Proyecto de Plebiscito: ¿euforia de carrusel?

Antonio Camacho

Corren al carrusel a montarse en el caballito de madera; eufóricos mientras dura el breve paseo. El operador detiene la máquina… Para que siga la euforia se necesita un nuevo boleto y esperar a que el operador complacido la ponga de nuevo en marcha.

No perdamos la perspectiva, Puerto Rico es una colonia de ese vasto imperio llamado Estados Unidos, lo ha sido por 124 años. Es su propiedad, un botín de guerra de una gran importancia geopolítica, militar y económica. Una mina de explotación financiera y territorio de dumpingpara los productos de segunda, tercera y cuarta clase que nos venden como de primera. Bajo el presente status las grandes compañías disfrutan de unos privilegios que difícilmente podrían disfrutar bajo la estadidad o la independencia. ¿Se arriesgarían a perder, por ejemplo las navieras americanas, los suculentos beneficios que obtienen bajo las leyes de cabotaje? Si vieran amenazados sus intereses, no es difícil imaginar su ejército de cabilderos corriendo por los pasillos del capitolio inyectando grandes sumas de dinero en las campañas de los congresistas.

Podemos asegurar que nunca Estados Unidos ha estado inclinado a hacer cambio político fundamental alguno en su relación con Puerto Rico, a menos que las circunstancia así se lo exigieran. Repasemos la historia.

Para los albores de 1900 la tiranía y explotación del régimen militar yanqui había generado un gran descontento en la población nativa, especialmente entre los comerciantes puertorriqueños. Crecía el sentimiento separatista y una figura como Evaristo Izcoa Díaz , periodista que denunciaba abiertamente la tiranía , fue encarcelado en las mazmorras de Ponce. Para apaciguar la situación, el Congreso aprobó el Acta Foraker, en la cual el poder político y económico real de la Isla permanecía bajo el Presidente y el Congreso de Estados Unidos; pero se daba la sensación de gobierno propio con la creación de una Cámara de Diputados cuyos miembros eran elegidos por una pequeña minoría de puertorriqueños. El liderato puertorriqueño se tragó el anzuelo. Los reformistas, tanto asimilistas como autonomistas, corrieron a organizar partidos para disputarse los puestos públicos.

En 1917 Estados Unidos estaba enfrascado en una guerra y necesitaba crear estatutos de ley uniformes para la población de sus posesiones; además,  necesitaba despejar el camino para la futura aplicación de la ley seca, las leyes de cabotaje y el reclutamiento militar de los jóvenes boricuas. Para Justificar ante el mundo esto último, debía darle un enchape de ciudadanía americana a los puertorriqueños, y así lo hizo. El Acta Jones cumplió fehacientemente con todos esos propósitos.

¿Que podríamos decir de la Ley 600 de 3 de julio de 1951? ¿Cuándo y por qué se aprobó? El sentimiento nacionalista estaba en auge. El imperio trató de reprimirlo masacrando a los activistas en Río Piedras y Ponce. El nacionalismo contraatacó con  la insurrección de Jayuya, al mismo tiempo se levantaron diversas voces en las Naciones Unidas en contra del colonialismo. La situación era delicada para el Estados Unidos  y no le quedaba otra alternativa que buscar la manera de disfrazar la colonia. Es entonces cuando el Congreso aprobó la Ley 600, llamada Ley del Gobernador Electivo. Luego de su aprobación, el Presidente Harry S. Truman proclamó ante el mundo, con todo cinismo, que Porto Rico era un país soberano. La soberanía de la Isla permanece bajo los poderes plenarios del Congreso y sus leyes aplican a los puertorriqueños sin que tengamos participación alguna en su aprobación. Lo que los padres fundadores de Estados Unidos denunciaron como tiranía de la Corona Británica; de un plumazo, sus herederos nos la atosigaron como democrática. Luego se aprobó el espejismo de la constitución de Puerto Rico; digo espejismo pues de ley suprema no tiene nada. Y ante los ojos de los incautos y del interés de los oportunistas, desde entonces la tiranía nos la venden como democracia.

Conociendo estos hechos, hagámonos la siguiente pregunta. ¿En este momento, existe alguna condición extraordinaria para que el imperio se vea forzado a hacer concesiones? La contestación es evidente, no, no la hay. Por lo tanto, este Nuevo Proyecto de Estatus no va para ningún lado, es sólo euforia de carrusel. Inclusive, podría ser aprobado por las dos cámaras, firmado como un cumplido por el Presidente de Estados Unidos y votado en unas elecciones por los puertorriqueños; pero luego de eso lo engavetan en el Congreso dejándolo dormir el sueño de la cenicienta. Y una vez más, los puertorriqueños seremos como muñequitos de plasticina en las garras imperiales.  Recordemos, para un imperio que defiende su excepcionalismo, lo único vinculante es lo que responde a sus propios intereses no a los intereses de segundos… Así ha quedado harto demostrado tanto con sus repetidas violaciones a los tratados internos con los pueblos originarios como con los tratados internacionales.

Si el idealismo no nos permite penetrar la realidad y aún no estamos convencidos, contestemos esta pregunta. ¿Cuál es la fórmula de gobierno que le es más conveniente al imperio en su relación con la colonia? Recordemos. Nosotros no decidimos por el imperio; el imperio decide por nosotros mientras no nos levantemos como pueblo.

