Por Obispa LIZZETTE GABRIEL MONTALVO
Como creyentes en Cristo, tenemos responsabilidad por nuestros hermanos y hermanas.
Somos guarda de ellos y ellas (Genesis 4:9). Somos responsables por la justicia, el amor y la misericordia hacia los refugiados y migrantes.
Como metodistas, deploramos toda acción que atente contra la vida humana, la seguridad de quienes están en búsqueda de una vida mejor y el trato inhumano a quienes necesitan refugio. Seres humanos que han atravesado o están dispuestos a atravesar fronteras con todos los desafíos, riesgos y peligros que esto implica.
Más aún, vivir en continua exposición a la explotación, desvaloración de su dignidad y trata humana, entre otras cosas, para «alcanzar la tierra prometida».
Esta situación está a nuestras puertas y no podemos quedarnos de brazos cruzados. Tenemos un ministerio profético que denuncia el pecado, el desamor y todo acto de injusticia. Hoy, más que nunca, debemos solidarizarnos con nuestro prójimo migrante. Hoy, más que nunca, tenemos que ser la voz por quienes no pueden hablar. Hoy, más que nunca, debemos seguir las enseñanzas de Cristo Jesús.
Hoy, más que nunca, afirmamos nuestra Política de Santuarios Seguros implementada a partir de la aprobación de la Resolución en la Conferencia Conexional 2016, que establece que: «la Iglesia Metodista de Puerto Rico, sus templos y propiedades se declaran como Santuarios Seguros para las personas inmigrantes sin documentos».
Muy respetuosamente, pedimos al Presidente Donald Trump que honre el derecho de las personas a solicitar asilo y cree vias humanitarias para quienes buscan protección. Una vez más, afirmamos que buscar protección y seguridad no es un crimen.
Prensa sin censura 