Todo el honor y toda la gloria para don Rafael Ithier

In Memoriam

JAIME TORRES TORRES

Prensa Sin Censura

En la pista del Latin Quarter los bailadores gozaban al ritmo de El Gran Combo de Puerto Rico.

Era una madrugada posiblemente de septiembre de 1998 y Los Mulatos del Sabor amenizaban el baile luego de una exitosa jornada en el Madison Square Garden en otra edición del Festival de Salsa de Nueva York, producido por Ralph Mercado. 

Eran aproximadamente las 5 de la madrugada y El Gran Combo cerraba el show. La gente bailaba, gozaba de lo lindo y la Universidad de la Salsa tocaba. 

El salón estaba atestado. Charlie Aponte soneaba en “Timbalero”, Jerry Rivas y Papo Rosario le hacían coro y Cuqui Santos descargaba. 

En el Latin Quarter no había tarima. La orquesta tocaba literalmente desde un rincón y la gente bailaba a su lado. 

A este periodista le impresionó ver a las 5 am a don Rafael Ithier tocar el piano sonriente, a pesar de que sus ojos se cerraban por el sueño y agotamiento. 

Esa madrugada en Nueva York comprendí la vocación, el compromiso con el bailador, el profesionalismo y la pasión de don Rafael Ithier.

Aquella madrugada conocí el temple de Rafael, un obrero del escenario; un compañero para sus músicos que siempre dio el ejemplo en tarima… Sobrio, elegante, ordenado y disciplinado aunque el cansancio y el sueño casi lo vencieran. 

Las veces que lo visité a su casa en Bayamón para entrevistas siempre me recibió un hombre amable, caballeroso, atento, humilde, bonachón, buen conversador y sumamente agradable…

Era el mismo que llegaba a La Ceiba a comprar pan y saludaba a to’ el mundo. No olvidaré las visitas a su casa en la loma en Rexville, Bayamón. 

En su hogar recuerdo el espacio con su piano de cola y un enorme cuadro suyo. Allí, entre preguntas, observé su afable y respetuoso trato a su esposa Carmín, a sus hijas, yernos y nietos. 

Allí -hoy entiendo- cuánto amaron, aman y amarán al esposo, padre, suegro y abuelo. Gracias don Rafa por las entrevistas en la intimidad de su santo hogar. 

A don Rafael Ithier lo recordaré como un apasionado director de orquesta. Tremendo administrador que se preocupó por el bienestar de sus músicos, honrando su labor con beneficios marginales y un salario digno.

La anécdota recurrente para este periodista independiente [en el verano de 2025 lo hablé con Jerry Rivas] es la del músico invisible: o sea, se aporta al pote y si alguien se enferma, pues ya hay un fondo para que no deje de cobrar mientras está convaleciendo.

Así fue don Rafael Ithier; una gloria que mantuvo por ya casi 65 años bailando al Planeta. No hay otra orquesta que por tantos años haya viajado completa a los cinco continentes como El Gran Combo, la Bandera de la Salsa a la que el músico promedio quisiera pertenecer. 

Más que lágrimas, a esta hora celebramos su legado y enorme estatura humana. Nuestro agradecimiento a don Rafael Ithier y, sin la intención de que parezca una blasfemia, todo el honor y toda la gloria por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Don Rafael Ithier.

Deja un comentario