La influencia del cristianismo en la política de la colonia portorricensis

Nota del Editor: Segunda parte del ensayo Religión y estatus de Puerto Rico: el legado político de una lucha cinco veces centenaria. Prensa Sin Censura promueve el debate e intercambio de ideas, respetando el criterio de sus colaboradores, sin que ello signifique que necesariamente lo comparta.

Opinión

Por Pablo Francisco Cruz-Azize

Para Prensa Sin Censura 

Vimos en la primera parte de este ensayo cómo se intentó exponer la relación entre la falta de política cristiana en Puerto Rico y nuestro estatus territorial colonial. Se discutió entonces cómo Puerto Rico y los Estados Unidos fueron naciones cuyas tradiciones se remontan a la religión de sus naciones madres España e Inglaterra, respectivamente. Se expuso cómo dentro del contexto religioso protestante en Inglaterra y en los Estados Unidos surgió el liberalismo. 

No fue así el caso en los reinos de la monarquía universal hispana. Preocupada por mantener la pureza de la Fe, combatió intolerante e intransigentemente la revolución protestante en Europa y en las Américas. Difícil sería en sus dominios el ambiente de pluralidad religiosa que propició el liberalismo en los territorios ingleses y británicos, liberalismo que acabó siendo condenado por la Iglesia, no por temor a la auténtica libertad, sino porque siempre entendió que la verdadera libertad no podía prescindir del Dios cristiano y su ley moral, como pretendió el liberalismo.

Las ideas liberales lograron colarse en España y en Hispanoamérica y según se ha entendido contribuyeron a la independencia hispanoamericana en el contexto de la crisis creada en España por la invasión de Napoleón. Es en parte por esta razón que muchos hispanistas católicos, en su mayoría tal vez españoles pero también algunos hispanoamericanos, impugnan la independencia y la presunta influencia de la masonería, secta también condenada por la Iglesia, en la misma.

Conviene sin embargo recordar que, como nota el teórico de la hispanidad Ramiro de Maeztu, la España del siglo XVIII y XIX se había alejado del ideal católico por la influencia de nuevas ideas de despotismo ilustrado o liberalismo importadas de Francia tras el cambio dinástico de la Guerra de Sucesión Española. No era ya la vieja España de los Reyes Católicos y de la Casa de Austria.

Algunos enemigos de la independencia eran o pudieron haber sido favorables al ideario ilustrado o liberal. También pudieron haber sido masones. Es fácil concluir que hubo liberales, ilustrados o masones en ambos bandos de la guerra si nos basamos en Maeztu y en la obra de otros historiadores. Tomo este factor en cuenta para evitar culpar de liberalismo o de infiltración masónica a únicamente una de las partes, pues no deseo poner todo el peso de la culpa por la división de los reinos en nosotros los americanos (sin intención por ello de hacer ver mal a España).

También conviene afirmar que, como destacan los historiadores católicos defensores del nacionalismo hispanoamericano, la independencia se dio dentro de un contexto católico y la importancia de esta religión fue tomada en cuenta por los llamados libertadores. Pueden darse varios ejemplos que permiten ver la importancia del simbolismo católico presente en la lucha de independencia hispanoamericana.

No logró Puerto Rico la independencia en este periodo, pero nuestro cabildo de San Germán llegó a pedir la independencia en nombre de la preservación de la Fe en el caso de que no lograra la monarquía española retornar al poder. El General José de San Martín según la tradición del nacionalismo católico argentino nombró a la Virgen Generala patrona del Ejército de los Andes, procurando escapularios para los soldados y castigando con hierro candente a los culpables de blasfemia.

El llamado libertador Simón Bolívar, a quien sus críticos continuamente tildan de masón o liberal, consumó la independencia de la Gran Colombia y favoreció a la religión católica durante su gobierno. La independencia de México y Centroamérica fue por su parte consumada por Agustín de Iturbide bajo las Tres Garantías de Religión, Independencia y Unidad tras la reinstauración de la Constitución de Cádiz, considerada liberal y por ende criticada por la Iglesia, en España.

