Nota del Editor: Prensa Sin Censura lee todas las colaboraciones que llegan a su redacción. Las publica en consonancia con el respeto a las libertades de prensa y opinión, aunque no representen su posición editorial.
Opinión-Política
Por Pablo Francisco Cruz-Azize
Para Prensa Sin Censura
El viernes 4 de abril del 2025 dictó Marcelo Gullo, quien viajó a Puerto Rico desde la Argentina, la conferencia “España, madre patria de Hispanoamérica”. La misma iba a celebrarse en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, pero al ser cancelada por la administración a última hora debió moverse a la Iglesia Santa Teresita en Santurce.
La información disponible indica que la decisión tomada por la UPR responde al interés de evitar una alteración a la paz ante las protestas de los opositores del mensaje de Gullo, que proviene de sectores críticos al legado de España y que consideraban la charla un foro de “fascismo”, “racismo” y “supremacismo blanco”.
Es muy lamentable que las protestas de los oídos sordos impidieran al profesor Gullo comunicarle su mensaje de esperanza a los jóvenes universitarios. Los estudiantes, internados en un ambiente de ideas liberales o marxistas que impiden valorar los orígenes de la Patria, se nutrirían de sus enseñanzas. Escribo pues este ensayo sobre las enseñanzas del profesor, con la intención de que los universitarios y otros compatriotas puedan beneficiarse de tal manera que su conocimiento redunde en el bien de la Patria.
Mucho habló el profesor en su conferencia dictada y al final respondió las preguntas de los presentes. Reivindicó el legado de España en América, tema central de la trilogía de libros que andaba promoviendo: Madre Patria, Nada por lo que pedir perdón y Lo que América le debe a España.
Partió el profesor desde el Descubrimiento, impulsado por la Monarquía Católica que dio la unidad a España. No niega que otros pueblos llegaron primero, pero afirma que la gloria del Descubrimiento corresponde a España por haberle mostrado América al mundo, comparándolo con des-cubrir un objeto cubierto con un velo.
Refutó la opinión de aquellos que desvaloran la obra de España porque creen que vino a robar. Comenta en torno a los hechos para demostrarlo: la creación de hospitales evidencia el interés en la salud del pueblo, las escuelas y universidades (donde se estudiaban incluso lenguas indígenas) son signo de la promoción de la elevación cultural entre los americanos y el propio mestizaje, junto con la fundación de ciudades, indica la intención española de arraigarse en América, no meramente tomar los recursos económicos e irse.
Exalta, como todo buen hispanoamericano, el mestizaje como fundamento de nuestra identidad y lo consideró un medio que evitó entre los españoles un “imperialismo” fundamentado en subordinar colonias a una metrópoli. Lo atribuye a nuestra Fe cristiana y católica, que contrapone al protestantismo inglés. La primera fomentó el mestizaje porque veía en el indio un hombre que se debía redimir, mientras que atribuye a la segunda el origen del racismo que culminó en el exterminio del indio. Condenó tanto el “supremacismo” y el “nazismo” basados en el racismo, que NO nacieron entre nosotros: parece pues irónico que algunos de los que se opusieron a su visita a la UPR lo acusaron de promover el “fascismo” y el “supremacismo blanco”.
Debe aclararse que él no promueve, frente a una “Leyenda Negra” de maldad española, una “Leyenda Rosa” de bondad total. No afirma él que fue la conquista una empresa de “santos”. Reconoce que en la Conquista hubo errores y otros males y para evitar que pasemos juicios severos sobre los mismos invita a recordar que errores y males cometemos también nosotros. Entiende además que los mismos fueron rectificados, ya que necesariamente motivaron las Leyes de Indias para proteger a los indígenas. Tampoco él olvida que el rey-emperador Carlos de España y Alemania detuvo las conquistas y convocó el Debate de Valladolid para determinar la legitimidad de la conquista de América.
