Por MISAEL PÉREZ PRIETO
Periodista Cultural, Ensayista, Poeta y Crítico Literario
El aniversario del natalicio de Francisco Matos Paoli nos convoca a una meditación profunda sobre la trascendencia de su obra y el indómito espíritu que lo definió. Matos Paoli no solo encarnó la voz más alta de la lírica puertorriqueña del siglo XX, sino que, a través de su verbo encendido, edificó un puente inquebrantable entre la poesía y la lucha independentista. Su existencia fue una oda viviente a la libertad, un canto desgarrado de resistencia ante la imposición colonial. Como figura literaria y política, su legado permanece enraizado en la memoria colectiva de la nación puertorriqueña, proyectándose como símbolo imperecedero de dignidad y compromiso patrio.
Nacido en Lares el 9 de marzo de 1915, en el epicentro simbólico del primer alzamiento independentista puertorriqueño, Matos Paoli heredó el ímpetu de una tierra marcada por la insurrección. Desde temprana edad, su sensibilidad literaria se manifestó con un hondo sentido de melancolía y trascendencia. La muerte de su madre cuando apenas contaba con quince años no solo inauguró su orfandad afectiva, sino que también lo impulsó a exorcizar su dolor a través de la palabra, cristalizándolo en su primer poemario, Signario de lágrimas (1931). Su formación académica en la Universidad de Puerto Rico y en la Sorbona de París lo dotó de una erudición refinada, permitiéndole entretejer la estética simbolista con el misticismo y la efusión patriótica.
Su incursión en el ámbito político fue inevitable. La filiación con el Partido Nacionalista y su nombramiento como Secretario General en 1949 lo colocaron en el epicentro del huracán histórico que culminaría en su arresto tras la insurrección nacionalista de 1950. Matos Paoli fue víctima de la implacable Ley de la Mordaza, herramienta represiva que penalizaba cualquier manifestación independentista en la isla. Su delito: poseer una bandera de Puerto Rico y proferir discursos a favor de la soberanía nacional. Encarcelado y sometido a torturas físicas y psicológicas, su espíritu jamás claudicó; en su celda, continuó forjando su verbo libertario, dándole forma a su obra cumbre, Canto a Puerto Rico (1952), donde la patria se erige como un ser sufriente que anhela redención.
La poesía de Matos Paoli trasciende la mera alabanza patriótica; su cosmovisión amalgama la espiritualidad y el sufrimiento con la condición política de su nación. En Luz de los héroes (1954) y Criatura de rocío (1958), se percibe una poética enraizada en el idealismo romántico y en el anhelo de trascendencia. Su voz no solo busca la emancipación del territorio insular, sino que también persigue una liberación metafísica, un reencuentro con la esencia primigenia del ser. Su obra, por ende, no puede leerse exclusivamente bajo la óptica de la resistencia política, sino como una empresa de redención ontológica que, a través del verbo, intenta restituir la dignidad arrebatada a su pueblo.
El reconocimiento internacional de su obra llegó con su nominación al Premio Nobel de Literatura en 1977, distinción que reafirmó su sitial en la literatura universal. Sin embargo, la canonización literaria jamás lo desvió de su misión esencial: ser la conciencia vibrante de una nación en lucha. La poesía, para él, no era un ejercicio estético desprovisto de responsabilidad, sino un arma luminosa contra la ignominia colonial. La profundidad de su imaginario poético y la vehemencia de su causa lo vinculan con figuras como César Vallejo y Pablo Neruda, poetas que, al igual que él, hicieron de la palabra un estandarte de combate.
El ocaso de su vida estuvo marcado por la contemplación serena y la certeza de haber entregado su existencia a la lucha inextinguible por la libertad. Su muerte, ocurrida el 10 de julio del 2000, no apagó su voz; al contrario, su verbo sigue reverberando en el alma de Puerto Rico, guiando a nuevas generaciones que aún sueñan con la soberanía de su patria.
Matos Paoli permanece como un faro de integridad y resistencia, un testamento viviente de que la poesía, cuando está imbuida de verdad, deviene en una fuerza capaz de trascender la opresión y la muerte.
Celebrar su natalicio es más que un ejercicio de memoria; es un compromiso con la vigencia de su mensaje. En tiempos donde el colonialismo adopta nuevas formas y la identidad nacional se ve amenazada por las fuerzas de la globalización, la poesía de Matos Paoli nos recuerda la urgencia de preservar nuestra esencia. Su verbo no pertenece al pasado, sino a la continuidad incesante de la historia puertorriqueña, un llamado inquebrantable a la conciencia colectiva.
Así pues, en el reciente día de su natalicio, rendimos tributo a un hombre cuya vida y obra constituyen el paradigma más alto del poeta comprometido. Francisco Matos Paoli no fue solo un escriba de versos sublimes, sino un mártir del ideal libertario, un alquimista de la palabra que transformó el sufrimiento en luz imperecedera. En su poesía encontramos la ruta hacia la emancipación, un legado de fuego que nos exhorta a nunca claudicar ante la injusticia.
En el eco de sus versos y en la memoria de su lucha, Francisco Matos Paoli permanece. Su voz es la de una nación que aún canta por su libertad.

