia orientada a disipar dudas respecto de su aparente simpatía popular y congraciarse con el Partido Nuevo Progresista que, entre 2009 y 2012, literalmente pidió su cabeza arzobispal, con sendas misivas enviadas al Papa Benedicto XVI firmadas por la ex legisladora Melinda Romero y se alega, incluso, que por el propio gobernador Luis Fortuño.
Con su ‘gesto de humildad’, el arzobispo Roberto emuló la iniciativa del primer Obispo puertorriqueño, Don Juan Alejo de Arismendi, cuando en el umbral del Siglo XIX entregó su anillo episcopal al único diputado boricua en las Cortes de Cádiz, Don Ramón Power y Giralt.
La entrega del anillo entraña para el portador, dicho por el propio arzobispo, el compromiso de proteger y sostener los derechos de sus compatriotas puertorriqueños. La intención es que tras Aníbal y Jennifer llegue al dedo meñique de la derecha del próximo comisionado residente en Washington.
El momento, con amplia cobertura de la prensa corporativa, documentó para la posteridad una imagen en la que se observa reprimir la risa a Jennifer González mientras el arzobispo reza con solemnidad.
Quien custodia el anillo episcopal es la politiquera que en los debates de 2020 frente a Aníbal Acevedo Vilá sacó a relucir instancias personales de la hoy difunta Luisa ‘Piti’ Gándara, lo que en pleno debate desencajó y desconcertó al ex gobernador popular.
La portadora del anillo episcopal es la funcionaria que desde 2017 ha anunciado alrededor de $25 mil millones en fondos federales para Puerto Rico que no se ven y la que ha sido poco proactiva en la defensa de los mejores intereses del Pueblo ante una Junta de Control Fiscal que lo condena a la pobreza.
Quien porta el anillo llegó chillando gomas en un carrito a la convención del PNP en Río Grande; calló cuando sus suegros arrasaron con manglares durante la edificación de su casa de veraneo en La Parguera y quien junto a su esposo José Yovín Vargas mostró fotos del sonograma de su embarazo de gemelos.
Curiosamente, en el meñique de la derecha ya no se observa, al menos durante la presente campaña, el anillo episcopal…
¿Quién será el próximo comisionado residente en Washington? ¿Ana Irma Rivera Lassén (Alianza PIP-VC), Pablo José Hernández (PPD), William Villafañe (PNP) o Viviana Ramírez (Proyecto Dignidad)?
24 años después, ¿el anillo terminará en el meñique de la personalidad política que resulte electa?
O, y es posible, ¿desistirá el arzobispo del acto simbólico porque ha reconocido que los políticos no son dignos de semejante distinción?
Aún resta que la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP), como hizo en 2019 al unirse al clamor nacional del ‘Ricky renuncia’, se pronuncie a favor o no de la candidatura a la gobernación de Juan Dalmau, a quien ya respaldan públicamente clérigos como Pedro Ortiz de la Diócesis de Caguas.
En el ‘Macondo a Portorricensis’ todo es posible…


J-Go no devolverá el anillo hasta que nombren un arzobispo PNP o hasta que Arizmendi resucite, lo que ocurra primero.
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