Análisis y Opinión del Periodista Alexis Morales-Cales
La situación actual de la prensa en Puerto Rico lleva a unas interrogantes. ¿Quién es periodista? ¿Quién decide el que es y el que no lo es? ¿Hay una definición que sirva de referencia o guía?
Años atrás me enfrenté a ese dilema. Había tenido unas situaciones en las cuales necesitaba apoyo. Unas figuras de gran influencia en los medios determinaron que la prensa como colectivo no podía solidarizarse con casos como el mío porque yo no era periodista activo. Les contesté: “Tengo tantas notas de prensa publicadas y tantos reportajes radiales tan solo en el último año, ¿por qué no soy periodista activo?”
Me ripostan. “Se denomina periodista activo al que genera más del 50% de sus ingresos con sus trabajos en la prensa”. Un tiempo antes, yo generaba el 70% de mis ingresos con trabajos en los medios. Eso fue para el tiempo en que la Asociación de Periodistas de Puerto Rico estaba sólida, con capítulos en las principales ciudades de la Isla.
Luego, por las circunstancias, mi mayor fuente de sustento llegaron a ser mis trabajos en la música, y de acuerdo a la definición establecida en la Isla, ya no era periodista activo. Suena lógico hasta que se hacen unas preguntas que nadie ha contestado. ¿Es el factor económico lo que determina si alguien es o no es periodista activo? Aunque haga la misma cantidad de trabajo de prensa, si unos contratos como músico y compositor me generan más dinero al mismo tiempo, ¿ese ingreso repentino me saca de la categoría de periodista activo?
Por otro lado, el uso y costumbre es que las credenciales de prensa las estaba dando en forma exclusiva el Departamento de Estado. Un comité de periodistas le decía al gobierno quién era y quién no era periodista.
Al entregarle esa potestad al gobierno, ¿no se estaba sometiendo la prensa a la voluntad política? Otro argumento que se llegó a esgrimir es que el título de periodista solo se le debía dar a los graduados de Periodismo de las universidades. Tal criterio lo establecieron unas empresas y fue aceptado por un buen grupo de los dominantes de la prensa. No se pudo establecer firmemente esa exigencia, pues gran parte de los obreros de prensa nunca estuvieron en una escuela de comunicaciones, tenían otra preparación. Aplicar esa regla hubiera requerido sacar de los medios a figuras destacadas y respetadas por todo el país.
Ejemplos: Néstor Figueroa Lugo, Guillermo José Torres, y otros talentosos comunicadores hubieran quedado fuera de la prensa. Siguiendo esos criterios, las empresas de comunicaciones decidían que sus empleados eran periodistas, y firmaban la autorización para que el Departamento de Estado les diera la credencial.
Así empresas mediáticas llegaron a compartir la potestad de reglamentar el periodismo en la Isla. Política y comercio estarían definiendo la profesión del periodismo.
Esa indefinición en torno a la profesión del periodismo ha llevado a la prensa a una crisis existencial. Agravada por la entrada de los llamados “analistas”, que son aceptados como parte de la prensa. Analista es, en realidad, cualquier político activo o inactivo, incluso uno fracasado sacado del olvido por una empresa de comunicaciones que lo traslada de la política a la prensa.
Analistas en su significado real, son otros, los que no confunden el análisis con la opinión. El analista examina el pasado para entender el presente y proyectar hacia el futuro. Ejemplo de análisis fue el que hizo el economista Mohinder Bhattia en 1978. El economista experto hizo un análisis del origen de los sistemas del retiro y su condición en los años 70, haciendo una proyección de una debacle de esos sistemas en el nuevo milenio. Dando al mismo tiempo unas recomendaciones de cómo evitar ese desastre financiero. Siguiendo ese mismo método analítico, se pueden entender diversos aspectos de la realidad puertorriqueña sin limitarse al aquí y ahora. Analizar, pues, no es decir que tal partido o tal gobernador han creado la crisis, sino ubicar en fecha y lugar los factores y traer al presente para entender el país actual.
Tal indefinición con definiciones mal hechas, ha provocado la necesidad de una Prensa Independiente que no esté atada ni a entidades políticas ni al comercio. Siendo un fenómeno que toma fuerza recientemente, no se puede esperar perfección en la prensa independiente.
Hay cosas que corregir, y tiempo para corregirlas. Al igual que mentes capaces para ello. Comencemos por definir. Advirtiendo que en la prensa independiente hay espacio para ubicar las distintas categorías de participantes. El informador objetivo, el representante y portavoz de unos grupos humanistas y sociales, y el analista. Cada uno debe tener su lugar, con derecho a que se le respete su lugar y el deber de respetar el lugar del otro.
¿Cómo se puede lograr esa armonía en la prensa independiente? Le dejo la respuesta a los que saben más que yo.
