Orden Ejecutiva para la independencia de Puerto Rico: mera ilusión óptica

Opinión

Antonio Camacho Negrón

Para Prensa Sin Censura

Todo el mundo está alucinado ante la primicia del noticiero británico Daily Mail OnLine sobre el supuesto borrador de orden ejecutiva para la independencia y soberanía de Puerto Rico. 

¿Por qué este medio propenso a la tergiversación sensacionalista fue el primero en divulgar la inverosímil noticia y no el New York Time, Washington Post o El Nuevo Día?  

No quiero prejuzgar y creer que su mira es meramente sensacionalista, aunque los hechos así lo indican. Como hemos visto y escuchado, cuanto programa populachero existe en la Isla ha exaltado la noticia y creado falsas expectativas en su audiencia para incrementar su rating

En la busqueda de objetividad, a pesar de todo este emborujo, prefiero creer que las personas que están detrás de la propuesta tienen buenas intenciones; sin embargo, es mi opinión que independientemente de su comprobada experiencia, títulos universitarios y galardones, pecan de ingenuos. Más adelante les demostraré por qué.

Si pudiésemos medir cuan efectivo es el dominio ideológico de una potencia colonizadora como EE. UU. sobre los colonizados –nosotros los puertorriqueños–lo haríamos sopesando el grado en que se nos distorsiona la percepción de la realidad y cómo actuamos acorde a ello. 

Por ejemplo, los promotores de esta propuesta se lanzan a la palestra colonial boricua sin tomar en consideración que:

A. No puede haber orden ejecutiva en materias que son de la jurisdicción exclusivas del Congreso de EE. UU. como es el estatus o posesión de un territorio no incorporado como Puerto Rico.

B. La propuesta pasa por alto la realidad política, social y económica de Puerto Rico. La deuda, divisiones políticas, poderes oligárquicos, etc.

C. Va en contra de toda lógica imperial: Puerto Rico es el principal socio comercial de EE. UU., los imperios en su decadencia es cuando más se aferran a sus colonias y no existe ni el asomo de un movimiento de pujanza revolucionaria en la Isla que ponga en jaque el estatus quo. 

D. El sólo pensar que Trump, para economizarse unos míseros millones de dólares en términos del voluminoso presupuesto federal, favorecería la independencia de Puerto Rico, su gallinita de los huevos de oro, es subestimarlo.

E. Un proyecto que hace énfasis en cuánto se economizaría el imperio si aflojara sus garras sobre la Isla, reafirma la opinión pública generalizada en la metrópolis de que los puertorriqueños somos unos mantenidos, “free loaders” como usualmente nos llaman.

F. El imperio no necesita dar la independencia para economizarse gran parte de las supuestas remesas que transfiere a Puerto Rico. Le basta con reducirlas o cortarlas como actualmente está haciendo.

Los promotores de la propuesta tampoco toman en cuenta que toda la historia del colonialismo es la historia de la explotación y el saqueo. Ningún imperio ocupa un país con intenciones altruistas; lo ocupa con propósitos meramente egoistas sin importarle los derechos soberanos de los estados. 

Siempre están por delante sus intereses. Betances y Hostos le hablaban a los puertorriqueños de su tiempo de cómo los explotaba el imperio español, y Hostos, Albizu y Corretjer, sobre la explotación imperialista norteamericana y de sus turbios propósitos e intenciones. 

En Puerto Rico, para ocultar su maldad imperialista, EE. UU. puso en práctica una nueva táctica colonial bajo el manto de una generosidad calculada y con los eufemismos de democracia y libertad; conceptos incompatibles con el coloniaje. 

Un trato que tiene como objetivo prolongar su dominio sobre la colonia fomentando la dependencia y evitar el alto costo económico y político que conlleva aplastar un posible alzamiento de los súbditos. Esta es la única razón por la cual el imperio nos hace concesiones económicas regresándonos en forma de ayudas una pequeña porción de los suculentos beneficios que devenga por la explotación colonial. 

Indudablemente, un pueblo con la realidad distorsionada por los instrumentos propagandísticos del poder colonial y el miedo a la represión no puede ver la explotación a que es sometido y percibe esas ayudas como gestos de generosidad sin los cuales se moriría de hambre.

Una percepción que corrompe su autoestima, lo hace sentir menos capaz de valerse por sí mismo y más impotente ante el opresor.

Sin embargo, más temprano que tarde, como ente colonizado, aflora en el puertorriqueño la contradicción.

Ese sentimiento de libertad e independencia, motor de la historia de la Humanidad, a que aspira todo ser humano mentalmente sano. Y en su lucha por armonizar su realidad distorsionada y el miedo a la represión con su impulso natural a la libertad e independencia, se humilla ante el amo para que le dé la libertad a cambio de las ayudas en manutención que recibe. 

