Editorial
JAIME TORRES TORRES
Prensa Sin Censura
El Papa León XIV se opone a una incursión bélica de Estados Unidos en Venezuela.
Los Obispos de Puerto Rico se han limitado a decir que les preocupa semejante eventualidad.
Pero el prelado que pudiera defender la paz en su diócesis parece tímido: el carmelita Luis Miranda, obispo de Fajardo-Humacao, región de la Provincia Eclesiástica de Puerto Rico a la que pertenece Ceiba, cuyo espacio aéreo será limitado hasta marzo de 2026, por una situación de riesgo y emergencia real, toda vez la antigua base aeronaval Roosevelt Roads ha sido convertida por el Departamento de Guerra de Estados Unidos en uno de los principales centros de operaciones y entrenamientos, desde donde se originaría la ofensiva contra Venezuela.
En el pasado Ceiba, como Vieques y Culebra, pertenecieron a la diócesis de Caguas. Hace ya casi 20 años son parte de la Diócesis del Yunque o Fajardo-Humacao.
En el pasado los obispos Antulio Parrilla y Álvaro Corrada del Río acompañaron pastoralmente a sus fieles ante la alteración a la paz y contaminación ambiental de la marina en Culebra y Vieques.
Ambos, incluso, fueron arrestados por participar en actos de desobediencia civil.
Pero Miranda, según el documento que firmó con sus homólogos de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña (CEP), solo está “preocupado” por “la alta militarización de Puerto Rico”.
¡Qué mucho dista su episcopado de sus hermanos en Caguas!
¿Qué le dirá a los fieles que se desvelan con los motores de avionetas, jets y helicópteros que continuamente surcan el cielo de Ceiba?
En caso de un accidente, como el que le arrebató la vida a David Sanes en Vieques, ¿qué le dirá a los catolicos de Ceiba?
Es menester repasar lo que dice la Doctrina Social de la Iglesia sobre la guerra que justificaría una postura más profética del carmelita Luis Miranda.
Doctrina Social de la Iglesia
497: El Magisterio condena la crueldad de la guerra […] La guerra es un ‘flagelo’ y no representa jamás un medio idóneo para resolver los problemas que surgen entre las Naciones.
500: Una guerra de agresión es intrínsecamente inmoral.
502: Los militares son plenamente responsables de los actos que realizan violando los derechos de las personas y de los pueblos o las normas del derecho internacional humanitario.
506: La Comunidad Internacional se ha dotado de un Tribunal Penal Internacional para castigar a los responsables de actos particularmente graves: crímenes de genocidio, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra, crimen de agresión.
508: La Doctrina Social propone la meta de un ‘desarme general, equilibrado y controlado’. […] Las políticas de disuasión nuclear, típicas del período de la llamada Guerra Fría, deben ser sustituidas por medidas concretas de desarme, basadas en el diálogo y la negociación multilateral.
509: Las armas de destrucción masiva –biológicas, químicas y nucleares- representan una amenaza particularmente grave; quienes las poseen tienen una enorme responsabilidad delante de Dios y de la humanidad entera.
516: La promoción de la paz en el mundo es parte integrante de la misión con la que la Iglesia prosigue la obra redentora de Cristo sobre la tierra.
Monseñor Luis Miranda, la Doctrina Social de la Iglesia es explicítamente contundente. ¿Y entonces?