La lucha civilizacional entre anglosajones e hispanos no cesó con la independencia. Los Padres Fundadores de los EE.UU. implementaron un proyecto de expansión hacia el oeste secundado por sus sucesores durante todo el siglo XIX. Significó la expansión estadounidense la subordinación de nuestros países hispanoamericanos. México fue la primera víctima: perdió una guerra contra los EE.UU. y fue despojado de toda la mitad norte de su territorio. También se enfrentó a España en 1898 e invadió Puerto Rico, que convirtió en una colonia o territorio no incorporado. Intervino además militarmente en varios países antillanos y centroamericanos en las primeras décadas del siglo XX.

Nuestros países por su parte acabaron divididos entre sí cada vez más, quebrándose la unidad soñada por Bolívar. Los liberales hispanoamericanos, influenciados y en algunos casos apoyados por los estadounidenses, lucharon durante el siglo XIX por derrocar a los llamados gobiernos conservadores que como la vieja España decían defender la Fe y tuvieron éxito. Al contemplar la amenaza de la hegemonía estadounidense a inicios del siglo XX, los intelectuales y líderes hispanoamericanos se dieron cuenta de las desventajas del liberalismo y reivindicaron su herencia hispana y la identidad católica que era parte de ella. Inspiraron así movimientos nacionales opuestos al imperialismo estadounidense en Hispanoamérica. Haré mención de varios casos.

Movimientos nacionales opuestos al imperialismo estadounidense

Comienzo con el caso de México, donde durante el siglo XIX los liberales (muy denunciados en la obra histórica del filósofo mexicano José Vasconcelos, quien se consideró discípulo del Maestro Albizu Campos) opuestos al Partido Conservador y que recibieron apoyo de los EE.UU. promovieron leyes dirigidas contra la Iglesia. Estas leyes fueron la base para la Ley Calles que, en el contexto de la Revolución Mexicana, provocó la rebelión de los católicos mexicanos en nombre de Cristo Rey. El historiador Enrique Díaz Araujo notó cómo los cristeros como patriotas mexicanos estaban muy conscientes del peligro que suponía EE.UU. (que de acuerdo al historiador apoyó, según le convino, al gobierno de Plutarco Elías Calles) para su país. Consideraban la influencia estadounidense un peligro para su Fe. No tuvieron éxito y muchos murieron como mártires, incluyendo el beato Anacleto González Flores, modelo de patriotismo cristiano.

Aludo ahora al caso de Argentina, tan al sur que no sufrió directamente el imperialismo estadounidense pero sí el poder británico. Lucharon allí los caudillos federales, a facón y tacuara, contra los revolucionarios liberales. Enarbolaron la bandera de Facundo Quiroga: “¡Religión o muerte!”. Tuvieron su victoria los liberales al derrocar al caudillo Juan Manuel de Rosas, reivindicado luego por los nacionalistas argentinos por según ellos defender la soberanía de la patria y oponerse al liberalismo. Escribieron los liberales la historia de tal modo que quedaron ellos como los “buenos” y sus enemigos como los “malos”, pero comenzó un proceso de revisión histórica a mediados del siglo XX que retó la historiografía liberal. Coincidió esta revisión con el rico desarrollo teórico de un nacionalismo católico que cuestionó los postulados políticos y económicos del liberalismo e inspiró a muchos jóvenes argentinos a luchar por la Fe y por la patria.

Fue notado este espíritu de lucha en la Guerra de las Malvinas, en la cual Argentina reclamó unas islas que consideraba suyas pero que Gran Bretaña ocupó. Los pilotos argentinos combatieron con increíble arrojo, ganándose el respeto del enemigo. Estaban inspirados por las enseñanzas del profesor Jordán Bruno Genta, mártir propuesto como candidato a la beatificación. Estas enseñanzas del profesor pueden verse como la versión argentina del lema albizuista: “la Patria es valor y sacrificio”. Valerosamente lucharon pero perdieron la guerra, obteniendo Gran Bretaña la victoria con el apoyo de los Estados Unidos.

