Prestigioso galeno advierte sobre los riesgos de la aspersión aérea a la salud respiratoria de la gente

Geoingeniería

JAIME TORRES TORRES

Prensa Sin Censura

Ya el cielo no es azul como antes.

Eso tiene una explicación: la geoingeniería o aspersión de dióxido de azufre al espacio para bajar las temperaturas del planeta, incluso redirigiendo a los rayos del sol a la atmósfera o aumentando la reflectividad.

Lo hacen de dos maneras: mediante la inyección de aerosol estratosférico en partículas microscópicas o sembrando nubes con sal marina.

De este tema no hablan los meteorólogos de los telenoticiarios locales, pero existe abundante información documentada por medios internacionales y por entidades como la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), que no aprueba ni respalda las técnicas de intervención climática.

Esos aviones que se observan a altitudes elevadísimas que dejan a su paso una estela de gas que no desaparece y que necesariamente no es condensación ya son parte de la cotidianidad de Puerto Rico y otros países.

Tras la aspersión del dióxido de azufre, eventualmente su microparticulado desciende y la gente lo inhala, afectándose su salud respiratoria.

Como parte de su cobertura, Prensa Sin Censura entrevistó al Dr. José Miguel Toro Bobe, cuyas declaraciones son sumamente valientes y reveladoras.

“En aquellos años de cielos azules cuando pasaba un avión dejaba una estela y a los pocos segundos desaparecía y no sabías que había pasado un avión. Hoy día vemos que pasan aviones que dejan estelas que no desaparecen, sino que se va expandiendo. Y según se dice se utiliza lo que se llama el gas dióxido de azufre”, explicó el galeno.

El dióxido de azufre, advirtió el médico generalista Toro Bobe, es un gas sumamente tóxico. “En mis observaciones médicas de tantas años, porque esto no es nuevo, he observado que, uno o dos días después de ver el cielo bombardeado con estas líneas que se cruzan y luego se hacen más anchas, sales a la calle y comienzas a estornudar, a toser y te da dolor de garganta. No digo que está relacionado directamente a eso, pero es mi observación”.

En sus pacientes, abundó Toro Bobe, días después observa problemas respiratorios y de alergias. “Eso nos poner a pensar porque el dióxido de azufre, al ser un elemento que posiblemente está envuelto en esto, es un gas sumamente tóxico”.

Hay varios tipos de exposición: la inmediata o de horas a días; la mediana y la de a largo plazo. “En Puerto Rico todos hemos estado expuestos a largo plazo a estas sustancias. Y lo que sucede es que al tener contacto con este gas, se activa al unirse a la humedad del sistema respiratorio”.

Entonces, las personas experimentan irritación en la garganta y las fosas nasales, y muestran una tos seca cuando salen. “Hay casos más graves en que la gente siente una presión en el pecho para respirar. Cuando este contacto sigue en nuestro diario vivir y se torna a mediano plazo las vías respiratorias se afectan un poco más. Las personas que padecen de asma comienzan a tener episodios más prolongados, muy poco tiempo entre episodios, se complican más rápido y las alergias no se quitan y el dolor de garganta se torna peor. Y a largo plazo una irritación constante por meses y años es lo que lepuede causar al sistema respiratorio”.

Toro Bobe recomienda a sus pacientes que eviten salir a la intemperie y las actividades al aire libre cuando observen las líneas blancas en el cielo. 

“Si lo hacen, que sea el menos tiempo posible. También que se suplementen bien con antioxidantes poderosos, vitamina C, cúrcuma y N-Acetyl cysteinapara darle fortaleza al cuerpo y poder pelear con oxidantes como el dióxido de azufre”. 

Las personas que quisieran conocer si afrontan problemas de salud por la exposición al dióxido de azufre sepan que tienen a su alcance varias pruebas para confirmar si experimentan inflamación o infecciones de garganta recurrentes, dolores de garganta, alergias nasales y tos constante.

“Primero hay que buscar los niveles de inflamación. Hay pruebitas, como la PCR, para ver los niveles de sedimentación, que ayudan a saber si en nuestro cuerpo hay inflamación. Para el estrés oxidativo, hay pruebas de lo que se llama el glutatión, que es un antioxidante poderosísimo; hay otra sobre el metabolismo del azufre o como nuestro cuerpo metaboliza el azufre […] y también la función hepática porque el dióxido de azufre afecta mucho el mecanismo de desintoxicación del hígado y es bueno tener una prueba de encimas hepáticas para saber la sobrecarga metabólica en nuestro sistema. Esas cosas pueden ocurrir con otras condiciones también, pero este fenómeno puede añadir un daño adicional”, recomendó Toro Bobe, en cuya práctica ha identificado que los más afectados por la exposición al dióxido de azufre son los niños, los adultos con los sistemas inmunológicos comprometidos y los pacientes de asma y bronquitis crónica.

El Dr. José Miguel Toro Bobe recomienda a la comunidad a que, si tiene dudas o necesita información, acuda al Freedom Of Information ACT (FOIA) y solicite una investigación al respecto, escribiendo a: national.foiaportal@usdoj.gov

“Recomendamos que estén bien pendientes porque el clima ha cambiado mucho. Antes veíamos un cielo azulito, prístino, ya es muy difícil verlo como 15 años atrás […] Tenemos derecho a información y a saber. Una persona bien informada es muy difícil que cometa errores y va a estar bien. Vamos a informarnos bien y a educarnos lo más que podamos, de manera que podamos ayudar a nuestras familias, hijos y compañeros”.

Foto/NOAA

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