Las grandes farmacéuticas arrasan con los escasos recursos naturales de Puerto Rico en medio de la crisis climática

(Nota del Editor: Cuarto artículo de una serie sobre el impacto de las farmacéuticas al medioambiente y a la salud de los habitantes de Puerto Rico)

Publicado por Hedge Clippers

Las grandes farmacéuticas no solo contaminan los acueductos de Puerto Rico; también están acabando con este recurso escaso. Muchas de las fuentes de agua dulce del archipiélago como las quebradas, los lagos y los acuíferos están agotándose velozmente.

Aunque las investigaciones recientes son limitadas, existen estudios anteriores que revelan momentos en los que las manufactureras farmacéuticas y químicas tomaban 7,38 millones de galones de aguas subterráneas diariamente del acuífero más grande de la costa norte de Puerto Rico.

Las compañías farmacéuticas fueron responsables del 37% de las retracciones de agua en el año 2000.

Los efectos cada vez más graves del cambio climático se suman al agotamiento del agua subterránea de Puerto Rico. El ochenta y cinco por ciento de los habitantes de Puerto Rico vive a cinco millas de la costa. El aumento en los niveles del mar (que se proyecta que alcance las 22 pulgadas para el 2060) y el incremento de inundaciones y marejadas ciclónicas representan riesgos graves para la seguridad de los pueblos costeros puertorriqueños.

El cambio climático también está propulsando que aumenten las sequías y la inseguridad alimentaria, que haya más tormentas tropicales y huracanes severos, que mueran los corales, así como otros daños irreversibles al medioambiente que implican una amenaza grave para los puertorriqueños.

Los sitios designados como parte del Programa del Superfondo de la EPA están en mayor riesgo (pero están terriblemente desprevenidos) para las inundaciones, las marejadas ciclónicas y para otros eventos creados por el cambio climático.

El incremento en los niveles del mar y el agotamiento de las fuentes de agua dulce también amenazan la viabilidad a largo plazo de las operaciones de las farmacéuticas en Puerto Rico.

Este sector amenazará con abandonar la isla si se revocan sus lucrativas exenciones contributivas y su estatus preferencial de contribuciones.

Sin embargo, la realidad es que es más probable que sus propias prácticas ambientales insostenibles provoquen un éxodo de farmacéuticas del archipiélago.

FARMACÉUTICA CONTAMINADORA: MERCK SHARP & DOHME EN BARCELONETA

Merck es responsable por nueve sitios del Superfondo designados por la EPA en los Estados Unidos: en California, Pensilvania, Virginia, Nueva Jersey, Georgia y en Barceloneta, Puerto Rico.

Tan reciente como en septiembre de 2021, la EPA citó a las instalaciones de Merck en Puerto Rico por violaciones a la Ley de Agua Potable Segura y por posibles patógenos en el agua potable. El cien por ciento de la comunidad que rodea esta planta contaminante de Merck son personas de comunidades discriminadas por su raza, y más de la mitad viven con menos de $15,000 al año.

Estas instalaciones fabrican solventes, desperdicios sólidos y lodos tóxicos, y residuos de sus incineradoras. A pesar de que la planta de Barceloneta de Merck ha emitido menos categorías de contaminantes del aire en la pasada década, la emisión de naftaleno ha aumentado considerablemente desde el 2011.

Según la EPA, el naftaleno es un “posible carcinógeno humano” que puede causar daño hepático, así como daño neurológico a infantes.

Merck tiene un largo historial de negocios nebulosos diseñados para evadir o lucrarse de las regulaciones ambientales. Tan temprano como en la década de los setenta, los periodistas reportaron que Merck estaba considerando fabricar químicos para el tratamiento del agua.

Esto pudiera verse como un intento por capitalizar en el incremento de regulaciones de gobierno frente a la contaminación del agua que pudiera requerir un aumento en la compra y uso de dichos químicos.

A mediados de los noventa, Merck aparentemente llegó a un acuerdo con la compañía P.S.E.&G para comprar sus “derechos de contaminación del aire” de Nueva Jersey. Este trato permitiría que Merck emitiese muchas toneladas adicionales de los químicos que causan el esmog.

Aunque técnicamente esto está permitido, esta práctica refleja el compromiso contradictorio que tiene la compañía con las regulaciones ambientales.


Mientras Merck contamina comunidades en Puerto Rico, sus ganancias siguen creciendo exorbitantemente: sus ingresos anuales para el 2021 en todo el mundo sumaron unos $47.9 mil millones.

El año pasado, cuando Merck pasaba por una transición de directores ejecutivos, en la que Ken Frazier salía y Robert Davis ocupaba su lugar, la compañía les pagó una compensación combinada de $29 millones.

Merck puede hacer más para invertir en protecciones ambientales adecuadas para prevenir la contaminación futura por sus instalaciones y para subvencionar esfuerzos cruciales de remediación en la limpieza de los sitios tóxicos que ha creado.

La comunidad científica y ambientalista de Puerto Rico por muchos años ha denunciado que la industria farmacéutica causaba envenenamiento con mercurio, padecimientos respiratorios y cáncer.

Ya para finales de la década de 1960, hubo grupos ambientales como la Misión Industrial de Puerto Rico que se dieron cuenta de que las compañías multinacionales eran “responsables por el deterioro económico y la destrucción ambiental” de la isla.


Los grupos recopilaban historias de los trabajadores e investigaban los efectos ambientales y a la salud de la industria farmacéutica de las comunidades aledañas.

El químico y activista Dr. Neftalí García lideró los esfuerzos y alertaba sobre la necesidad de que hubiese investigaciones formales constantes sobre la exposición tóxica a los químicos, ya que él y sus colegas científicos observaban una tendencia creciente de tasas altas de cáncer y padecimientos respiratorios en Puerto Rico.

El Dr. García también apoyó la oposición de las comunidades a la contaminación por las farmacéuticas en Manatí, Barceloneta y Cidra en los años setenta.


En algunas comunidades, como las arecibeñas, los desperdicios peligrosos abandonados por las compañías farmacéuticas son solo uno de los muchos contaminantes ambientales nocivos.

Las comunidades de Arecibo se enfrentan a los efectos duraderos de la fabricación química del agente naranja, de un vertedero clandestino, de un sistema de alcantarillado ineficiente, de una fábrica de papel repleta de asbesto y de una compañía de reciclaje de baterías.

Todo esto se suma al sitio repleto de desperdicios peligrosos que se vincula con Pfizer. Las personas de la comunidad muestran tasas de asma que son casi el doble del promedio de los Estados Unidos y sufren una proporción de cáncer mayor que las comunidades cercanas.


Desde Barceloneta y Arecibo hasta Vieques y Loíza, las comunidades puertorriqueñas de todo el archipiélago se enfrentan a una incidencia inquietante de cáncer y asma.

La mera escala y magnitud de la contaminación industrial en Puerto Rico hace que sea un reto diferenciar qué fue provocado por el sector farmacéutico y qué fue causado por el ejército estadounidense u otros sitios industriales tóxicos.

No obstante, el sector farmacéutico sin lugar a duda contribuye a esta crisis de salud pública.

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