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Conferencia de Obispos de Puerto Rico: Roberto González Nieves, Eusebio Morales Ramos, Rubén González Medina, Luis Miranda, Ángel Luis Ríos, Alberto Figueroa y Tomás González

- Nos dirigimos a todos ustedes como pastores para manifestarle nuestra gran preocupación ante la escalada de presencia y ejercicios militares que se ha suscitado repentinamente en Puerto Rico, paı́ses aledaños y en el Mar Caribe. La militarización no
es un camino hacia la paz. La paz tiene que ser aspiración suprema para todos los pueblos. - El papa León XIV, desde que asumió su pontificado, no ha cesado de llamarnos a trabajar
y a orar por la paz. “Todos unidos, perseverantes y con un mismo sentir, no nos cansamos de
interceder por la paz, don de Dios que debe convertirse en nuestra conquista y compromiso”, - Ante la situación armada que se está gestando en el Mar Caribe y en la que Puerto Rico se usa en un rol protagónico y se militariza “nuevamente” el paı́s, con el papa León XIV nos
unimos a esta llamada urgente a la diplomacia, al diálogo y a la paz en la Región Caribeña.
Igualmente, en sintonı́a fraterna y solidaria con la Conferencia Episcopal de las Antillas, con su carta del 25 de octubre de 2025, también expresamos nuestra preocupación por
la fuerte militarización que amenaza la paz y genera graves consecuencias sociales, polı́ticas y económicas para estos pueblos caribeños que dependen en gran medida de la
pesca y del turismo. - Ante este ambiente de guerra que se está gestando en El Caribe, hoy, resuenan con fuerza
la voz magisterial de san Juan XXIII y del papa Francisco: “Como decı́a san Juan XXIII,
resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado
(243)… las razones de paz son más fuertes que todo cálculo de intereses particulares y que toda confianza en el uso de las armas”. Por esto, el papa
Francisco afirmaba sin ambages: “La guerra es un fracaso de la polı́tica y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal”. - No olvidemos que, actualmente, hay demasiadas guerras en el mundo entero y la industria de las armas, que entendı́amos se habı́a reducido, parece resurgir más mortal y
peligrosa que antes, causando muchas muertes y generando grandes daños a la vida humana en diversos pueblos, como también, al ambiente de poblaciones enteras. Esto
que tiene graves consecuencias sociales en civiles y en los más vulnerables en el mundo, - Todo ello debe alarmarnos ante esta escalada militar en los alrededores, que ya comienza a dejar sentir sus efectos adversos en nuestros aeropuertos, en la restricción
del espacio aéreo y las rutas marı́timas, y las maniobras militares en distintos pueblos de
Puerto Rico con sus consecuencias colaterales en la actividad pesquera.
Nos hacemos eco de las palabras proféticas del papa Francisco en su Encı́clica Laudato SI,
que nos advertı́a del daño potencial al ambiente y a la naturaleza dada la peligrosidad de
las nuevas armas usadas en las guerras modernas:
“La guerra siempre produce daños graves al medio ambiente y a la riqueza cultural de las poblaciones, y los riesgos se agigantan cuando se piensa en las armas nucleares y en las armas biológicas. Porque, ‘a pesar de que determinados acuerdos internacionales prohíban la guerra química, bacteriológica y biológica, de hecho, en los laboratorios se siguen investigando para el desarrollo de nuevas armas ofensivas, capaces de alterar los equilibrios
naturales’ (san Juan Pablo, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990).
