(Nota del Editor: Séptimo artículo de una serie sobre el impacto de las farmacéuticas al medioambiente y a la salud de los habitantes de Puerto Rico)
Publicado por Hedge Clippers
Cuando el huracán María pasó por Puerto Rico en el 2017, devastó una red eléctrica que ya,
de por sí, era frágil. Una cifra récord de
1,5 millones de clientes se quedaron sin energía eléctrica en el apagón más grande de la historia de los Estados Unidos. Luego del huracán,
las operaciones de algunas compañías farmacéuticas estadounidenses, como AbbVie, no se afectaron porque funcionaban con “unidades independientes de generación de energía”.
Aunque continuaron las operaciones farmacéuticas, muchos de los empleados de AbbVie que vivían cerca de la planta de Jayuya tenían problemas con conseguir energía eléctrica a un año del huracán.
En las palabras de un gerente general de una instalación farmacéutica: “Muchas personas decían que estar aquí en el trabajo no era la realidad. Era un lujo en aquel momento. Teníamos aire acondicionado, teníamos comunicación, agua potable, comida caliente. Y podías trabajar. Cuando la gente se iba a sus casas era una vida distinta”.
Además de los generadores de diésel, se ha reportado que las corporaciones farmacéuticas dependieron de la labor de personas encarceladas para reparar el daño ocasionado por la tormenta a sus instalaciones.
En Guayama, Pfizer usó la mano de obra de personas que se encontraban en un centro de detención de mínima seguridad para reparar las verjas de sus instalaciones. A cambio de ello, se dice que la corporación permitió que la prisión se llevara agua potable de la manufacturera a la prisión.
Las personas en las cárceles de toda la
isla se enfrentaron a una falta de agua y energía eléctrica graves, así como a inundaciones peligrosas después de María.
Aunque es positivo que las personas de la cárcel de Guayama eventualmente aseguraron el acceso al agua potable, no debió habérseles requerido su fuerza laboral a cambio de un recurso vital.
LAS EMISIONES 24/7 DE LOS GENERADORES DE DIÉSEL DE LAS FARMACÉUTICAS
Después del huracán María, la mayoría de las compañías farmacéuticas estadounidenses dependían de generadores de emergencia para continuar sus operaciones.
Se ha reportado que las instalaciones industriales funcionaron con generadores de diésel por meses después del huracán. Además las instalaciones de Amgen en Juncos funcionaron con generadores diésel por 120 días corridos.
Puerto Rico produce muchos medicamentos que salvan vidas o que las sostienen y es “la única fuente” de muchos de estos medicamentos vitales.
Según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), alrededor de 40 medicamentos cruciales se producen mera o principalmente en Puerto Rico, incluso medicamentos para el VIH y medicamentos inyectables.
Al momento del huracán María, había 14 productos de “única fuente” que no se hacían en ningún otro lugar del mundo.
Aunque el uso ininterrumpido de generadores de diésel permitió que las fábricas farmacéuticas continuaran la producción de medicamentos, hubo efectos imprevistos sobre la salud de las comunidades cercanas.
EL EFECTO DAÑINO DE LOS GENERADORES DE DIÉSEL
A pesar de que muchas comunidades y empresas puertorriqueñas dependen de generadores de diésel, debido a la escala y la envergadura de las operaciones farmacéuticas en Puerto Rico, sus emisiones de diésel después del huracán son probablemente considerables.
La información es limitada, ya que provenía de instrumentos que usaba la Junta de Calidad Ambiental de Puerto Rico para monitorear la contaminación del aire y que brindaban datos específicos a la industria farmacéutica fueron afectados por el huracán. Pero queda claro que el uso generalizado de los generadores de diésel sí aumentó las emisiones tóxicas al aire en Puerto Rico.
Los generadores de diésel contaminan el aire y contribuyen a muchos problemas respiratorios.
Existen investigaciones que demuestran que “las emisiones de diésel contienen más de 40 contaminantes tóxicos de aire, lo que incluye a muchas sustancias que se sabe o se sospecha que causan cáncer, como el benceno, el arsénico y el formaldehído.
También contienen otros contaminantes ambientales nocivos, como el óxido de nitrógeno, que en estos momentos es la emisión que ocasiona el agotamiento más significativo del ozono”.
En los EE. UU. las emisiones de diésel son responsables por hasta el 70 % del riesgo de cáncer asociado con la contaminación tóxica del aire. En el 2017, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), alertó a los puertorriqueños que usar generadores eléctricos podría ocasionar incendios, electrocuciones y envenenamiento por monóxido de carbono. Sin embargo, la agencia federal no mencionó el riesgo de contaminación del aire que representa el diésel.
GENERADORES ELÉCTRICOS EXCLUSIVOS PARA LAS FARMACÉUTICAS
El huracán María provocó que muchas corporaciones farmacéuticas estadounidenses construyeran o fortalecieran sistemas de emergencia de suplido de energía eléctrica. Por ejemplo, Mylan aparentemente construyó su propia planta de generación eléctrica en sus instalaciones, mientras que Amgen invirtió $40 millones en una planta de cogeneración después del huracán María.
Muchas corporaciones farmacéuticas están creando sus propias plantas de generación de energía o microrredes y están adentrándose a las fuentes de energía renovable como la solar, la eólica y el poder geotérmico del océano.
Varias corporaciones farmacéuticas que operan en Puerto Rico se han comprometido con adquirir el 100% de su electricidad de fuentes renovables.
Aunque esto podría potencialmente reducir las emisiones industriales nocivas de diésel para los puertorriqueños, no repararía la red eléctrica fallida de Puerto Rico ni enfrentará los problemas perduraderos con el servicio poco confiable, costoso y vulnerable ante los eventos meteorológicos catastróficos propulsados por el cambio climático.
También significa que las corporaciones farmacéuticas permanecen principalmente aisladas de las duras realidades a las que se enfrentan las comunidades puertorriqueñas.
La red eléctrica de Puerto Rico recibió una nota de “D” por parte de la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles en el 2019 y constantemente sufre de apagones. Una investigación de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de los EE. UU. halló que para julio de 2019 “ni FEMA ni HUD habían subvencionado proyectos a largo plazo de recuperación de la red eléctrica de Puerto Rico”, a pesar de que FEMA había otorgado cerca de $5.7 mil millones para entonces.
En junio de 2020, la Junta de Supervisión y Administración Financiera para Puerto Rico, una entidad que ni fue electa ni rinde cuentas y que fue designada por el Congreso, privatizó la compañía pública de energía eléctrica e instaló a LUMA Energy, una empresa conjunta, para que le brindará servicio eléctrico al archipiélago.
La mitad le pertenece a Quanta Services, de Texas; y la otra a la compañía canadiense de petróleo y gas ATCO.
El sistema eléctrico de Puerto Rico depende grandemente de los combustibles fósiles como el petróleo y el carbón. Solo el 3% de la red eléctrica proviene de la energía renovable. A nivel mundial, el sector farmacéutico está aumentando las emisiones de carbono.