Conocemos todos, finalmente, el caso de Puerto Rico. Cedido por España a los EE.UU. tras perder la Guerra Hispano-estadounidense, fue sujeto no solo a la des-hispanización sino también a una descatolización. No solo se obligó a dar las clases en inglés y aprender una historia de Puerto Rico favorable al nuevo régimen, sino que se promovió el protestantismo. El mismo era crucial para lograr la mal llamada “americanización”, siendo el catolicismo un obstáculo para la liberalización necesaria para aceptar la ideología estadounidense.

Fue en esta situación que surgió el Maestro Pedro Albizu Campos con su mensaje de nacionalismo, enseñándole al pueblo a recordar sus orígenes para no despreciarse a sí mismo. Valoraba el legado de la Madre España y se sentía parte de la tradición hispanoamericana, aspirando a la reunificación con los países hermanos, y no tan solo a la mera independencia, para cumplir el sueño de Bolívar.

Su nacionalismo estuvo informado por su catolicismo. Era católico, habiendo sido influenciado por la obra apologista del español Jaime Balmes, que defendió el catolicismo frente al protestantismo, y por el derecho de gentes de Francisco de Vitoria. Apeló a la conciencia nacional de la nación y creía que Puerto Rico tenía una misión histórica que cumplir y que la única forma de hacerlo era siendo libre. Era la misión histórica la defensa de la civilización hispánica (entiéndase: católica) en el Caribe, como hicieron nuestros ancestros contra las invasiones de los protestantes ingleses.

Los nacionalistas acabaron alzándose en armas en 1950, pero fueron vencidos y Albizu matado a fuego lento radioactivo en las celdas de la cárcel. Culminó la revuelta con la victoria de los Estados Unidos y de sus colaboradores en Puerto Rico liderados por Luis Muñoz Marín y el Partido Popular Democrático, quiénes engañaron a Puerto Rico y al mundo diciendo que el falso Estado Libre Asociado con su nueva constitución significaba el fin del colonialismo, cuando en verdad Puerto Rico seguía tan sujeto a los dictámenes del gobierno de los EE.UU. como antes. 

Contribuyó Muñoz también a destruir la influencia política de la Iglesia en Puerto Rico, denunciando como un buen liberal la interferencia política de los obispos y sacerdotes que denunciaron los programas neo-maltusianos de reducción poblacional.

El legado de esta lucha de origen religioso cinco veces centenaria nos confronta con varios dilemas políticos respecto a nuestro estatus territorial. ¿Es posible la unión o asociación con los Estados Unidos sin ser infieles a nuestra propia tradición? ¿Es la independencia realmente la mejor forma de preservarla?

Hay mucho que no se dijo y queda mucho por matizarse, pero ya no da para más. No me atrevo a decir por este medio que no me pertenece, y en el cual se me ha concedido la oportunidad de comunicar mi punto de vista, cuál debe ser la opción política o religiosa que cada cual debe tomar, aunque mis sesgos sean evidentes. Creo que se trata en última instancia de un asunto de conciencia e incomodaría a muchos sentirse obligados por los hombres a ir contra su propia conciencia.

Se ha intentado resumir, basado en todo lo que he aprendido sobre el asunto, en este largo ensayo la historia de dos religiones, dos cosmovisiones, dos tradiciones, dos naciones, que han combatido a lo largo de la historia. Al contemplar esta historia, algunos tal vez se sorprenderán, teniendo en cuenta los católicos “conservadores” que favorecen la unión permanente con los Estados Unidos y los independentistas liberales o “comunistas” que profesan el ateísmo militante o alguna variante del protestantismo. Ambos casos son dos manifestaciones distintas del mismo fenómeno: el desarraigo del puertorriqueño de su propia tradición a causa de aceptar en mayor o menor grado la colonización ideológica del país invasor.

Diré sin embargo que la conciencia debe informarse correctamente, según la Verdad. Sería ideal, confiando en el Señor Dios que guía a hombres que buscan la Verdad, que en un sincero esfuerzo por encontrar la Verdad podamos como nación elegir libremente el único Camino religioso que nos lleve a la Vida que trasciende este mundo pasajero y poder elegir libremente además la opción política más consistente con esta meta Eterna.

Signos de Fe en el Escudo de Puerto Rico.

 

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