Rubén Berríos: ‘Para descolonizarnos se impone convocar aquí en Puerto Rico una Asamblea Constituyente’

Política

Discurso de Rubén Berríos Martínez en actividad de reconocimiento por motivo de su jubilación de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico

Mi relación con la Universidad de Puerto Rico comenzó mucho antes de que yo naciera; desde que mi padre se graduó de lo que es hoy es el Recinto de Mayagüez, a principios de los años 30 del pasado siglo.

De papá, inspirado por los acontecimientos de esos años 30 y por las prédicas de don Pedro Albizu Campos y don Luis Muñoz Marín escuché por primera vez las palabras independencia y justicia social.

Lejos estaba yo de pensar, cuando me gradué de Escuela Superior a finales de los años 50, que le dedicaría mi vida a la lucha por esos ideales. 

Hoy vengo aquí, antes que nada, a agradecerle a la Universidad de Puerto Rico lo mucho que le debo. Incluyendo el que mi hijo sea un graduado de este Recinto y el que dos de mis nietos y mi nieta sean al presente estudiantes de esta Universidad.

Aunque yo no tuve el privilegio de cursar mis estudios en este Recinto, sí pude hacerlo durante el verano cuando tomé cursos de Literatura Puertorriqueña y Filosofía aquí en Rio Piedras.

Luego de terminar mis estudios universitarios, desde la segunda mitad de la década de los años 60 hasta el presente, he tenido el privilegio de ejercer como profesor en esta Facultad de Derecho, salvo por mis 16 años como Senador y varios semestres como candidato a Gobernador.

Son muchas las lecciones y enseñanzas que he recibido durante esa prolongada trayectoria como profesor. 

Destaco en el día de hoy solo algunas de ellas por su particular relevancia en mi formación personal y política.

Agradezco el rigor intelectual y ético del profesor Raúl Serrano Geyls, quien con su prestigio como ex Juez del Tribunal Supremo y profesor, y ante la oposición de muchos, fue factor esencial para mi ingreso en esta Facultad en aquella época de discriminación rampante contra el independentismo. 

Agradezco el apasionado fervor del profesor Francisco Manrique Cabrera -mentor del patriota don Juan Mari Bras- en la facultad de Humanidades durante uno de sus cursos de verano sobre Historia de Literatura Puertorriqueña. 

Adelantándose por mucho más de medio siglo a los Informes de Casa Blanca del 2005, 2007 y 2010 y el caso Sánchez Valle y a la Ley Promesa -en aquellos tiempos de pompa colonial- se atrevió decir a sus estudiantes (entre los que yo me encontraba) en frase rotunda, certera y hasta mordaz y soez y lo cito: “El ELA no es ni toalla, es pezuña en el mondongo colonial”.

También recuerdo la lección que me impartió hace ya muchas décadas el ex Rector de este Recinto, don Abraham Díaz González.

Pocos días después de unas elecciones cuyo resultado no fue el esperado me dijo en el antiguo salón de los profesores en esta Facultad y cito: “No te preocupes Rubén, sigue adelante que en esta vida lo importante no son las flores, lo importante son los amores”. Constancia, perseverancia, no rendirse jamás.

Agradezco además, las innumerables enseñanzas de compañeros y compañeras de la Facultad y de mis estudiantes de las más diversas ideologías que, con sus interrogantes y observaciones, fortalecieron mi profunda convicción de que la patria libre y justa debe ser de todos y para todos. 

Y gracias sobre todo a los estudiantes que contra viento y marea durante tantas décadas han sido vanguardia y punta de lanza a costa de innumerables sacrificios en la lucha por una Universidad más libre, más justa y democrática. A ellos todo mi afecto y agradecimiento.

Pero las lecciones y enseñanzas que he recibido en esta Universidad no provienen solo de lecciones, consejos y luchas edificantes. 

Provienen también de los obstáculos que he tenido que enfrentar. En mi pueblo de Aibonito dicen: “Vayan las verdes por las maduras”. Pero también dicen: “No hay redención sin calvario”.

Por allá a principios de los años 70, luego de haber tenido el privilegio de ser condenado a prisión en la Cárcel Federal por los actos de Desobediencia Civil contra la Marina de Guerra de los Estados Unidos, los directivos de esta facultad y del Recinto de Rio Piedras me despidieron como profesor. Después de todo -y valga la ironía- no eran muchos los que en aquel entonces ansiaban tener como profesor de Derecho a un ex convicto por un delito patriótico.

Pero en cualquier caso puedo decir que yo ya para entonces empezaba a comprender el imperativo moral de aquellos versos sencillos de Martí: 

“Cultivo una rosa blanca 

en junio como en enero

para el amigo sincero 

que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca 

el corazón con que vivo,

cardo ni ortiga cultivo; 

cultivo una rosa blanca”.