Tampoco es un crítico severo de la independencia hispanoamericana, como lo son algunos hispanistas que creen en la reunificación con España. Lamenta naturalmente la unidad perdida de los territorios de la Monarquía Hispánica que supuso la independencia, pero, reconociendo que sus causas varían de país en país, la atribuye en la Argentina (más allá de las intrigas británicas o masónicas) a la mala administración de los reyes de la Casa de Borbón.
Afirma Gullo que estos reyes de origen francés introdujeron en España un absolutismo contrario a la tradición política hispana, que identifica con las teorías políticas de Francisco de Vitoria, Francisco Suárez y Juan de la Mariana que reconocían los límites del poder de los reyes y ante sus transgresiones abogaban por el derecho del pueblo a la legítima defensa.
Culminó su discurso principal con un mensaje de aliento para Puerto Rico, que considera una tierra de “frontera” y una “perla de la Hispanidad que nos han quitado”. Manifestó su profunda admiración por cómo Puerto Rico resistió una política de deshispanización impuesta por el régimen invasor de los Estados Unidos y a la vez su preocupación por lo que considera nuestra complicidad en la crisis demográfica que sufre el País, pues teme que nosotros mismos alcancemos lo que los enemigos de la Hispanidad no pudieron. El sentido de su visita fue recordarnos, a través de la obra de la Madre España, que fuimos un pueblo heroico y que no debemos entregar lo que tanto defendimos: ni por nosotros, ni por nuestros países hermanos. No estamos solos en esta lucha, pues los países hermanos (o, al menos, aquellos que en ellos están conscientes de su hispanidad) desean que Puerto Rico siga siendo hispano, pero somos nosotros quienes debemos dar la lucha.
Recibió su conferencia un gran aplauso, porque, como hacía Pedro Albizu Campos en sus discursos del Día de la Raza (cuyo valor reconoció Gullo), recordó a nuestro pueblo sus orígenes para poder apreciarse a sí mismo.
No se atrevió el profesor Gullo, siendo un visitante argentino, a decirle a los puertorriqueños qué debían hacer en específico, pero creo que el camino para defender nuestra heredad hispana ya lo señaló el Maestro don Pedro Albizu Campos. Sabía él que somos un pueblo heroico, con un espíritu guerrero heredado de los caballeros que hicieron la Reconquista de la Madre Patria. Este espíritu se manifestó cuando nos defendimos de la invasión estadounidense en 1898. También se notó este espíritu de lucha cuando los nacionalistas, creyendo cerradas las vías pacíficas, legales u oficiales para el cambio, se alzaron audazmente en 1950 para lograr la independencia.

Debemos, como Albizu, trabajar por educar a nuestro País, creando conciencia de nuestra hispanidad como parte esencial del ser puertorriqueño. No puede sin embargo quedarse en meras enseñanzas teóricas. Debe ser una hispanidad combativa, una conciencia nacional que al recordar el espíritu guerrero de nuestros antecesores nos mueva a la lucha, a través de los medios legítimos que exijan o permitan las circunstancias, por la independencia nacional.
Símbolo de esta hispanidad combativa puede ser el Cordero de nuestro escudo, criticado como un símbolo de sumisión colonial por aquellos que no lo comprenden. Ese Cordero es el Rey de Reyes, que en un día y a una hora final que nadie conoce juzgará a las naciones. ¿Qué mayor llamado a mantener la Fe y a la lucha patriótica que este?
No seré yo el Juez Final, así es que puede que me equivoque al momento de interpretar la historia y proponer las sendas del futuro. Quiero creer sin embargo que la lucha por nuestra independencia puede hacer de la Patria un camino de Salvación. La manera de comenzarla es recordando el auténtico espíritu hispano que defendió Albizu Campos y que nos ha recordado Marcelo Gullo.
Enlace al video de la conferencia completa del profesor Marcelo Gullo en Puerto Rico (4 de abril de 2025):