¿La independencia?… Nunca.  Ésta sería contraria a su política expansionista de dominio y control mundial. Los estrategas imperiales saben muy bien que cualquier concesión de poder que nos hagan hoy, abre las puertas a otras concesiones mayores mañana. En un momento histórico cuando se acelera la decadencia de Estados Unidos, lo esperado es que apriete con más fuerza sus tentáculos sobre sus posesiones para evitar dividirse en pedazos.

¿La Estadidad?… El imperio está demasiado endeudado, con el agravante de una gran inflación y estancamiento económico, para echarse encima un territorio en bancarrota; un territorio donde los defensores de la anexión son los más corruptos y una declaración de estadidad, además,  provocaría inevitablemente la radicalización de los movimientos independentistas. Conocemos lo que pasó en Argelia una vez fue declarada provincia francesa. Esto es sin tomar en cuenta la tenaz renuencia y prejuicio, más que demostrado, de la mayoría de los representantes y senadores gringos de aceptar a los puertorriqueños como sus iguales. Más fuerte aún, el rechazo por los 15 estados que de seguro se opondrían por tener menos población que Puerto Rico y por lo tanto menos representación congresional.

¿Libre Asociación? Podríamos argumentar, entre otras cosas, que ésta es la formula que mejor le sirve a los intereses del imperio. Por un lado, Mantendría, de seguro, el control del éxodo de puertorriqueños al territorio continental, de la aduana, leyes de cabotaje, comunicaciones, correo y relaciones internacionales y, por otro, se libraría de gran parte de sus compromisos económicos con la Isla. Además, por el hecho que Libre Asociación tiene cierta asonancia con Libre Asociado no sería difícil convencer a las muchedumbres de incautos a votar por la misma. Sin embargo, existe un problema, la Libre Asociación se aproxima a la independencia y con el pasar del tiempo crea sentido e inclinación por la misma. En un momento de gran turbulencia imperial en que los países latinoamericanos, antes dóciles, se rebelan contra su autoridad hegemónica, es imposible imaginar que vaya a aflojar sus garras sobre su colonia en el Caribe. Asimismo, es poco probable que los estrategas imperiales guiados por los posibles beneficios de la Libre Asociación se arriesguen a empoderar las formulas de Estadidad o Independencia.

En definitiva, el Estado Libre Asociado colonial es lo que más le conviene al imperio y, por tanto, lo que se empeñará en mantener. Representa el estatus quo, el limbo político y económico en el que no tiene que preocuparse por la pérdida de la colonia en una separación o por el infierno de la estadidad en un levantamiento de rebeldía.

¿Hasta cuándo nuestra ingenuidad de pueblo colonizado va a seguir el camino que nos traza el oportunismo reformista? Sin lugar a duda, la popularidad del Partido Demócrata de Estados Unidos está cayendo en picada. Ante la grave situación económica e ineficiencia política que corroe al pueblo americano, es casi imposible que pueda ganar las elecciones generales, por lo que los representantes demócratas Nydia Velázquez, Alexandria Ocasio, Darren Soto, Steny Hoyer y otros presentan este tipo de proyecto para entusiasmar a los puertorriqueños y atraer sus votos para las próximas elecciones a la Cámara de Representantes de noviembre. Por otro lado, Jenniffer González y Pedro Pierluisi endosan el mismo como instrumento de propaganda  para sus intereses partidistas y con la expectativa de que la euforia que éste pueda levantar en el pueblo puertorriqueño sirva para distraer la atención de la epidemia de corrupción presente en todas las agencias gubernamentales.

Sin embargo, hay mucho más que eso. La colonia está sumergida en una profunda crisis. Todavía no salimos de la pandemia del Covid 19 y del estancamiento económico que causó cuando somos azotados por una inflación galopante que nos empobrece. El precio de los artículos de primera necesidad aumenta y la Junta de Control Fiscal, instrumento de tiranía, nos sigue apretando y tiene proyectado imponer otras subidas en el precio del peaje, luz, agua entre otros. El costo de la educación superior es onerosa, así como el acceso a los servicios médicos. Los salarios y pensiones están amenazados y la incertidumbre nos agobia. Ante semejante cuadro, qué mejor que crear sueños, despertar ilusiones, inventar fantasías con un proyecto de estatus que encandile y distraiga al pueblo de su situación. Durante los próximos meses nadie nos podrá librar de la constante cháchara de los portavoces, voceros y analistas de la propaganda oficial. Tratarán de hacernos creer que el proyecto es un ser vivo cuando sabemos que nació muerto..

El Frente Antielectoral (FAE) hace un llamado al pueblo a que no se deje engañar por los cantos de sirena. Este plebiscito así como todo el sistema político en la colonia, es un fraude. Es un intento más de neutralizar el encono de nuestra gente por la situación que padece y desalentar a que se organice y se tire a la calle a exigir

los derechos que por naturaleza le corresponden. Plebiscitos y elecciones no son la solución; son parte del problema. La solución está en la lucha en la calle.

¡Despierta boricua, no te dejes engañar! Frente Anti Electoral (Rompiendo Esquemas).

Los plebiscitos en Puerto Rico son sólo un boleto para dar un breve paseo eufóricos en el caballito de madera del carrusel de este gran circo colonial.

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