Saca la cara por los vecinos de Puerto Nuevo que podrían ser desplazados por el Cuerpo de Ingenieros

Gentrificación

Por Susanna E. Kinard Goenaga

Para Prensa Sin Censura

Soy trabajadora social, residente y líder comunitaria en Puerto Nuevo. Así como muchos otros que viven o tienen lazos con Puerto Nuevo, soy tercera generación de puertonuevoeños, nacida y criada en Puerto Nuevo.

Luego de un de tiempo de separación, regresé a Puerto Nuevo, a la casa de mi abuela, como madre y esposa joven, hasta el día de hoy.

Allí sembré y forjé una nueva generación para Puerto Nuevo, San Juan y Puerto Rico.

Por más de 32 años he vivido la transformación de mi comunidad. Inicialmente, fue construida como el complejo de viviendas unifamiliares “más grande del mundo”. Un proyecto que, lamentablemente, fue diseñado y construido desde la ambición y altivez humana y sobre los sueños de puertorriqueños que buscaban oportunidades de una mejor vida en la ciudad, pero sin abandonar el deseo de tener ese pedacito de tierra… “su pequeña finquita”.

Desde su inicio, el diseño y planificación de Puerto Nuevo alteró y cambió el entorno natural para dar lugar a planes de progreso y desarrollo económico desvirtuados de la realidad humana y ecológica de Puerto Rico. Se construyó sin reconocer la naturaleza de nuestros terrenos, nuestras zonas inundables y la interdepedencia vital entre la gente y su entorno. No se pensó en los efectos y riesgos para generaciones futuras, robándonos a muchos la oportunidad de tener una relación saludable con ese entorno, que incluía los maravillosos atributos del único río urbano de San Juan.

Esas decisiones, y las que se siguen tomando hoy, reducidas a dólares y centavos, sin considerar las vidas que impactan, son la razón primordial por las que enfrentamos un aumento de riesgos en las condiciones de vida. Entre estos, mayores inundaciones, infraestructura frágil y un deterioro paulatino y progresivo de nuestra comunidad.

Hoy, el proyecto de canalización del Río Piedras del Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos (USACE), bajo el auspicio de un ausente y moralmente débil Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, nuevamente nos presentan una propuesta que promete soluciones, pero cuya evidencia de costo-beneficio es débil y preocupante. Empezando con que no cuentan con los fondos para completarlo y, mucho menos, mantenerlo a futuro. Expedientes y documentos propios del Cuerpo de Ingenieros muestran cómo fueron sus propias obras de desvíos, rellenos, dragados y canalizaciones los que cambiaron radicalmente el trazado natural y drenaje del área. Esto, para hacer posible obras portuarias y urbanizaciones a gran escala en nuestro sector.

La decisión de intervenir y transformar un terreno bajo, asociado a ríos y estuarios, aumentó las inundaciones en Puerto Nuevo, arriesgando vida y propiedades. El río dejó de contar con su forma natural de drenaje, a través de manglares y humedales.

Mucho después, acciones reparadoras en el Canal Margarita mejoraron significativamente el problema creado. Pero, sin mayor evaluación a estos cambios, insisten en destruir y negarnos, nuevamente, la posibilidad de tener acceso al río y sus beneficios. Esto, sin atender seriamente el problema principal de las inundaciones en nuestro sector: un sistema sanitario y pluvial deteriorado y un desarrollo urbano desigual. Seguimos a la merced de actitudes prepotentes que confían que pueden controlar la naturaleza de manera sostenible.

Después de cuatro años insertándome y formando parte de procesos comunitarios intensos de preparación, educación y participación e interveniendo directamente en defensa del derecho a la vivienda digna, en medio de procesos emocionalmente atropellantes e injustos de expropiación, llego a la siguiente conclusión: La información y análisis disponible no muestra que esta intervención reduzca riesgos de manera sostenible. Por el contrario, podrían agravar los problemas.

Mas allá del impacto ambiental irreparable, está el deterioro general de la calidad de vida y la permanencia misma de nuestras comunidades.

Mientras que el DRNA se ha mantenido silente, evadiendo toda responsabilidad para con nuestros recursos naturales, comunidades y ciudadanos, USACE ha dejado claro que su interés no es uno “SOCIAL” sino de llevar a cabo su “MISION”.

A pesar de leyes de justicia ambiental que exigen la participación real y genuina de las comunidades, USACE habilmente distorciona información y vende su proyecto como la salvación de nuestras comunidades. Todo esto, detrás de una maquinaria millonaria de relaciones públicas.

Como residentes, hemos sido víctimas de decisiones que han excluído nuestra voz en el pasado.

Somos nosotros quienes vivimos las consecuencias de estas decisiones y tenemos la responsabilidad y el derecho de exigir procesos transparentes, inclusivos, que consideren alternativas basadas en la naturaleza, estudios serios, participación real y soluciones que honren la seguridad, la estabilidad y permanencia de nuestras comunidades. Proteger a Puerto Nuevo y a San Juan requiere aprender del pasado y no repetirlo. Apoyo la paralización de este proyecto y la implementación de un Plan de Manejo Integrado de la Cuenca donde las comunidades sean protagonistas de su desarrollo.

Susanna E. Kinard Goenaga. Foto/Prensa Sin Censura

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