Ing. Carlos H. Díaz-Rivera, PE
Estimado presidente Ing./Abog. Edison Avilés-Deliz
Al considerar el impacto reciente del fenómeno atmosférico Fiona, muchos ciudadanos nos preguntamos por qué hemos sufrido tantos y prolongados apagones, especialmente para la porción norte de nuestra Isla, donde Fiona no tuvo ni remotamente el poder destructivo que recordamos tuvo el huracán María en 2017.
Los apagones prolongados (comenzando con el primero que fue general), sin que tuviéramos constancia de daños mayores a la red eléctrica de transmisión y distribución más cercana a nuestra vista, junto a la insensible y prepotente falta de comunicación que ha exhibido LUMA Energy desde el primer día luego del impacto de la tormenta, nos ha intensificado el sufrimiento y la ansiedad a las grandes mayorías de nuestra sociedad.
Como es sabido, la lista de sufrimientos a la gente por causa de la pérdida prolongada del servicio eléctrico en hospitales asilos y condominios, ha producido relatos dantescos de hechos que nunca debieron ocurrir.
Debe quedar claro que LUMA no nos ha presentado razones técnicamente convincentes para la ocurrencia de tantos y prolongados apagones al paso de esa tormenta. Nos preguntamos si algún día lo hará, aunque estamos obligados a no perder la esperanza de que el NEPR indague y obligue a LUMA a presentar a sus clientes esas razones, que hasta hoy siguen siendo desconocidas.
En el ánimo de que el NEPR le exigirá esas respuestas a LUMA, como parte de su función reguladora para que ésta cumpla fielmente con el contrato que el Gobierno de PR les otorgó, deseo unirme al clamor ciudadano en ese reclamo. Como lo he hecho antes, esto lo hago como ciudadano e ingeniero profesional interesado en estos asuntos. Para ello quiero aportar tres instancias en torno al desempeño de LUMA, que me parecen puntos obligados en la investigación que de estos hechos habrá de hacer el NEPR. Estas son:
1—Apagón de duración extendida y sin razón aparente en el área urbana que bordea las carreteras PR-199,176, 177 y hasta Monte Hiedra.
Me llama poderosamente la atención el que estuvimos seis (6) días sin servicio eléctrico en el área de Río Piedras-Monacillos la cual comprende una área urbana, comercial y residencial de varias urbanizaciones como El Señorial, San Gerardo, Sagrado Corazón, el sector Los Paseos, Monte Hiedra y varios condominios altos o tipo “walk-up”. Esta área no aparenta tener complicaciones especiales a la hora de requerirse reparaciones a la red eléctrica.
Digo esto porque me resulta inexplicable que haya fallado por completo el servicio a 13.2 kV que sirve toda esta área y que suponemos se origina en la subestación #1364 que sirve seis alimentadores y está localizada en la cercana instalación Monacillos TC. Eléctricamente hablando, somos una carga local para esa subestación, pues sólo una verja nos separa de ella. Más aún, no se podían observar líneas eléctricas en el suelo o postes caídos, ni dificultades para acceder a los componentes de nuestra red local de distribución, contrario al paisaje desolador que nos dejó en el 2017 el huracán María.
Ante la falta de comunicación de LUMA por informarnos la razón técnica de tan prolongado apagón, nos inclinamos por relacionar esta interrupción del servicio con los sucesos que ocasionaron un gigantesco apagón el 10 de junio de 2021 y que involucró la destrucción catastrófica de esa misma subestación #1364. (Ver mis “Comentarios Analíticos al Informe de LUMA Energy Sobre el Apagón Mayor del 10 de junio de 2021”, en los récords del NEPR). Por ello, creo sensato teorizar que ambos eventos están relacionados.
En aquella ocasión LUMA sustituyó la subestación destruida con una subestación portátil pero de menor capacidad (de 44 se bajó a 33 MVA). Aunque entonces no había otra alternativa para restaurar el servicio, había dos cosas que era imperativo que LUMA hiciera desde aquel preciso momento:
I- Había que revisar y hacer los cambios necesarios en los esquemas de protección (esquemas con relés) de esa subestación, puesto que al ser el nuevo transformador de menor capacidad (33 MVA) que el siniestrado (44 MVA), las calibraciones en los relés de protección obligatoriamente cambian. Esto es así ya que la impedancia del transformador sustituto es diferente a la del transformador original. Esto adquiere más importancia por el hecho de que, por experiencia, esas subestaciones portátiles-temporeras eventualmente se convierten en permanentes. En el contexto de las averías esperadas con operaciones frecuentes de los disyuntores durante la tormenta, se propicia el ambiente para que ocurran daños insospechados a la subestación, si no está bien protegida. Si LUMA no actualizó la nueva protección a la instalación, entonces pecó por impericia y/o dejadez.
II- El segundo paso que LUMA tenía que ejercer entonces, lo era ordenar sin dilación a la fábrica un transformador de 44 MVA idéntico al siniestrado. El hecho es que estos grandes transformadores no se almacenan en cantidades y son de fabricación larga, pues hay que hacer turno en la fábrica antes que se atienda el pedido de un cliente. Tampoco los podemos conseguir en la ferretería de la esquina. Por lo tanto, no se puede perder tiempo alguno en iniciar los procesos para la obtención de un nuevo transformador. Puesto que ya han pasado quince meses (15) desde aquel suceso, si LUMA no ha ordenado aún el transformador sustituto, entonces le cabe la misma acusación de impericia y/o dejadez.