No se le ocurre pensar que al amo no le importa en absoluto la cuantía de esas ayudas, pues sabe muy bien que éstas representan una ínfima parte del valor de retorno que devenga como potencia colonialista:

1. ¿Qué valor tiene la Isla como bastión militar para EE. UU. si pudiéramos cuantificar su importancia?

2. ¿Cuánto nos deben por los territorios usurpados en Vieques, Culebra, Aguadilla y demás?

3. ¿Cuánto se llevan en intereses los fondos buitres y bancos? 

4. ¿En cuánto ascienden los beneficios que derivan las industrias multinacionales en exenciones corporativas y utilización de almacenaje, agua y luz gratuita?

5. ¿En ganancias las aseguradoras, los hoteles, casinos, desarrollistas, farmaceúticas, Walmart, Home Depot, Sams, Walgreens y miles de otras compañías? 

6. ¿Cuánto se embolsican por las leyes de cabotaje, comunicaciones, aduana, tránsito aéreo, etc.?

7. ¿Cuál sería el monto si pudiésemos cuantificar la utilización de la Isla como dumping? Práctica que le da total libertad para invadirnos con productos de segunda, tercera y cuarta clase y vendérnoslos como de primera.

8. El coloniaje es un crimen de lesa humanidad. ¿Cuánto tendrían que pagarnos como indemnización por someter a nuestro pueblo por 127 años a ese régimen de oprobio?

9. ¿Cuánto por el desplazamiento y sufrimientos de las poblaciones de Vieques y Culebra y los miles de soldados que murieron, quedaron mutilados o han participado en sus guerras?

10. ¿Cuánto por la utilización de nuestros recursos hídricos?

11. ¿Cuánto por la utilización de nuestra población como conejillos de india para la experimentación agrícola, médica y militar? Recordemos los experimentos de radiación contra Don Pedro, la esterilización masiva sin consentimiento a miles de mujeres, los experimentos de Monsanto y la utilización del Agente Naranja en El Yunque.

Como un sediento que delira en el desierto, la tendencia reformista, siempre se inclina a la fantasía. 

Se confunde por los traspiés del emperador con países que se benefician de un alto déficit comercial con EE. UU., y una vez más se lanza detrás de un espejismo. Les pregunto a los promotores de esta quimera de transición a la soberanía e independencia de Puerto Rico, ¿si el imperio es tan bueno que nos mantiene, para qué queremos la independencia?

¿No será que detrás del altruismo patriótico anida la impotencia y el derrotismo, ese sentimiento de minusvalía que nos induce a la negación de la realidad, nos humilla como pueblo y refuerza en el ciudadano estadounidense la creencia generalizada de que somos parásitos?  

El sólo mencionar en esta propuesta cuánto le cuesta o se economizaría el imperio de EE. UU. si le diera la independencia a Puerto Rico, es afirmar que las supuestas ayudas son un acto de generosidad, por lo que se infiere que los puertorriqueños somos unos mendigos. ¿Son ayudas… o migajas de transferencias por la explotación centenaria de la colonia, por ende, para sembrar miedo a la independencia y mantener el estatus quo, sin dejar de mencionar el daño a la salud mental de nuestro pueblo? Renunciar a ellas bajo los dictámenes del imperio no nos asegura una verdadera soberanía e independencia. Todo lo contrario, sería acrecentar la explotación al liberar al imperio de los compromisos contraídos.

Si en algo Trump está meridianamente claro es que, para hacer fuerte a EE. UU. otra vez, el imperio tiene que expandir su territorio. Por eso habla de apropiarse del Canal de Panamá, Groenlandia y convertir a Canadá en un Estado. Soltar en este momento histórico a Puerto Rico no tendría ningún sentido. Su valor económico de retorno y estratégico es muy alto comparado con las supuestas ayudas.

¿Quién se beneficia en realidad con esta propuesta si se materializara, Puerto Rico -la colonia- o EE. UU. el imperio?¿No nos basta con el saqueo del erario público de Puerto Rico por la Junta de Control Fiscal? ¿Por qué mejor no exigimos la condonación de la deuda e indemnización por los daños infligidos por el colonialismo?

La independencia no se mendiga. Un proyecto de independencia amapuchado en que la última palabra la tiene el imperio, no es un acto soberano, es una traición al pueblo.

Solamente el activismo de los sectores más conscientes, la pujanza de un pueblo unido, la pérdida del miedo a la represión y la lucha en la calle, nos hará libres. Lo demás son cantos de sirena.

Tengamos paciencia. Mencioné anteriormente que los imperios en su decadencia es cuando más se aferran a sus colonias; sin embargo, en un momento de su declive las contradicciones en la colonia por el efecto demoledor de la economía se agudizan y el imperio no es capaz de detener el camino a su libre determinación e independencia.

Donald Trump. Foto/Casa Blanca

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