Editorial
JAIME TORRES TORRES
Prensa Sin Censura
Conozco norteamericanos decentes cuyos hijos nacieron aquí y viven orgullosos de ser puertorriqueños.
También conozco estadounidenses de rapiña, tanto afroamericanos como rubios, que han llegado a Puerto Rico a vomitar sus vicios, presumir de superioridad y literalmente defecarse sobre la integridad de la Nación.
La ley 60 ha sido un fracaso; no pocos llegaron al paraíso fiscal y, en lugar de producir y promover empleos, lo que hacen es apoderarse del patrimonio nacional y desplazar a los nuestros.
Ya no se observan familias boricuas en playas y ríos. Parecen encuevadas. Mucho gringo en temporadas como esta y en el spring break.
¡Bienvenidas todas las personas de buena voluntad del Planeta que aterricen aquí con respeto a nuestra idiosincrasia!

En cambio, Prensa Sin Censura repudia la presencia en el País del turista engreído que, reconociendo la condición colonial de Puerto Rico, llega aquí con ínfulas de amo y señor; creyendo que los trabajadores puertorriqueños son sus esclavos.
El gran problema aquí es, aparte de la barrera de idioma, que la policía les teme; lo piensa dos veces antes de intervenir, atender las querellas de los ciudadanos, arrestarlos y denunciarlos en los tribunales.
Los recientes incidentes [el de la mujer de St. Peters, Missouri, Danielle Renee Bertothy, que incendió varios negocios en Cabo Rojo y se marchó; el del turista borracho que mató al joven trabajador y motorista Carlos Cruz Morales en Vieques y otros casos documentados por la prensa ocurridos en Río Piedras, Quebradillas, Luquillo, Rincón, la Placita de Santurce, Viejo San Juan, Condado, etc.] exigen rigurosa política pública, cero tolerancia e impunidad para el delincuente extranjero, sea norteamericano, oriental o europeo. Eso se espera de los funcionarios de Seguridad y Justicia recientemente designados: Arturo Garffer y Janet Parra.
¿Qué pasa con las ordenanzas y códigos de orden público municipales? Si es un puertorriqueño el que orina en la calle lo arrestan, pero si es un turista no lo tocan.
Los escándalos de jóvenes norteamericanos borrachos y aparentemente drogados a altas horas de la madrugada en las inmediaciones de la Placita de Santurce son intolerables. ¿Qué pasa con los agentes de la guardia municipal de San Juan?
Con el éxito mundial del álbum DeBÍ TiRAR MáS FOToS de Bad Bunny y el anuncio de 30 conciertos en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot en el verano que se avecina, se espera un tráfico turístico sin precedentes.

El mercadeo de Bad Bunny es más eficaz que el de la Compañía de Turismo y Yankee, inmerso en un triste escándalo tras la separación de su esposa, y el del propio Departamento de Desarrollo Económico y Comercio que dirigió Manuel Cidre.
Urge legislación para imponer respeto y límites a los visitantes del extranjero. El boricua nunca será inferior.
Como enunció Don Pedro Albizu Campos, en Puerto Rico es bienvenido todo lo noble y decente de otras naciones, pero no la lacra que viene a endrogarse, emborracharse, ofender a la mujer boricua, alterar la paz y amenazar la vida de los hijos de esta Patria con sus excesos.
Y tú, Boricua, anímate a reclamar lo que es tuyo y te quitan y a ocupar los espacios que te pertenecen y de los que sutilmente te desplazan: playas como el Balneario de Luquillo, ríos como los de El Yunque, bosques, parques, museos, reservas, etcétera.
Puerto Rico, tierra noble y hospitalaria, ¡se respeta!

