La pirotecnia; el negocio de los veterinarios, la laxitud de la Policía y la inescrupulosidad ciudadana

Editorial de Prensa sin censura

JAIME TORRES TORRES

Don Mengol, porteador público de 80 años, jugaba dominó con sus amigos, cuando un mozalbete tiró un petardo y la detonación le provocó un infarto fulminante.

Willy, jovencito autista de 12 años, experimentó un ataque de pánico que degeneró en otro de epilepsia que le arrebató la vida un fin de año por la estruendosidad de las detonaciones en su vecindario.

Akira ladró desesperada cuando escuchó las primeras explosiones de Nochebuena. Parecían cuartos de dinamita y quién sabe qué otra cosa, pero corrió despavorida, rompió una verja y se perdió.

La abrazadera, los calmantes y el aceite de cáñamo no la tranquilizaron. Su familia la buscó y cuando la hallaron una de sus patitas delanteras estaba fracturada y sus quejidos de dolor estremecían sus almas.

La Despedida de Año, con mucho pesar para sus dueños, Akira la pasará encerrada en una jaula.

La historia de Chanel es parecida.

Con la detonación de pirotecnia, aunque fuera a una milla de distancia, se desesperaba y huía. Llegó, con su lomo, a romper ventanas para entrar a la casa. Con sus patas y colmillos rompió puertas de madera. Escarbó bajo verjas para deslizarse por un hueco, correr e intentar huir cruzando por un portón del vecindario, donde casi muere desnucada al no poder cruzar con su cuerpo.

Una tarde su amo la encontró sin aliento y con los ojos vidriosos. Desesperadamente, sopló a su hocico y le devolvió el aliento, trasladándose de inmediato a la clínica veterinaria.

¿Qué tuvieron en común los difuntos Mengol y Willy? Que la detonación de pirotecnia les hizo mucho daño…

¿Qué tienen en común Akira y Chanel? Que, como no pocos perros y gatos, tampoco soportan la detonación de pirotecnia. También que sus dueños cada año se apertrechan en el veterinario para, al final, despertar de un leve letargo y ladrar desesperadas.

Hace unos años se reportó de un perro de la Unidad Canina de la Policía que no soportó las detonaciones y murió de un infarto.

La realidad es que la pirotecnia, de manera insospechada, hace su agosto en cada diciembre, burlándose de los agentes de la Unidad de Explosivos de la Policía por su contrabando en las comunidades.

Ha faltado voluntad. De un lado, del Colegio de Veterinarios de Puerto Rico, que -tal y como sucede con tantos fármacos- experimentan bonanza en esta época, pero sin resolver problemas porque lo que recetan es para tranquilizar a las mascotas, no para aislar de su agudo sentido de la audición el desesperante ruido de cada detonación.

¿Los políticos? Bien, gracias.

El año pasado, el hoy retirado legislador Henry Newman, quien presidió la Comisión de Seguridad Pública y Asuntos del Veterano del Senado, presentó el PS 502 que buscaba prohibir el uso, posesión y distribución de artificios de pirotecnia a los fines de proteger la salud física y emocional de los ciudadanos, proteger el ambiente y prevenir la crueldad animal.

Incluso, contempló la prohibición de su distribución y venta en todo Puerto Rico. ¿Qué pasó? Pasó sin pena ni gloria precisamente por la influencia política de los grandes intereses que se lucran con su venta y contrabando.

En la Despedida de Año no solo sufren las mascotas, sino los ancianos, los enfermos mentales y los niños autistas.

Tampoco parece que basta que cada año personas se lesionen o pierdan la vida, como ocurrió la madrugada del 1 de enero de 2022 con el estudiante de Berklee, Jared Rodríguez Calderón, cuya familia no se recupera de su trágico e inesperado deceso.

¿Qué otra tragedia se necesita que ocurra para que la policía, los veterinarios y los políticos de turno rescaten el Proyecto 502, lo atemperen a una realidad social que recrudece en Puerto Rico y prohíban para siempre la pirotecnia?

Cruzar sus brazos, recetar calmantes que raras veces funcionan y no regular el uso de la pirotecnia revelan que poco les importan los ancianos, los niños autistas y las mascotas…

Akira, tras la fractura de patita delantera al escapar asustada por las detonaciones.
Akira con un vendaje.
Radiografías de la fractura.
Fotos/suministradas

Un comentario en “La pirotecnia; el negocio de los veterinarios, la laxitud de la Policía y la inescrupulosidad ciudadana

  1. Los primeros en dar el ejemplo son los Alcaldes de todos los municipios.

    Durante las fiestas patronales, fiestas de la arepa y otras festividades, noche buena, ano viejo, en la plaza publica o en el techo de las alcaldias tiran cohetes con dinamita que en el caso de la ciudad de Fajardo, Puerto Rico; la detonacion se escucha a 10 kilometros circunferenciales en las urbanizaciones y campos.

    Esa practica de fuegos artificiales y cohetes con dinamita por parte de los alcaldes lleva mas de 7 decadas.

    Los ciudadanos imitan a los alcaldes. Monkie si monkie no.

    Las detonaciones se realizan desde las 6:30 p.m. , 12 de la noche y 5 de la madrugada.

    Tienen que empezar por la prohibicion de los municipios.

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