Fe-Espiritualidad
JAIME TORRES TORRES
Prensa Sin Censura
El Espíritu Santo, la Fuerza del Padre, el Poder del Altísimo y el Fuego y Aliento del Hijo, parece que se invoca solo de labios, pero no con el corazón porque las iglesias cristianas parecen estar más pendientes a lo carnal y temporal que al amor y la espiritualidad.
La experiencia del Espíritu Santo libera del miedo y lanza a la misión con valentía. La vivencia genuina con el Espíritu Santo forja personas comprometidas con la Verdad dispuestas e impulsadas siempre a denunciar los pecados sociales y políticos de hoy.
No se escucha a los obispos, curas, ministros y pastoras denunciar desde sus altares el empobrecimiento de la clase trabajadora; la persecución de los emigrantes; la opresión policiaca a los que amparados en sus derechos constitucionales protestan contra las locuras de Donald Trump y las mentiras de Jenniffer González y ni una sola palabra contra la corrupción gubernamental, sobre la barbarie en Gaza y el escándalo de falta de vivienda para los puertorriqueños cuando se gentrifica el País a pasos agigantados.
Sepan que a un testigo auténtico del Espíritu Santo no le tiembla el pulso ni se le quebranta la voz. Un testigo genuino del Espíritu Santo no está con Dios y con el diablo; y tampoco se enriquece con diezmos y colectas para vivir como oligarcas porque la experiencia del Espíritu Santo lanza a la misión por la justicia social y el respeto a los derechos humanos.
Una experiencia con el Espíritu Santo no se limita a alabanzas huecas y ayunos con caras tristes. Isaías 58 explica muy bien en qué consiste el ayuno que agrada al Señor. [liberar a los oprimidos, alimentar a los hambrientos y cuidar a los necesitados].
Una vivencia seria revoluciona tu vida y te lanza a la calle con alegría e ilusión a ser un mensajero de la Verdad no solo predicando el milagro de Dios en tu existencia sino acogiendo a TODOS en el Amor.
¿Dónde está el Espíritu Santo? Aguardando por mí [y por ti] para ungirme y renovarme. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad; es poder inequívoco y arrollador del Altísimo.
Sana. Cura. Libera. Comprende. Anima. Acoge. Alegra. Sirve. Entrega. Se ofrece y se consagra por la comunidad de fe, esté en el penal o el albergue; en la universidad o la cancha, en la avenida o el hospitalillo.
Hacer todo lo contrario desenmascara a los que lo predican solo con los labios y no con el corazón.
Con el Espíritu Santo es la Divinidad la que opera y se manifiesta en ti.
Repasemos los dones y frutos del Espíritu Santo y hagamos un sincero examen de conciencia para ver si somos unos hipócritas fariseos de la temporalidad o misioneros auténticos cuyas manos, piernas, palabras y carismas son extensiones de la Persona de Cristo.
Siete dones del Espíritu Santo:
- Sabiduría:
Permite discernir el bien del mal, lo verdadero de lo falso y la trascendencia de lo superfluo. - Inteligencia:
Ayuda a comprender la voluntad de Dios en la vida cotidiana y a discernir los eventos que ocurren. - Consejo:
Facilita tomar decisiones acertadas y prudentes, guiadas por la inspiración del Espíritu Santo. - Fortaleza:
Brinda la fuerza necesaria para resistir las tentaciones y afrontar las dificultades de la vida con valentía y perseverancia. - Ciencia:
Permite comprender las verdades de la fe y aplicarlas en la vida, así como reconocer la presencia de Dios en todas las cosas. - Piedad:
Inspira el amor a Dios y al prójimo, y facilita la oración y la vida devota. - Temor de Dios:
Ayuda a reconocer la grandeza y el amor de Dios, a evitar el pecado y a mantener una actitud humilde y reverente ante la presencia divina. - El Catecismo de la Iglesia Católica menciona los siguientes frutos del Espíritu Santo:
- Caridad: Amor a Dios y al prójimo, expresado en acciones de servicio y compasión.
- Gozo: Alegría interior y paz, incluso en medio de dificultades.
- Paz: Tranquilidad interior y serenidad, aun ante adversidades.
- Paciencia: Tolerancia y serenidad ante las pruebas y dificultades.
- Longanimidad: Capacidad de soportar con calma y perseverancia.
- Bondad: Disposición a hacer el bien a los demás, sin esperar recompensa.
- Benignidad: Amabilidad y dulzura en la interacción con los demás.
- Mansedumbre: Humildad y suavidad de espíritu.
- Fidelidad: Lealtad y firmeza en las promesas y compromisos.
- Modestia: Humildad y ausencia de vanidad.
- Continencia: Autocontrol en los deseos y pasiones.
- Castidad: Pura y virtuosa.
(Fuente: Catecismo de la Iglesia Católica)


Excelente escrito
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Querido amigo:
Tu maestría al expresarte, es exquisita. Con hechos y documentación fidedigna, expones tu opinión y provocas pensamiento critico en el lector. Es la verdad y esencia del periodismo. Lo dominas a cabalidad. Te felicito. Excelente 🙏👏👏👏.
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