Residente y la libertad (¿o libertinaje?) de expresión

Lcda. Yolanda Rodríguez Torres

Para Prensa sin censura

Esta pasada semana en Puerto Rico ha pasado de todo, pero no creo que para bien.
Residente volvió a arremeter contra J Balvin. El señor René Pérez, cobijado por la libertad de expresión, envió un mensaje inflamatorio contra su oponente en el género. Las expresiones de René Pérez, albergadas en su derecho como artista, en nada contribuyen a la cultura.

Mi preocupación es que ese tipo de mensaje tiene el efecto de normalizar la violencia a través de las palabras. No sé si su “elocuente” tiraera responde a una legítima crítica o a una estrategia mediática para llamar la atención.


La libertad de expresión, ese derecho tan fundamental en una democracia, tiene sus límites morales y éticos. Al señor René Pérez, que cree tener el derecho absoluto de decir lo que le viene en gana, se le olvida que la libertad que le da el decir lo que le viene en gana, costó vidas, para alcanzarla.


Ese derecho nos da la libertad de decir la verdad, nuestra verdad y de proteger y defender la verdad de otros, los más desposeídos, los que no tienen voz.


Las palabras de riñas como las utilizadas por el señor René Pérez, llevan un mensaje equivocado a los miles de seguidores que tiene. La grandeza y genialidad de una persona comienza con la humildad, esa que carece Residente.


De lo mucho que se ha escrito de esta polémica, leí un artículo en un periódico de circulación general de una mujer que defendía y trataba de entender a Residente y concluyó que sus actuaciones responden a una vida difícil que le tocó vivir. Eso no me convence.

Para dar un ejemplo de lo que digo, hay figuras públicas que han pasado por situaciones muy terribles. Tal es el caso de Ophra Winfrey, quien fue violada en múltiples ocasiones cuando apenas era una niña. De otra parte y bajo la misma situación Lady Gaga fue violada y Madonna para alcanzar la fama tuvo que someterse a vejámenes por parte de hombres.


La diferencia entre estas tres artistas es que no van por la vida como víctimas y en lugar de destruir y estar amargadas construyen y no destruyen a sus pares, distinto a Residente que para llamar la atención recurre al odio y a la violencia verbal.


Como si fuera poco, el Sr. Rubén Blades se unió a la polémica y rapeó algo llamando a la calma y promover su concierto en Puerto Rico. Somos una sociedad de representaciones y cada cual representa lo suyo. La vida ha dejado de ser vida para ser representada.

En esa representación se justifica la intolerancia a los que piensan distinto, se utilizan epítetos que en nada contribuyen a una sociedad inclusiva.

Mientras el ataque de Putin a Ucrania tiene al mundo a punto de una hecatombe, aquí nos distraemos con la pelea chiquita entre Balvin y Residente. Yo me incluyo.

Piénselo.

Residente y J. Balvin.

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