No es lo mismo la tristeza que la depresión

Rhina M. Jiménez M.S.

Para Prensa sin censura

Ha sido mucha la discusión que ha generado un mensaje en Twitter escrito por el cantautor Alejandro Sanz describiendo como se siente.

En un acto muy valiente y reconociendo que puede ser de ayuda para otras personas en la misma situación, Alejandro expresó en parte: “Estoy triste y cansado… Estoy trabajando para que se me pase. Pero a veces no quiero ni estar… Si te sirve, yo me siento igual.”

Una declaración muy íntima y poderosa que nos estimula a discutir las diferencias entre la tristeza y la depresión.

La tristeza es una emoción, tal como lo es la alegría, la ira, la sorpresa, la aversión o el miedo. Fisiológicamente, las emociones son respuestas a estímulos de nuestro ambiente que sirven para adaptarnos a algún tipo de cambio. Por ejemplo, si nos ocurre un suceso que nos evoque miedo, nuestra respuesta será buscar protección de alguna forma. Si un estímulo nos provoca alegría, vamos a querer repetir el suceso porque es agradable. De forma similar, si ocurre un suceso el cual nos haga sentir tristes, vamos a motivarnos a tener una reintegración personal. La tristeza nos ayuda a superar pérdidas, desilusiones o fracasos al hacer una introspección y aceptar la realidad del cambio. Como toda emoción, la tristeza es pasajera y tiene el propósito de preservar nuestra supervivencia.

Sin embargo, muchas veces las personas confunden los términos “tristeza” y “depresión” al usarlos como si fuesen sinónimos. La depresión, contrario a la tristeza, no es una emoción sino una enfermedad mental. Algunos síntomas de la depresión incluyen: sentimientos de tristeza, angustia, falta de interés para realizar actividades, cambios de apetito, problemas de concentración, sentimientos de inutilidad e ideaciones suicidas.

Los síntomas no son pasajeros, al contrario, son persistentes y es por eso que requiere de un tratamiento que incluya psicoterapia y a veces medicación. Hay muchos factores fisiológicos, hereditarios y ambientales que pueden causar depresión. Afortunadamente, hay vasto conocimiento acerca de los neurotransmisores y mecanismos neurológicos causantes de la depresión lo cual ayuda al desarrollo de medicamentos o terapias altamente efectivas.

Establecidas ya las diferencias entre los conceptos de tristeza y depresión, debemos entender de una vez que el tener problemas emocionales no es lo mismo que tener una enfermedad mental. Los problemas emocionales se pueden manejar por el individuo con o sin ayuda de terceros. Son temporeros y no afectan significativamente la calidad de vida o el funcionamiento normal de la persona.

Sin embargo, una enfermedad mental es algo serio, que requiere de la intervención de profesionales de la salud especializados en la conducta humana y en las funciones del cerebro. Un problema emocional no conlleva un riesgo inherente, pero una enfermedad mental puede causar la muerte.

Hay uno de los síntomas de la depresión que es el más difícil de expresar, para quien lo siente y más difícil de entender para quien lo recibe. Ese sentimiento de inutilidad o como dijo Alejandro: “a veces no quiero ni estar”, es el que nos ahoga y nos empuja a pedir ayuda, en el mejor de los casos. Hay una fina línea y un camino corto entre sentirse inútil, no querer estar y hacerse de la idea de no querer existir.

Sentirse triste no es razón suficiente para no querer existir, pero la depresión si nos puede poner esa idea en la cabeza. Algunos con ayuda profesional podemos alejarnos de la idea suicida. Desafortunadamente, hay personas que van de la idea al plan y del plan a la ejecución.

El hablar sobre el suicidio en nuestro país sigue siendo un tabú y el gobierno lo trata de resolver con campañas vacías y líneas telefónicas de “ayuda”. Quien ya tiene un plan y lo piensa ejecutar, lo menos que va a hacer es agarrar un teléfono para hablar con un extraño y decirle cómo se siente.

Pretenden normalizar las enfermedades mentales y encajonarlas como problemas emocionales. Pero eso responde al estigma que seguimos cargando y perpetuando, aunque se establezca el mes de mayo para la concientización (no celebración) de la salud mental.

Necesitamos más personas como Alejandro, que expresen como se sienten sin tapujos y con toda la sinceridad del mundo. Sin “entrar al ruido inútil”, o sea, sin crear alguna pauta que no tenga sentido ni propósito. El querer ventilar, escribir, compartir con otras personas como uno se siente, es muy útil en el proceso de recuperación durante una crisis.

SGracias Alejandro porque yo tampoco estoy bien. Me siento triste, cansada y a veces no quiero ni estar. Escribo igual por ser sincera y no por entrar al ruido inútil. También te escucho y recuerdo que una vez escribiste: “No es lo mismo ser que estar, no es lo mismo estar que quedarse, ¡qué va! Tampoco quedarse es igual que parar, no es lo mismo.”

Espero que ambos queramos “estar” y “quedarnos” por muchos años sin “parar”.

2 comentarios en “No es lo mismo la tristeza que la depresión

  1. Concurro con que la depresión es una enfermedad mental, ahora bien, le compete a los profesionales de la salud determinar si en efecto la tristeza que sienten las personas por periodos prolongados, es en efecto depresión. No somos nosotros, los que determinamos, si tenemos o no depresión; si no un profesional de la salud. Las personas, sólo pueden describir como se sienten y si se sienten triste por periodo prolongado pudiera ser diagnosticado como depresión o no. El profesional de salud lo determinará.

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