Poco después el Tribunal Supremo de Puerto Rico me restituyó en mi Cátedra y aquí estoy hasta el día de hoy. 

En Vieques, 30 años después de Culebra, también hubo cárcel para este servidor y para cientos de puertorriqueños y puertorriqueñas de todas las ideologías. Pero no hubo destitución.

Lección aprendida: Mantente firme en tus convicciones no importa las consecuencias. A final de cuentas vale más el respeto que la comodidad y el beneficio propio.

Y antes de concluir, una reflexión final: a principios de la década del 70 -para ser específico en el 1973- el ex gobernador don Luis Muñoz Marín, pretendiendo, -estimo yo- orientar a su pueblo hacia el futuro y no hacia el pasado, dijo las siguientes palabras refiriéndose a Acción Social Independentista, organización fundada por él poco antes de fundar el Partido Popular.

Lo cito textualmente: “Acción Social Independentista en su nombre simbolizaba las dos cosas, la justicia social y la independencia. No era independentista, y a que lo social se lo llevara el diablo, ni era social sin la independencia. Ahí es que está Rubén Berríos ahora.” Termina la cita.

Hoy, en el 2025 todavía estoy y estaré luchando por la libertad y la justicia social de mi patria. Porque hoy todavía estamos en la colonia y en cuanto a lo social, tomando prestadas las palabras del ex gobernador, hace tiempo que se lo llevó el diablo. 

Y desde hoy en adelante con más tiempo y dedicación que antes, porque de la lucha por la libertad de la patria uno nunca se jubila.

Pero a fin de cuentas y esto es lo verdaderamente importante, ¿cómo logramos la descolonización de Puerto Rico a la cual aspira la gran mayoría de los puertorriqueños y puertorriqueñas? 

La historia es la mejor maestra.

Hace mucho tiempo tengo la convicción de que los imperios solamente se sientan a hablar con las colonias sobre la descolonización cuando como consecuencia de una crisis política no les queda más remedio.

Así aconteció con España en el 1897 como consecuencia de la Guerra de Cuba y la fundación del Partido Revolucionario Cubano y su Sección de Puerto Rico. También sucedió con los Estados Unidos desde mediados de la década del 40. Fue entonces cuando, ante la demanda descolonizadora de nuestra legislatura -vetada por el Presidente Truman-, el auge y fundación del Partido Independentista Puertorriqueño y el empuje revolucionario, el valor y el sacrificio del Partido Nacionalista, le creamos al gobierno norteamericano una monumental crisis política. Pero desafortunadamente la gestión descolonizadora de aquella época resultó fallida debido a las particulares circunstancias históricas de la Guerra Fría. Y debido también a la actitud mansa de algunos que, parafraseando a Cervantes, de cuyos nombres -en estos momentos- “no quiero acordarme”.

Hay que recordar además que, al filo del siglo 21, la causa de Vieques constituyó un importante paso adelante cuando al gobierno de los Estados Unidos le creamos una grave crisis política. 

Esa lección aspiro a que la internalicen y sepan defender todos los que honradamente predicamos la descolonización. 

Al día de hoy, habiendo experimentado y fracasado los gobiernos coloniales con las más diversas alternativas procesales sin consecuencia alguna, reitero la siguiente propuesta para lograr nuestra descolonización. Y no cesaré de hacerlo en todos los foros disponibles.

Primero: Para descolonizarnos se impone convocar aquí en Puerto Rico una Asamblea de Estatus o Constituyente -bajo ese o cualquier otro nombre- en donde los puertorriqueños y puertorriqueñas anti colonialistas, los estadistas, los creyentes en la Libre Asociación y los independentistas elijamos representantes de las diversas alternativas no coloniales ni territoriales.

Segundo: Esa asamblea tendrá el objetivo de negociar con el Congreso de los Estados Unidos las condiciones y procesos de transición que ese país esté dispuesto a conceder para las diversas alternativas.

Tercero: Una vez el Congreso se exprese, esas alternativas, reales y no imaginarias, se pondrán en votación directa al pueblo de Puerto Rico.

Un mecanismo de esa naturaleza el cual permite agrupar a la gran mayoría de nuestro pueblo en un reclamo común, es el mecanismo procesal más eficaz para crearle a los Estados Unidos la crisis política necesaria para nuestra descolonización.

Por último, faltaría a todas las lecciones que he aprendido en esta Universidad si no recordara el clamor del eminente patriota graduado de esta Escuela de Derecho, el Dr. Don Gilberto Concepción de Gracia, fundador del Partido Independentista Puertorriqueño y mi maestro aquí en esta tierra y más allá de las puertas del misterio.

¡A la Lucha y a la Victoria!

Rubén Berríos Martínez.

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