2- Frecuencia y duración de los eventos de interrupción del servicio
Ya es evidente que en la red eléctrica actual tenemos más averías y/o éstas son de mayor duración que antes. Observando las tomas de video en los noticieros y por observación personal a los empleados de LUMA laborando, estoy convencido de que este aumento en averías y de la duración mayor de éstas, tiene una relación directa con el hecho de que los empleados de LUMA no quieren trabajar con líneas vivas de alta tensión, como era el requerimiento de labores para los celadores II y III en la antigua AFF y luego AEE. Yo soy testigo de ver a aquellos compañeros arriesgando su vida subiendo a postes de madera con correa y “espuelines” y rodeados de líneas vivas. Durante las restauraciones de los huracanes Hugo, Georges y María, tuvimos varios casos tristes de celadores que murieron electrocutados y otros severamente accidentados, en el afán por retornar el servicio eléctrico a la población en el menor tiempo posible.
Por el contrario, los celadores de LUMA realmente son peritos electricistas que no tienen ni remotamente las destrezas y la experiencia de aquellos celadores históricos de la AFF- AEE. Por tal razón, cuando van a trabajar en un poste o instalación, aunque lo hagan desde un camión-canasto, requieren que todo componente esté sin voltaje (“muerto”) y entonces comienzan a poner conexiones a tierra a todos los componentes cercanos que van a reparar, para añadir aún más a su seguridad.
[Bajo esta simplificada “Descripción de los Deberes de la Plaza”, con sólo tener algunas nociones de electricidad y la aptitud física, pero sin destrezas para trabajar dispositivos de alta tensión en vivo, cualquiera cualifica para celador II y III con LUMA].
Entonces, no es difícil ver que, con esta práctica, estos “celadores” extienden una avería al desconectar circuitos en servicio, para reparar otros que sí tienen fallas en el mismo lugar. De esta forma, una avería que involucraba a mil clientes, se puede convertir en una desconexión de servicio para cinco mil clientes.
En resumen, si LUMA se comprometió por contrato a ofrecernos un servicio eléctrico de calidad mejor que el que teníamos, entonces se le debe requerir que tenga los empleados suficientes en número y debidamente entrenados para trabajar con líneas vivas, como cualquier otro celador en el mundo que sienta el orgullo de ser así reconocido.
3- Intromisión de LUMA en el despacho de generación de la AEE
Hace pocos días escuché por las noticias una queja de la AEE en cuanto al proceder de LUMA en inmiscuirse en los detalles de las operaciones de generación eléctrica que le corresponden a la AEE, como lo es el despacho de potencia a repartirse entre las generatrices disponibles en un momento dado. Esta actuación es claramente una fuera del alcance del contrato que se le concedió, que no incluía administrar el sistema de generación. Esto es el resultado esperado de haberle cedido a LUMA la operación absoluta del Centro de Control de Energía (CCE) en Monacillos. Yo fui una de las voces que advirtió entonces que eso era contraproducente, pues quien opere y controle el CCE, controla todo lo que tiene que ver con el servicio eléctrico en nuestra Isla.
La ley que creó en su origen a la AFF (luego AEE) especifica que ésta habrá de proveer el servicio eléctrico al menor costo posible. Para ello las unidades generatrices tienen que operar en todo momento (demanda pico, mediana o baja) bajo un esquema que conocemos como Despacho Económico (D.E.), lo cual es un principio universalmente reconocido en la industria de la generación eléctrica.
Para cualquier empresa que genere potencia eléctrica, el alejarse del D.E. significa aumentar sus costos de operación y así se encarece el servicio a los clientes. Con su pretensión, que se facilita con lo que parece ser una posición sumisa de la AEE, LUMA nos empuja a recibir un servicio por electricidad cada vez más caro y obliga así a la AEE a endeudarse cada vez más. Bajo ese estado de cosas, no puede aspirar la AEE a superar las dificultades económicas que la aquejan.
No menos importante es señalar, que en la planificación y diseño de los sistemas de transmisión y generación en la AFF-AEE, así como en las evaluaciones para establecer las tarifas por servicio eléctrico, presupuestos de combustibles, etc.; una premisa esencial siempre lo fue que el sistema de generación habría de operar bajo D.E.
El empeño de LUMA en querer dirigir la generación eléctrica fuera del D.E. pone a ésta en la posición de operar una red de transmisión que no se planificó para que operara ajena al D.E. de la generación. Esa contradicción le tiene que provocar dificultades diarias adicionales a LUMA para poder operar la red de transmisión en acuerdo con las normas de diseño. Pero lo que es del todo inaceptable, es que esta pretensión de LUMA empuja a la AEE a incumplir su propia ley orgánica, lo que encarece el servicio eléctrico a prestar.
Confío que estos apuntes sobre lo que a mi juicio son desviaciones contractuales de LUMA Energy, sirvan para lograr una eficaz fiscalización de parte del NEPR, en su función ministerial como ente regulador de ese contrato.
