Comunicado
En las recientes elecciones generales la esperanza encontró su cauce en la Alianza. Nos tomó décadas lograr levantar las condiciones para que sucediera lo que tanto anhelaba nuestro pueblo. Y ocurrió y los resultados son inéditos. El candidato a la gobernación obtuvo un 33 % de los votos, ganó en 12 municipios y en otros quedó segundo por poca diferencia.
Mientras, uno de los componentes del bipartidismo, que tanto daño le ha hecho a nuestro pueblo y responsable de la quiebra del gobierno, quedó en un lejano tercer lugar.
En el contexto político más amplio, la Alianza, con su discurso y la motivación generada en los sectores sociales más diversos del país, demostró ser la fuerza política con el mayor empuje y la que ocupó la calle, indiscutiblemente. Y como muestra de su peso en la discusión pública, la agenda semanal del debate electoral y los titulares en los medios de comunicación fueron marcados por la Alianza, durante toda la campaña y lo sigue siendo hoy.
Lo logrado es de dimensiones históricas y mayor aún si le sumamos los resultados de la papeleta plebiscitaria en la cual el respaldo a la anexión se redujo y el apoyo a la independencia y a la descolonización, mediante opciones soberanas, creció como no había ocurrido en siete décadas.
Es decir, al anexionismo le salió el tiro por la culata: “fue por lana y salió trasquilado.”
Por lo anterior, es justo afirmar, sin duda alguna, que la Alianza se convirtió en la segunda fuerza política y la principal de oposición. Logro histórico para una iniciativa en gestación. Los enemigos de la esperanza y de una Patria Nueva concluyeron igual, lo sabían y lo saben muy bien, no lo ocultaron desde un principio. Su campaña de miedo, mentiras y de prejuicios primitivos fue su único refugio y arma de batalla, para lo cual contaron con sobre $20 millones, la clara y directa manipulación del Estado y el contubernio de medios de comunicación. Contra todo eso la Alianza batalló y nuestra gente respondió.
Sí, la Alianza funcionó. Fue la respuesta correcta en el momento necesario. Y hoy lo sigue siendo con mayor pertinencia. Desde luego, como toda iniciativa política, requiere pensarla, evaluarla, mejorar lo bueno y corregir lo que resultó equivocado, pero con el claro objetivo deelevarla a su próximo nivel. Esa reflexión es la que procede con responsabilidad, paciencia y compromiso, conscientes y reconociendo que una tercera parte de nuestro pueblo expresó su apoyo a la Alianza, a pesar de la campaña virulenta de odio que se lanzó contra ella.
El escenario está servido para la Alianza. Esa es la ruta, ese es el instrumento. Los próximos años demandan la articulación de las fuerzas de las esperanzas y su accionar político con contundencia. En el MINH estamos en el proceso de evaluación de esta experiencia,convencidos del salto político alcanzado y del potencial que existe. En nuestro caso, aportar a la construcción de alianzas forma parte de nuestros principios políticos: “…articularemos una política de alianzas con diversos sectores y grupos sociales independentistas y no independentistas, dirigida a la reivindicación de los intereses fundamentales del pueblo y la defensa de nuestra nacionalidad. Nuestro discurso y accionar político asumirá una actitud de lucha proponente. A la crítica y a la denuncia de los males del colonialismo, uniremos las alternativas y propuestas que nos conduzcan a una sociedad superior.”
En este momento histórico nos toca a cada organización, sectores e individuos sumar nuestros modestos recursospara la organización de la Alianza de nuestro pueblo. Todas y todos somos necesarios.
Esa es la tarea ineludible.


¿Se consideraría una alianza con la participación de independentistas «realengos», ex pesepos, populares libreasociacionistas…? ¿Se negociaría esa participación con libertad y sinceridad? Si no, no adelantaremos nada.
Me gustaLe gusta a 1 persona