Salsa
A Ismael Miranda, con agradecimiento…
JAIME TORRES TORRES
Prensa Sin Censura
El tercer disco de salsa que llegó a mis manos fue “Así se compone un son” de Ismael Miranda con su Orquesta Revelación.
Año 1973.
Pero ya conocía a Ismael con la Orchestra Harlow y sus elepés “Abran paso”, “Tributo a Arsenio Rodríguez” y “Oportunidad”, su pasaporte a su etapa como líder.
La voz y registro del Niño Bonito de la Fania cambió de 1972 a 1973. Escuchar “Oportunidad” y “Así se compone un son” lo confirma.
Era una gran e inmensa Estrella de Fania. Brillante. Refulgente. Original. Y en 1971 lo demostró cantando en el Cheetah y en el filme “Our Latin Thing” su “Lamento Guajiro” en una esquina del Barrio Latino con la Orquesta Harlow y el Mago de la Flauta, Johnny Pacheco como invitado.
La escena en la botánica, porque Ismael creía y practicaba la santería, es un clásico de la salsa por su naturalidad y coherencia con mucho de lo que cantó [“Palo monte”, por ejemplo].
No me simpatizó su inspiración en la mujer como esclava que irremediablemente quedó registrada para la posteridad en “Las mujeres son”, que con el tiempo excluyó de su repertorio, y tampoco la violencia hacia “María Luisa”.
Pero rápido entendí que esas temáticas eran tendencias en la salsa [escuchen el texto que recita, como si fuera un rap, el entonces incipiente Rubén Blades en “Que me castigue Dios” del Apollo Sound] y parte de un negocio desarrollado en torno a los caprichos machistas y patriarcales de la gerencia de Fania Récords.
Quien diría que durante el primer lustro de los 70 disfrutaría demasiado del talento de Ismael como bolerista. “Todo de mí”, “Estoy solo”, “Confidencia”, “Sálvame”, “Las cuarenta”, “Nervios de acero”, “Tú me abandonaste” y otras son parte de mi playlist, aparte de que atesoro la memoria de la experiencia del concierto de boleros que en el umbral del 2000 Gilbertito le produjo en un hotel del Condado.
Mis discos favoritos siempre serán “Oportunidad”, “Así se compone un son”, “En fa menor”, “Este es Ismael Miranda”, “Con mi viejo amigo”, su reencuentro con Larry Harlow en 1976, y “No voy al festival”, magistral producción de Jorge Millet.
La historia del Niño Bonito siguió escalando, con los volúmenes de éxitos de los 50, su incursión en la onda navideña, sus discos con Andy Montañez, Nano Cabrera, Junior González y un álbum muy importante: “Son de Vieques” con Andrés Jiménez ‘El Jíbaro’.
Como periodista los reseñé, pero el melómano que habita en mí quedó anclado en los 70.
En años recientes Ismael Miranda se ha visto quebrantado de salud y ya no puede cantar como antes. Hoy regala una canción [“Siempre cantaré”] como generoso colofón de una de las carreras más brillantes de la salsa.
Ismael Miranda es el referente de no pocos melómanos a la época más excitante de la historia de la salsa: la era Fania.
Siempre cantará, no hay duda. Cada vez que escuchemos “Abran paso” con Harlow o “Doble energía” con Willie Colón, el eterno Niño Bonito recordará la receta para componer un son, reafirmando que Borinquen, gracias a su clave e ingenio, siempre tendrá montuno.
En el ritmo del tambor
Y el repique del bongó fue donde nació
Y con maña y precisión
Fuerza bruta y corazón se le puso el canto.
Con lágrimas de alegrías
Las voces resplandecían
Repitiendo mi lamento…
Hoy contento yo me siento
Y también lleno de orgullo
Al saber que mi Borinquen tiene montuno…

