Los BRICS: ¿preludio del fin del capitalismo?

Primero de varios artículos educativos en que Isabel Rauber analiza los desafíos de los BRICS tras la XVI cumbre celebrada semanas atrás en Kazán, Rusia. La autora profundiza en el desarrollo como horizonte y la importancia de la desconexión y la cooperación para alcanzarlo.

ISABEL RAUBER

¿A qué mundo pertenecen los BRICS?

Samir Amín, economista egipcio conocedor del sistema mundo regido por el capital y, por tanto, vislumbrador de caminos alternativos posibles para el desarrollo de los países dependientes y subordinados, propuso en la década del 60 del siglo pasado la estrategia de la desconexión.

Esta desconexión no significa dar la espalda al mundo sino desconectarse del sistema mundo regido por el capital. Esto es, que los procesos de desarrollo nacionales no se van a regir, no van a definir su agenda, en función de las exigencias externas de la acumulación del mercado capitalista mundial. “No se van a regir”, quiere decir, en este caso, que no van a subordinar ni las riquezas ni los recursos nacionales a las exigencias del mercado internacional; que no se van a someter a sus requerimientos. Esa sería una primera clarificación. La segunda es que, seguidamente, es necesario definir las medidas, las tareas y quiénes las llevaran a cabo, para desconectarse.

Por otro lado y más contemporáneamente, Samir expuso consideraciones acerca de las relaciones geoeconómicas y geopolíticas internacionales, alertando que ya no se corresponden claramente con los conceptos Norte-Sur. Sin restarle valor analítico a esta clasificación, advirtió que la conceptualización de países centrales y países periféricos permite mayor precisión para el análisis de las relaciones económicas y políticas internacionales y la convivencia entre la diversidad de países del mundo.

En este sentido, los países centrales son los que concentran y ejercen el poder hegemónico del capital, usualmente denominados también desarrollados; definen el mercado económico y financiero internacional, le imponen sus características y fluctuaciones en función de sus intereses.

El resto del mundo se ubica dentro del conglomerado de países que, en esta lógica, constituyen la periferia. La relación del centro con los países periféricos ha sido y es de subordinación, y su acceso al mercado internacional se emplea como castigo o premio en dependencia de los servicios prestados al poder y a sus requerimientos.

Pero la periferia no es homogénea, advierte Samir, en ella hay países marginalizados y países emergentes, evidentemente, con países que se encuentran entre ambos. Y aquí cabe destacar una precisión: No todos los países emergentes son ricos, ni todos los países marginalizados son pobres. 

“Se puede ser un país marginalizado rico, cuando tiene mucho petróleo, o marginalizado pobre cuando no tienen nada. Somalia tiene bananas; es un marginalizado pobre. Pero al lado está Dubai, que es también marginalizado, pero como tiene petróleo es un marginalizado rico. Ser marginalizado y ser pobre no son sinónimos. Emergente y rico, marginalizado y pobre no son sinónimos. China es un país emergente y tiene un per cápita de 2 mil dólares; Arabia Saudita no es emergente, es marginalizado, pero tiene un per cápita de 25 mil dólares. Es importante atender a esto porque muy seguido hay una imagen de que los países marginalizados son países con pobreza generalizada.” (Amín: 2009)

La autora es una destacada intelectual y militante social latinoamericana. Doctora en Filosofía, Investigadora social y profesora universitaria.

Foto/TeleSur

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