Columna de Opinión
Por JESÚS DÁVILA
Periodista Senior-NCM
SAN JUAN, 3 de enero de 2025 (NCM) – Jenniffer González, que ocupa el quinto puesto en la línea ininterrumpida de gobernadores anexionistas desde 2016, ha comenzado su mandato con una inauguración espectacular, apoyo entusiasta –al menos por escrito- del próximo presidente de Estados Unidos y horizontes inciertos sobre qué rumbo tomará Puerto Rico.
En el aspecto estratégico económico, la nueva administración de la colonia se encuentra, desde su inicio, atrapada por una economía en el piso y los desastres de unos consorcios energéticos quebrados y hasta ahora incapaces de proveer la electricidad que mínimamente necesita el país.
Ante la situación, la carta del presidente electo Donald Trump, leída por la congresista de Florida María Elvira Salazar, anuncia que como próximo mandatario “espero trabajar de cerca” para ayudar a “revitalizar la infraestructura esencial”, impulsar proyectos y “prácticas comerciales justas”. La carta tiene palabras elogiosas para la nueva gobernadora, pero nada para sus antecesores recientes anexionistas y mucho menos a la aspiración de González de que Puerto Rico se convierta en recurso estratégico para la política de EEUU en la región del Caribe y, eventualmente, en estado miembro de la Unión.
El tono sobrio de la carta también contrasta con la pasión manifiesta en las declaraciones de Trump sobre los intereses imperiales de retomar el Canal de Panamá, adquirir la colonia danesa de Groenlandia o convertir a Canadá en “el Estado 51” de EEUU.
La propia gobernadora nueva también se mostró cautelosa sobre la ruta de Puerto Rico y su mayor acto manifiesto de casi rebeldía fue negarse en dos ocasiones durante la ceremonia a repetir cuando la juez presidenta del Tribunal Supremo, Mayte Oronoz, le pidió que jurase gobernar y defender el “Estado Libre Asociado de Puerto Rico”, lo que González sustituyó por Puerto Rico y todos los puertorriqueños.
De hecho, un par de horas antes, en el mismo Capitolio, comenzó el proceso de juramentación de la delegación legislativa más grande que ha tenido en décadas el Partido Independentista Puertorriqueño, tres representantes y dos senadores. Eso combinado con que en los comicios generales de noviembre el independentista Juan Dalmau llegó segundo en la contienda por la gobernación y que la aspiración combinada de república asociada-independencia se alzó con más del 40 por ciento de los sufragios.
Pero los independentistas mantuvieron un perfil bajo durante los actos de inauguración de la nueva administración gubernamental y aunque dos de sus legisladores nuevos no tenían listos todos sus documentos, sencillamente se organizaron para jurar sus cargos en los próximos días.
La situación no fue tan fácil con respecto a Eliezer Molina, un activista ambiental que no tiene partido y logró la elección a senador por nominación directa de más de 70 mil ciudadanos. El Gobierno no dejó entrar a Molina al Capitolio porque tampoco tenía listos todos sus documentos y de nada valieron los llamados de los del PIP para que le recibieran como acto de cortesía.
La negativa tuvo el efecto de catapultar a Molina, boquiduro y de un verbo de arquero, en la contrafigura de la nueva gobernadora para el interés de los medios noticiosos. Al final, Molina celebró su propia toma de juramento simbólica frente a la playa del Escambrón, que ha sido objeto de una larga confrontación entre defensores del ambiente y empresarios apoyados por el gobierno.
Pero aunque Molina captó la atención de muchos y sirvió para que analistas y ciudadanos discutieran sobre los modos democráticos, en realidad sus actos no cubrieron todas las manifestaciones de protesta y hubo algunos detenidos en actos de protesta en el Puente Dos Hermanos, que da acceso a la isleta de San Juan, además de incidentes menores en otros lugares.
En realidad, la fórmula de actos grandes y pomposos acompañados por pequeñas incursiones de protestas marginales se mantuvo todo el día, con el primero justo mientras se celebraba la misa inaugural de González en la Parroquia de Santa Teresita, donde una muchacha encapuchada se trepó en uno de los bancos de la feligresía para hacer su protesta y fue sacada del lugar por agentes de seguridad.
Además de la misa y los actos de juramentación en el Capitolio, la nueva gobernadora caminó con el pueblo hasta el Palacio de Santa Catalina –sede de la gobernación desde tiempos de España- donde fue recibida por un coro de campanas y otras manifestaciones artísticas, visitó las monjas del cercano Convento de las Siervas de María y finalmente participó en una fiesta de pueblo en la plaza del Quinto Centenario, frente al cuartel de Ballajá y el Castillo de San Felipe del Morro, cercanos a la boca de la Bahía de San Juan.
En 2016 hubo fiestas similares cuando Ricardo Rosselló logró la gobernación por el anexionista Partido Nuevo Progresisita, para irse del país en 2019 al ser derrocado por un alzamiento popular principalmente pacífico. Intentó sucederle Pedro Pierluisi, quien prestó juramento en privado con una juez amiga, para ser desalojado días después por una determinación unánime del Tribunal Supremo.
A ese primer intento de Pierluisi, le sucedió la entonces secretaria de Justicia, Wanda Vázquez, que,, en concordancia con la línea de sucesión constitucional, se convirtió en gobernadora y logró superar la amenaza de otro intento para desalojarla, en esa ocasión por parte de líderes de las cámaras legislativas que trataron de usar para eso a González, entones comisionada de Puerto Rico en Washington. Pero, Pierluisi derrotó a Vázquez en primarias y ganó los comicios de 2020.
Pierluisi perdió la posibilidad de volver a ser candidato en las elecciones primarias del PNP el verano pasado.
Ese trasfondo político inmediato de un partido que ha sufrido los golpes de esa inestabilidad, que abrió el espacio para que Gonzalez llegara al poder, se combina con las otras circunstancias políticas opositoras en esta pequeña nación caribeña y colonia de EEUU desde 1898. Entre ellas, el ultraconservador Proyecto Dignidad, además de la fuerza que está tomando el PIP y la Alianza de País.
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