La Comunidad Carrasquillo en Cayey revive el trauma de las expropiaciones y desplazamientos

Justicia Social-Derechos Humanos

RHINA M. JIMÉNEZ

Periodista Independiente

(Cayey, Puerto Rico, 11 de abril de 2025) – Los vecinos de la Comunidad Carrasquillo sufren nuevamente la amenaza de ser desplazados, esto debido a un proyecto que el Municipio de Cayey propone en los terrenos donde actualmente ubican sus viviendas.

No es la primera vez que la Comunidad Carrasquillo es víctima de expropiaciones y desplazamientos. Hace aproximadamente 10 años, decenas de familias fueron desplazadas mediante la expropiación y demolición de sus viviendas. En ese entonces, el propósito de la expropiación era ensanchar y añadir carriles a la Ave. Fernández García, la cual termina en una rotonda en la carretera PR-1.

La razón para añadir carriles era designar un carril exclusivo para el sistema de transporte urbano del municipio. 

Sin embargo, al día de hoy, la avenida solo tiene dos carriles en un tramo de aproximadamente 500 metros y el sistema de transporte urbano es casi inexistente.

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Desde el momento en que se derrumbaron las viviendas, no se ha desarrollado nada en el área. Actualmente los lotes de terrenos permanecen vacíos. De las viviendas solo queda como huella, parte de algunas entradas de lo que fueron sus marquesinas. 

Se sabe que no hay dinero en el mundo que compre la tranquilidad y la salud mental de estos envejecientes que compraron y saldaron sus casas para pasar sus últimos años en paz.

Durante la contienda electoral del pasado año, el municipio de Cayey colocó un letrero en los terrenos anunciando que se desarrollaría un Parque Urbano. En diciembre del 2023, el alcalde Rolando Ortiz Velázquez envió una carta a los residentes de la comunidad certificando que se va a desarrollar un proyecto en el área previamente expropiada (colindante a la avenida). En dicha carta también certificó que “no se expropiarán propiedades a quienes sean titulares de las mismas” y que “el municipio adquirirá toda propiedad que voluntariamente quiera ser vendida”.

Sin embargo, tan reciente como el pasado 31 de marzo del 2025, algunos residentes de la comunidad recibieron una carta de “intención de adquisición de propiedad”. La carta establece “según los poderes que le confiere la ley”, sin especificar las leyes aplicables, que el municipio ha evaluado la adquisición de esa propiedad. Incluye una invitación a los dueños afectados para “orientarlos sobre el proceso” de compra de la propiedad. También piden la “cooperación para poder llevar a cabo nuestro proyecto, el cual redundará en beneficio para todos e incidirá en una mejor calidad de vida para los cayeyanos y visitantes”.  La carta fue enviada por Yessenia M. López, de la oficina de Adquisición de Propiedades del Municipio de Cayey.

La Comunidad Carrasquillo está constituida, en promedio, por residentes mayores de 70 años. Muchos de ellos con condiciones de salud delicadas debido a su edad, incluyendo algunos encamados o incapacitados.

Hay viviendas multifamiliares, donde viven los envejecientes con sus familiares cuidadores. Algunos de los residentes actuales, llegaron a la comunidad en la década de los 1930, pero la mayoría de ellos desde los 1950.

A pesar de lo antiguas que pueden ser las construcciones, observamos que las casas se encuentran en un estado impecable. Muy bien cuidadas y a simple vista cumplen con la definición de una vivienda segura. Actualmente hay aproximadamente 65 familias residiendo en las propiedades que el municipio pretende comprar. 

Los cayeyanos que residen en la Comunidad Carrasquillo, quienes merecen disfrutar de su tercera edad en paz, son presionados para vender sus residencias. Esta comunidad ya sufrió expropiaciones y revive el dolor de la inseguridad de vivienda.

Todavía es la hora que los cayeyanos no han disfrutado del proyecto enfocado en el “bien común” causante de las expropiaciones de hace una década. Y ahora les piden a los vecinos que quedaron, que vendan sus propiedades. 

Se sabe que no hay dinero en el mundo que compre la tranquilidad y la salud mental de estos envejecientes que compraron y saldaron sus casas para pasar sus últimos años en paz.

La información sobre el «perfil demográfico» de los residentes y las cartas fueron provistas por los portavoces de la comunidad.

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