Geopolítica
Nota del Editor: Primera de varias notas de periodistas de la Red de Periodismo Descolonial de Abya Yala sobre la manipulación del concepto del terrorismo como herramienta del despojo de las garantías democráticas.
Edgar Cabrera
Abya Yala en clave de Geopolítica–Guatemala
Históricamente, el terrorismo se entendía como el uso de la violencia para infundir miedo en la población con fines políticos.
Sin embargo, en el contexto actual, el Estado y las élites de poder han reconfigurado ese concepto para aplicarlo a quienes se organizan o protestan legítimamente.
Hoy se usa la palabra terrorismo no para describir actos violentos, sino para justificar la represión contra movimientos sociales que defienden derechos colectivos.
El periodismo independiente se ha convertido en uno de los últimos bastiones de resistencia democrática en Guatemala. El caso más emblemático es el de José Rubén Zamora, periodista y fundador de elPeriódico, quien fue encarcelado en un proceso ampliamente cuestionado por observadores internacionales. Su caso simboliza el intento del poder por disciplinar el pensamiento crítico y enviar un mensaje de miedo a todos los comunicadores.
Totonicapán, símbolo de organización ancestral y resistencia pacífica, ha sido escenario de esta manipulación del lenguaje jurídico. Las autoridades comunales y líderes del 48 Cantones, que históricamente defienden el agua, la educación y el territorio, han sido acusadas de delitos como “terrorismo”, “instigación a delinquir” o “sedición”, solo por ejercer su derecho a la protesta.
En regiones como Alta Verapaz, Huehuetenango, Totonicapán, Sololá o El Estor, líderes comunitarios y autoridades ancestrales han enfrentado órdenes de captura, desalojos violentos y campañas mediáticas que los señalan como “terroristas” o “enemigos del desarrollo”.
Hoy el terrorismo no se ejerce solo con armas, sino también con leyes, tribunales y discursos. El miedo se reproduce en los espacios digitales, en los medios corporativos y en las instituciones. Se ha instalado una cultura del silencio, donde criticar al poder equivale a ponerse en riesgo.
Este nuevo rostro del terrorismo jurídico, mediático y psicológico, busca desarticular cualquier intento de organización social y cooptar los espacios de pensamiento crítico. No se trata de un fenómeno aislado, sino de una estrategia regional donde gobiernos autoritarios utilizan la legalidad para destruir la democracia.