Se requiere de la polı́tica una mayor atención para prevenir y resolver las
causas que puedan originar nuevos conflictos. Pero el poder conectado con las finanzas es el que más resiste este esfuerzo, y los diseños polı́ticos no suelen tener amplitud de miras. ¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario
hacerlo?”. Con relación a Puerto Rico, este es un pueblo de paz y ası́ lo ha manifestado a través de la historia. A pesar de su situación polı́tica y territorial, el ser y sentir de este pueblo es vivir en la paz y en la concordia social. Basta recordar el grito solidario, compasivo y profético
de “Paz para Vieques”, que resonó en el corazón y en el alma del pueblo puertorriqueño para dejar a un lado todo tipo de diferencias, ya, fueran ideológicas, sociales y religiosas,
y ası́, levantar la bandera de la Paz. Esto no debe olvidarse por la dejadez de años de algunos lı́deres, el oportunismo polı́tico de otros, el lucro de la industria de las armas o los meros objetivos e intereses económicos de entes privados; y no pueden ir por encima del ser y del alma de este pueblo. Somos un pueblo de paz que nos gusta vivir en armonı́a
social y fraterna con los demás pueblos. - Estamos conscientes de las injusticias estructurales que arrastran algunos sistemas polı́ticos de pueblos vecinos y reprochamos el tráfico de drogas y de armas en nuestra región caribeña. Pero, el diálogo social y la diplomacia de los gobiernos deben estar
siempre por encima de los conflictos para evitar a toda costa la guerra. La guerra nunca debe ser la solución a los conflictos, la guerra no trae paz, sino muertes. Esta siempre trae muerte y causa graves daños para los pueblos, en ocasiones, para los más indefensos.
En vez de propiciar conflictos armados, urgimos a nuestros lı́deres a trabajar unidos por la paz, buscando la armonı́a social y polı́tica en la Región del Mar Caribe. El Mar Caribe
no puede convertirse en un cementerio de vidas humanas, ni de especies marinas, no debe convertirse en una amplia base militar o en un gran depositario de bombas, ni tampoco en “almacén chatarra” de naves o de quı́micos. Tememos que estas sean las consecuencias de un posible conflicto armado en la región. Además, nos preocupa las posibles escaladas que pueda tener una guerra contra Venezuela con una eventual
reacción de sus aliados en América Latina, tales como Rusia, China e Irán. - En nuestra Patria, los cristianos y personas de buena voluntad no podemos caer en la tentación de favorecer la guerra por meras simpatı́as polı́ticas e ideológicas. Pensemos en las vidas que se pierden, en las vidas que se mutilan, en las familias que pierden hijos
e hijas, esposos, padres y madres, hermanos y amigos. Jesús, Prı́ncipe de la Paz, vino a este mundo, como próximamente conmemoramos en la Navidad, para tener vida y darla
en abundancia, no para ser sacrificada en guerras y conflictos. La respuesta del cristiano siempre debe ser la paz, el diálogo, la unidad y el amor porque como nos
decı́a el papa Francisco, “la unidad es superior al conflicto”. - Finalmente, nos unimos en oración y expresamos nuestra solidaridad con los hermanos Obispos de Venezuela, juntos, a su querido pueblo venezolano. Sabemos que éstos viven
momentos difı́ciles desde hace años de división, tensión e incertidumbre polı́tica que esta movilización militar ha agudizado. A ellos y a su pueblo, les expresamos nuestra más fiel
solidaridad en Cristo Jesús, encomendándoles bajo el manto materno de la Virgen Marı́a,
Nuestra Señora del Coromoto. - A toda nuestra gente, les invitamos también a unirse en oración por la paz en nuestra tierra, en Venezuela y los pueblos vecinos, como en el mundo entero. Oremos para que no
haya sonidos de guerra, ni de bombas, ni de aviones de guerra, sino que truenen nuestros
tambores y maracas, de cuatros y guitarras, de güiros y cencerros para celebrar la Navidad y la victoria de la lógica del amor sobre la ilógica de la guerra y la destrucción.
Que se escuchen gritos de alegrı́a, pero no de dolor.
¡Qué la Virgen Marı́a, Reina de la Paz y Madre de la Divina Providencia, ¡nos cubra a todos
con su manto materno!
Dado en San Juan, Puerto Rico, el 28 de noviembre de 2025.
