Crónica
JAIME TORRES TORRES
Prensa Sin Censura
Cuando se piensa en El Yunque los referentes inmediatos son La Coca, la Torre Yokahu o Mt. Britton en la PR-191, jurisdicción de Río Grande.
Quizá alguno piense en Puente Roto o Charco Angelito, zonas recreativas del Río Mameyes que se acceden por la PR-988.
Pero el Bosque Nacional El Yunque es muchísimo más, tanto así que hay áreas nunca pisadas por mortales.
Desde Cubuy, Canóvanas logras acceso al Pico El Toro, en cuyas inmediaciones nacen el Río Espíritu Santo y Río Grande.
En Luquillo tienes acceso a Las Pailas. En Fajardo a Charco Frío y en Ceiba, a Las Tinajas.
Naguabo es otra experiencia.
A pasos de la antigua represa hidroeléctrica del Río Blanco encontrarás el Charco El Hippie. Pero si elevas la vista observarás que arriba en la cordillera se revelan cascadas de tentadora e imponente presencia que invitan a su descubrimiento.
Eso fue lo que hicimos la tarde del viernes 21 de marzo. ¡Acompáñanos imaginariamente!
PR 191, Cubuy, Naguabo
Se conoce como la zona Sur de El Yunque y es mucho más prolongada y empinada que el tramo de la PR-191 en Río Grande, donde se concentra la mayor parte de la actividad turística.
Se observan varias instalaciones de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados que distribuyen el agua que desciende de la montaña mediante tomas, pozos y una infraestructura de fideíllos y tubos pvc que llevan el preciado líquido a las humildes residencias de Cubuy.
A medida que subes es evidente el desarrollo de estructuras que ofrecen servicios de alquiler u hospedaje a corto plazo.
Y al cabo de algunos 20 minutos ya estás en lo alto de El Yunque. Hay una valla que no permite acceso en auto a la zona recreativa entre lunes y jueves, pero se puede estacionar y caminar alrededor de 20 minutos.
De viernes a domingo manejaría un kilómetro adicional por la PR-191, pasando por el charco de la represa del Río Cubuy, en el que hay un letrero que advierte de peligro por quedar atrapado y fallecer por la succión de la presión del agua. [Más arriba en ese mismo lugar hay una vereda que conduce a un charco bastante profundo.]
Área de gazebos
En la década del 70, posiblemente en 1971, viví la experiencia de cruzar en compañía de mi padre de Río Grande a Naguabo por la PR-191. Luego, según se generalizó, por las lluvias de la tormenta Eloisa de 1975 hubo un derrumbe y el Cuerpo de Ingenieros y el Servicio Forestal Federal decidieron no reparar el tramo y cerrarla con vallas tanto en Río Grande como en Naguabo.
Sin embargo, a pocos metros del fin de la PR-191 en Naguabo está el área recreativa del Río Sabana, que consiste de un cómodo estacionamento, gazebos con bancos y equipo para barbacoas y servicio sanitario, todo justo a la orilla del cuerpo de agua, que no es muy profundo en el lugar.
Allí, gentilmente, la guía Lorna Ramos, orientó sobre el horario de operación [9am a 5 pm de viernes a domingo] y sobre las veredas que conducen a lugares insospechados.
“Me encargo de que las personas usen el área correctamente y de orientarles sobre las veredas”, dijo la atenta joven, empleada de America Conservation Experiences que ofrece respaldo al Servicio Forestal de Estados Unidos.
“En esta área hay opciones; pueden hacer barbacoa, puede venir la familia; se pueden meter al río y los que interesen pueden recorrer la vereda”, añadió Lorna.
Vereda arriba hacia el Río Sabana
Hicimos la caminata en sandalias, cuando lo recomendable son botas de senderismo o hiking. De ese modo, como asumimos la aventura con Migo [yo solito] medimos cada paso y concentrados seguimos la vereda que avanza en medio de imponentes rocas, sonidos de pájaros, coquíes, el silencio de lagartijas y caracoles y la exuberante flora de palmas de sierra, helechos, tabonucos y hasta palos colorados.
A medida que fuimos escalando como parte de una travesía de 45 minutos advertimos como la vegetación del bosque ribereño submontañoso húmedo nos conecta con zonas montañosas lluviosas y mucho más húmedas.
Confirmamos que nuestra condición física, respiratoria y cardiovascular es óptima. Nunca, a pesar de una elevación de entre 1,607 y 2,756 pies, sentimos fatiga.
Mientras caminábamos con cautela, pisando entre manantiales en ciernes y venas de agua que brotaban de las piedras, concentramos nuestro sentido auditivo en la fuerte corriente del río que descendía montaña abajo.
Al bajar por la vereda el burbujeo del río se intensificó mientras los rayos del sol iluminaban la penumbra de la selva tropical.
¡Llegamos al aposento natural y lo tuvimos solito para nosotros!
Aguas puras y corrientes espumosas; canales cristalinos y fondo arenoso dorado. ¡Tesoros de la Pachamama!
Agradecimos al Arquitecto de la Creación; saciamos la sed; documentamos en fotos y videos la llegada al paraíso de Naguabo y ¡al chapuzón de la bendición!
De regreso, comprendimos porqué por años la marina de guerra de Estados Unidos instaló un sistema de tuberías para suplir agua que es propiedad del Pueblo a la Base Aeronaval Roosevelt Roads en Ceiba.
Puerto Rico es rico en el recurso hídrico. En las montañas de Naguabo nacen los ríos Prieto, Icacos, Sabana y Cubuy que convergen en el Río Blanco, de donde sacaron el tubo.
Es agua alcalina de la mejor calidad.
El aire de mayor pureza y frescura.
El sol más vigorizante y sanador.
La tierra más tierna que nos abraza y sostiene.
Ahora que se avecina el verano 2025, la zona Sur de El Yunque en Cubuy, Naguabo, es una opción para el turismo interno muy recomendable porque si lo planifica bien y madruga puede caminar desde la vereda de Naguabo a Luquillo o Río Grande.
Recuerde utilizar el calzado apropiado, llevar emparedados, ropa adicional en una mochila y asistir acompañado.
¡El Yunque es nuestro!
(Fotos/Prensa Sin Censura-Jaime Torres Torres)










