Opinión
Por Fuente Sindical de Absoluto Crédito del ICP que opta por el anonimato por temor a represalias
Como en el cuadro alegórico de Goya, «Saturno devorando a su hijo», el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) se encuentra sumido en un ambiente oscuro y caótico que amenaza con destruir lo que debería proteger: nuestro patrimonio cultural. Esta metáfora, poderosa y perturbadora, refleja la atmósfera laboral que denuncian empleados descontentos y sectores culturales.
Desde su nombramiento, Carlos Ruiz ha sido señalado como el peor director ejecutivo en la historia de la agencia. Bajo su gestión, dicen los críticos, se ha instalado un clima de incertidumbre, negligencia administrativa y falta de visión que ha llevado al deterioro de proyectos vitales para la cultura puertorriqueña. «Nos sorprenderíamos si llega alguien peor, pero el daño que se ha hecho ya es inmenso», afirma un empleado que pidió no ser identificado por temor a represalias.
La comunidad cultural alza su voz
Artistas, gestores culturales, académicos y empleados han unido fuerzas para exigir la renuncia de Ruiz. Según estas voces, su dirección ha estado marcada por la falta de transparencia, la ausencia de un plan estratégico claro y una desconexión con las verdaderas necesidades del sector cultural. Proyectos fundamentales han quedado estancados, y las comunidades más vulnerables han sido las más afectadas.
La comunidad cultural se pregunta: ¿cómo es posible que una institución creada para proteger y fomentar nuestra cultura haya caído en tal estado de abandono? «La cultura es el alma de un pueblo. No permitamos que la ineptitud y la negligencia destruyan lo que generaciones han construido».
Esperanza en tiempos difíciles
Pese al panorama sombrío, muchos se aferran a la esperanza. «No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista», dice el refrán popular, recordando que los ciclos de crisis no son eternos. Y como dijo Don Quijote a Sancho Panza: «No es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que habiendo durado mucho el mal, el bien esté ya cerca».
Los empleados del ICP, junto con otras voces culturales, creen firmemente en la posibilidad de un cambio. La renuncia de Ruiz, aseguran, podría marcar el inicio de una nueva era, en la que la agencia recupere su misión original: ser el guardián de la riqueza cultural puertorriqueña.
La exigencia a la gobernadora
El colectivo de trabajadores y organizaciones culturales hace un llamado directo a la gobernadora de Puerto Rico para que tome acción inmediata. «La gobernadora debe escuchar el clamor del pueblo y remover a Carlos Ruiz y su séquito de su cargo», insisten.
También exigen que cualquier sucesor sea seleccionado con base en méritos y compromiso con la cultura, no por consideraciones políticas.
La cultura puertorriqueña está en juego. Si la administración actual no actúa con rapidez, el daño podría ser irreparable. Sin embargo, quienes alzan su voz no pierden la fe en que, con unidad y firmeza, se pueda devolver al Instituto de Cultura Puertorriqueña la dignidad y la fortaleza que merece.

