Salud y Vida
JAIME TORRES TORRES
Prensa Sin Censura
¿Qué pensará el médico promedio tras la súbita muerte del Dr. Are Stuwitz Berg, de solo 54 años, portavoz de la campaña de vacunación contra el COVID-19 en Noruega?
¿Qué dirán los médicos generalistas, que insistían: “Papo, te tienes que vacunar”, ante las muertes repentinas o las enfermedades catastróficas desarrolladas por los pacientes a quienes le recomendaron que se inocularan con el experimento?
¿Qué tienen que decir -porque se supone que lo supieran- sobre las pruebas serológicas que se usan para medir inmunidad y anticuerpos, que no eran efectivas para diagnosticar el supuesto Sars Cov 2 porque no detectaban virulencia o agentes infecciosos?
¿Qué dirán en 2025 los doctores Rafael Rodríguez, Lorenzo González y Carlos Mellado, responsables de los protocolos médicos de respuestas a la peste?
¿A cuántos pacientes refirieron a laboratorios clínicos para pruebas serológicas que valían $38 cuando cada una solo costaba alrededor de $3?
¿Por qué insistieron en las pruebas de antígenos cuando se supone que supieran que no eran diagnósticas?
¿Por qué insistieron en los pinchazos cada vez que se detectaba una supuesta nueva variante y no recomendaron vitamina C, NAC, hidroxicloroquina e ivermectina?
¿Por qué no cuestionaron con suspicacia el distanciamiento de 6 pies en lugares públicos, incluso en sus consultorios, impuesto por Anthony Fauci?
¿Cómo se sienten hoy al recordar que a pacientes de toda la vida les condicionaron consultas a la evidencia de vacunación?
¿Por qué, con sus experiencias clínicas de tantos años de práctica de la medicina, no le salieron al paso a la ex cirujano general Antonia Coello cuando dijo que las personas no podían ir a lugares cerrados sin mascarillas porque el virus flotaba en el aire y lo podían respirar y enfermarse?
¿Qué pensaron, de cara a sus conciencias, al saber que no se validaron los resultados de las pruebas Covid porque desde un principio no medían la carga viral del Sars Cov 2?
¿Sabían que eran clasificadas como WAIVED Test, por no requerir de un riguroso control de calidad y tampoco exigir de un adiestramiento especial para el que la va a realizar?
¿Cómo se beneficiaron luego de que una investigación de la senadora de Proyecto Dignidad Joane Rodríguez Veve revelara que decenas de instituciones (cadenas de farmacias, laboratorios clínicos, hospitales, consultorios médicos privados, etc.) se enriquecieron con la promoción de la vacuna por los desembolsos millonarios de fondos federales?
¿A cuántos de sus pacientes hospitalizaron en la temporada en que los hospitales recibían alrededor de $8 mil por cada paciente entubado y $25 mil por cada uno que fallecía tras su conexión al respirador artificial?
¿Por qué callaron ante la persecución del establishment médico institucional hacia salubristas y colegas como Domingo Cáceres y Michael González; Luis Bonilla, José W. Rodríguez Zayas, Rosalina Varcárcel, Jorge Miranda, Iván Figueroa Otero y otros?
¿Cómo justifican hoy que hubo personas que fallecieron en núcleos familiares, pero otros sobrevivían y algunos ni siquiera se enfermaron?
¿Por qué callaron ante la situación de pacientes con condiciones preexistentes cuyas muertes se atribuyeron al Covid?
¿Cómo se beneficiaron del mega negocio de Pfizer y otras corporaciones del ‘big pharma’ que multiplicaron sus ganancias multimillonarias?
¿Por qué si el 11 de mayo de 2023 el presidente Joe Biden dio por terminada la pandemia del Covid 19 en Estados Unidos, acá siguen ordenando pruebas y vacunas?
¿Por qué no exigieron a los tecnólogos médicos informes detallados de la morfología de la sangre y fluidos de los pacientes que insistieron se debían inocular?
¿Cómo explican, tras la inoculación en masa con viales con tres y hasta cuatro meses de expiración, la incidencia de cánceres agresivos e invasivos, VIH, accidentes cerebrovasculares e infartos del miocardio?
¿Cómo reaccionan a la reciente noticia circulada por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) al advertir que las vacunas contra el COVID de Pfizer y otras poderosas farmacéuticas tienen un efecto cardíaco?
¿Qué le dirán a los pacientes que rehusaron atender porque no estaban vacunados?
¿Dormirán tranquilos los médicos puertorriqueños al saber que no pocos tienen las manos manchadas de sangre?
¿Qué dirá en 2025 el Dr. Víctor Ramos, secretario de Salud?
¿Qué podría argumentar el Dr. Carlos Díaz, presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico?
Demasiadas preguntas por responder.

